Debo confesar que, durante mi etapa de devorador compulsivo de bolsilibros, apenas leí a Silver Kane. Como bien ha dicho Rafael en un comentario anterior, cada lector muestra, desde prácticamente el principio de su acercamiento a toda clase de literatura, unas preferencias que, desde luego, poco tienen que ver con la calidad de los autores y, en cambio, sí mucho con las propias obsesiones. En mi caso, me decanté por géneros menos realistas de los que solía tratar mi ilustre colega. Ciencia ficción y terror fueron mis predilecciones por aquella época. Cosas de la edad, supongo. Aún así, alguna de sus obras llegó a parar a mis manos. Perdónenme que no pueda precisar títulos ni argumentos, tan sólo una sensación, la misma que me asaltaba cuando leía al ya mencionado Barby: la de que los estándares que reinaban en esas novelas, los tópicos repetitivos que eran su marca distintiva, no servían para estos escritores, que experimentaban dentro de los límites que les permitían tanto la editorial como la propia estructura del bolsilibro. Como digo, por desgracia (para mí, por supuesto), Ledesma apenas tocó las temáticas que llegaban a mi fibra más primaria, como sí lo hicieron ese dúo formidable que se ocultaba tras el seudónimo de Ralph Barby. Luego, con el tiempo, sí me aproximé a la vertiente más "culta" del protagonista de este especial, y comprendí la razón de aquella sensación ya desde entonces intuida: que Ledesma es un grande de nuestra narrativa, y que eso ya se vislumbraba incluso en aquellas humildes obritas.
Es por ello que les conmino a que le descubran, tanto en una faceta como en la otra. Y si puede ser, primero háganlo con los bolsilibros: no hagan como yo, que seguramente me perdí grandes sorpresas.
Es por ello que les conmino a que le descubran, tanto en una faceta como en la otra. Y si puede ser, primero háganlo con los bolsilibros: no hagan como yo, que seguramente me perdí grandes sorpresas.
Lem Ryan
www.lemryan.com
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