Aunque Espacio 1999 no fue el gran éxito que sus creadores esperaban, dejó una huella indeleble en el recuerdo de los aficionados a la ciencia-ficción televisiva, sobre todo en nuestro país. En efecto, la fabulosa serie del matrimonio Anderson tuvo una buena acogida en España. A ello contribuyeron varios factores, entre los que cabe destacar los siguientes: 1º, se estrenó en la temporada 1976/77, después de una relativamente larga sequía de ciencia-ficción en la programación de TVE, la emisora estatal de televisión, única que existía por aquel entonces; 2º, por primera vez en la historia del género, se empleaban grandes sumas de dinero y abundantes recursos técnicos en la realización de una serie de ciencia-ficción para la pequeña pantalla; 3º, los aficionados españoles, devoradores de los bolsilibros de ciencia-ficción publicados por Bruguera, Toray, Valenciana, Andina y muchas otras editoras, eran muy receptivos a la magia de los modernos efectos especiales utilizados en Espacio 1999, sin ninguna duda los más convincentes vistos hasta ese momento en una producción catódica; y 4º, la serie, al menos en su primera temporada (la mejor) tenía un aire de seriedad y trascendencia que la diferenciaba notablemente de cuanto se había visto hasta entonces en materia de ciencia-ficción televisiva.
Suele decirse que en Espacio 1999 se potenció el efectismo visual en detrimento de los guiones y la caracterización de los personajes. Sin duda hay algo de cierto en esta apreciación, pero eso lo comentaré con más detenimiento en otro trabajo. De lo que quiero hablar ahora es del apabullante despliegue de maquetas que nos ofreció esta magnífica serie británica, una fantástica colección de astronaves que hicieron soñar a los que, como quien esto firma, éramos unos críos cuando John Koenig y su gente asomaron las caras por aquellos viejos televisores en blanco y negro.
Cuando se menciona Espacio 1999, ¿cuál es la primera imagen que se nos viene a la cabeza? Exacto, las portentosas Águilas, aquellas preciosas naves espaciales que nos dejaban boquiabiertos cada vez que despegaban o aterrizaban, o cuando nos mostraban sus elaborados interiores. Pero las Águilas, con ser las reinas de la función, por así decirlo, representaban sólo una parte del encanto visual de la serie. Por los 48 episodios que componen la producción, dividida en dos temporadas, desfilaron un puñado de diseños que merecen ser recordados y que, en su momento, inspiraron a más de un joven aficionado al maquetismo, como mi amigo madrileño Fernando Ledesma. Veamos ahora algunas de las maquetas más logradas, creadas por el gran Brian Johnson y sus colaboradores. No están todas, por supuesto, pero sí las más interesantes.
Los halcones (JUEGOS DE GUERRA)
Estas hermosas naves sólo se vieron en éste episodio, pero gustaron tanto al público que en ciertas páginas web dedicadas a la serie se afirma, erróneamente, que formaban parte de la dotación de la base Alpha. Su diseño, aunque inspirado por el de las Águilas, es más estilizado y elegante.
JUEGOS DE GUERRA es uno de los episodios más espectaculares de Espacio 1999, y el único en el que Alpha, atacada por una escuadra de naves de guerra alienígenas, resulta devastada hasta el punto de forzar a sus habitantes a evacuarla. Las naves atacantes son, lógicamente, estos fabulosos Halcones, que diezman a las Águilas y destruyen con espantosa facilidad las defensas de la base lunar. Los Halcones van armados con un cañón o proyector en la proa, que pestañea como una ametralladora cuando dispara y que emite un ruido muy peculiar al hacer fuego... aunque esto carezca de sentido, pues en el vacío no se transmite el sonido, como todos sabemos. En el episodio no se explica qué clase de arma equipa a estas navecillas, pero lo cierto es que, sea lo que fuere, es mucho más poderosa que los proyectores láser de las Águilas.
La sonda Delta (EL DOMINIO DEL DRAGÓN)
Uno de los grandes hitos de Espacio 1999 en lo que a maquetas se refiere, la Delta era un navío construido para realizar largas travesías espaciales, más allá de los límites del sistema solar. Su estructura constaba de dos secciones que podían separarse si era necesario. El cuerpo principal albergaba los alojamientos y servicios para los tripulantes, un completo laboratorio científico y una pequeña enfermería. En la popa se hallaban los depósitos de combustible, los poderosos motores y las toberas de escape de gases. El módulo de mando era muy similar al de las Águilas, aunque dos veces más grande. Concebido también como unidad de evacuación de emergencia, no sólo podía separarse de la sección principal de la nave; contaba, además, con sus propios motores, y llevaba una provisión extra de oxígeno, agua y comprimidos alimenticios, por si era necesario utilizarlo como bote salvavidas. El punto de anclaje del módulo de mando de la nave Delta estaba diseñado para permitir el perfecto acoplamiento al mismo de cualesquiera otros módulos de pilotaje, incluidos, por supuesto, los de las Águilas. Realizada hace la friolera de treinta y seis años, esta maqueta es un claro exponente del nivel de profesionalidad alcanzado por Brian Johnson como técnico de efectos especiales. La nave Delta de EL DOMINIO DEL DRAGÓN es un vehículo espacial mucho más creíble que el Halcón Milenario de Han Solo.
El Swift (EL CEREBRO ELECTRÓNICO)
Otra lograda creación de Johnson fue esta astronave aparecida en uno de los episodios más divertidos de la segunda temporada. Algo mayor que un Águila, el Swift fue concebido, tal y como se da a entender en el capítulo citado, como nave auxiliar de otro vehículo espacial de más envergadura. Su diseño, como el de la mayoría de las maquetas que pudimos admirar en Espacio 1999, es