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miércoles, 17 de diciembre de 2008

300.000 AÑOS EN GLOBO



POR ANTONIO QUINTANA

Esta estupenda novela de Carrigan fue publicada originalmente en la colección La Huella, con el nº 105, en noviembre de 1976. El ejemplar que poseo, algo deteriorado, corresponde a la segunda edición, publicada en la serie Servicio Secreto en octubre de 1984 con el nº 1770.


La novela narra la peligrosa aventura en la que se ve envuelto, sin comerlo ni beberlo, Milton Blackman, un escultor norteamericano que se encuentra en Europa en busca de la inspiración artística, del estilo escultórico que le permita expresar toda su sensibilidad. Tras un periplo más bien infructuoso por Italia y Francia, nuestro héroe se encuentra en el aeropuerto de Niza, esperando el avión que habrá de llevarle a París para, desde allí, emprender el regreso a los Estados Unidos. Y ahí, en ese aeropuerto, y gracias a la casualidad, comienza la aventura europea del artista americano.


Una hermosa muchacha se distrae mirando a Milton, que es, como todos los héroes Carriganianos, un buen mozo, y tropieza con un caballero portador de un maletín. El encontronazo es tan violento que tanto el hombre como la muchacha acaban por los suelos. Milton, lógicamente, corre en auxilio de la joven. Pero, de pronto, algo llama extraordinariamente su atención. El maletín del hombre se había abierto al caer, de forma que todo su contenido estaba desparramado por el suelo, y uno de esos objetos deja pasmado a nuestro protagonista. Una estatuilla que representa una sirenita, una delicada pieza escultórica en la que destacaban, perfectamente definidas, las líneas que Milton siempre había querido modelar con sus manos. Pero nuestro héroe apenas tiene tiempo de admirar la obra, ya que su propietario se la arrebata de las manos con brusco gesto. Milton trata de conseguir que el hombre le diga de dónde procede la estatuilla, pero el tipo no suelta prenda. Es más, se muestra muy nervioso y receloso ante la insistencia de Blackman por conocer el origen de la figura. El individuo trata de largarse de allí a toda prisa, pero Milton, que no quiere dejar escapar la ocasión de admirar tan delicada obra de arte, saca una pequeña cámara fotográfica automática y le hace una foto. El guapo y simpaticote escultor yanqui está muy lejos de sospechar que, con esta acción, está metiéndose de lleno en un berenjenal de mucho cuidado.


Apenas unos minutos después, mientras Milton espera tranquilamente la llegada de su vuelo, hacen acto de presencia dos individuos que le conminan a que les acompañe. Al principio, Blackman se lo toma casi a chacota, pero pronto comprende que se trata de hombres peligrosos y armados que hablan muy en serio. Ya en el coche de los hampones, Milton deduce, por lo que hablan, que tienen intención de matarle. El escultor no tiene ni pajolera idea de lo que está pasando, pero tampoco tiene intención de dejarse llevar al matadero como una res, así que se juega el todo por el todo, y lucha por su vida, logrando deshacerse de los dos criminales, tras lo cual pone pies en polvorosa.

Instalado en un hotel de Niza, Blackman sigue obsesionado con aquella estatuilla, por lo que inicia la búsqueda del origen de esa sirenita mostrando la foto en todas las tiendas de arte y antigüedades de la ciudad. Pronto consigue una pista. El dueño de una tienda le comenta que el estilo de esa figurilla le recuerda el de un tal monsieur Bouthinon, e incluso le proporciona la dirección de ése caballero. Cuando se dirige hacia la residencia de Bouthinon, nuestro héroe tiene un simpático encuentro con una hermosa jovencita que está a punto de atropellarle con su impresionante Ferrari. Momentos después, Blackman conoce a Bouthinon y a una de sus alumnas, una elegante dama de mediana edad llamada Charlotte Marlen. Milton muestra la foto a Bouthinon, quien admite que la sirenita puede ser obra de algún alumno suyo. Blackman admite que le gustaría recibir clases de Bouthinon y éste se muestra conforme, entablándose entre ambos una animada conversación. Mientras tanto, Charlotte Marlen abandona la casa, reuniéndose en la calle con la chica que estuvo a punto de atropellar al americano, que resulta ser su hijastra, Mireille Monestier. Charlotte le hace a la muchacha una petición sorprendente: quiere que la joven espere a que salga Blackman y le siga, a fin de saber por dónde para este curioso americano y con quién se relaciona ya que, según afirma, teme que esté tramando algo malo en contra de monsieur Bouthinon. A Mireille no acaba de gustarle lo de espiar a nadie, pero como en el fondo se sintió atraída por el impresionante y varonil yanqui, accede a los deseos de su madrastra. Y mientras la muchacha se queda allí de guardia, esperando al artista americano, Charlotte Marlen regresa a su casa, donde informa a su marido, Fritz Marlen, de que cree haber descubierto al tipo que le sacó una foto en el aeropuerto de Niza a una de sus sirenitas.

Mientras tanto, ignorante de la telaraña que se está tejiendo a su alrededor, nuestro héroe abandona la casa de Bouthinon, seguido por Mireille. El hombre entra en un restaurante y la chica decide aprovechar la ocasión para establecer contacto con él. Y el contacto acabará siendo de lo más estrecho, porque muy pronto la bella francesita y el rudo pero simpaticote americano se prendarán uno de otra como un par de colegiales. Pero las cosas se complican para nuestro protagonista. Mireille cuenta todo lo que sabe sobre él a sus padrastros, insistiendo en que ella no cree que Blackman esté tramando perjudicar a Bouthinon, como parece sospechar Charlotte. Pero tan pronto como la muchacha deja solos a Marlen y su marido, éste decide que ha llegado el momento de eliminar físicamente al molesto norteamericano. Dos pistoleros se presentan en el hotel en el que se aloja nuestro héroe para matarle, pero una vez más Blackman consigue deshacerse de los asesinos, que en esta ocasión resultan muertos. Ahora Milton Blackman si que está preocupado. Dos intentos de asesinato en apenas unos días son algo muy serio, y está dispuesto a averiguar como sea quién y por qué quiere borrarle del mundo de los vivos. Lo que más le preocupa es que los asesinos sabían en qué hotel se alojaba, una información que sólo podía haberles sido proporcionada por una persona: Mireille. Milton, a pesar de todo, se resiste a creer que la muchacha pueda estar involucrada en un asunto tan turbio, pero decide tomar precauciones al respecto. No obstante, pronto descubrirá que la joven es sólo un inocente peón en un peligroso juego criminal, urdido por sus padrastros y un grupo de mafiosos que han pergeñado un curioso plan para introducir drogas en los EE UU camufladas en obras de arte.

300.000 AÑOS EN GLOBO es una novela muy característica dentro de la extensa producción de Carrigan. Como siempre, el autor combina con sabiduría la intriga, la acción, el humor y el romance, ofreciéndonos un relato ameno e inquietante a un tiempo. El protagonista de la novela, aunque resuelto y nada pusilánime, tampoco es un Clarence Hadaway, un Tony Leopard o un Rom Charles, por citar algunos de los héroes típicos de los thrillers Carriganianos. Milton Blackman es un hombre normal, sin cualidades especiales, aparte de su innegable talento artístico; un hombre que se ve envuelto casualmente en una intriga criminal y trata de salir de ella de la mejor forma posible. En este sentido, 300.000 AÑOS EN GLOBO tiene ciertos puntos en común con buena parte de la producción policíaca de Clark Carrados (Luís García Lecha), autor cuyas novelas de misterio están protagonizadas, casi siempre, por hombres corrientes que, arrastrados por las circunstancias, se encuentran atrapados en alguna peligrosa aventura. No obstante, los relatos policiales de Carrigan son muy superiores, tanto en estilo como en temática, a los de Carrados o cualquier otro de sus colegas, debido, principalmente, a que nuestro estimado Lou posee un don innato para dotar a sus novelas de un ritmo y una ambientación casi cinematográficos, que hacen imposible abandonar su lectura. Y así, 300.000 AÑOS EN GLOBO se revela como uno de los thriller más entretenidos del Maestro de Maestros, una novela que todo admirador de Carrigan debe leer. De este modo, no sólo disfrutaréis con la peligrosa y emocionante aventura europea de Milton Blackman, si no que también podréis saber a santo de qué eligió el autor un título tan aparentemente anacrónico.

5 comentarios:

Leox dijo...

Comparto la vision del heroe carriganianos.
Es algo que tambien me pasa con los personajes del gran Lou

Deka Black dijo...

Pues la verdad es que el titulo ya intriga, ¡y eso es bueno! Personalmente, a mi me tiene que enganchar el titulo, luego... ya se verá.

Anónimo dijo...

Yo creo que era de "Servicio Secreto", no de "Punto Rojo".

JC
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ANTONIO QUINTANA dijo...

Es cierto, amigo anónimo. Un pequeño lapsus lo tiene cualquiera. Lo curioso es que el propio Lou me facilitó los datos correctos, y que yo tengo el ejemplar de SS, pero, quizás debido a que escribo de noche, porque tengomucho trabajo durante el día, se me pasó y el artículo quedó con esa errata. De todas formas, aquí queda este comentario como corrección. Un saludo y gracias.

Anónimo dijo...

De nada.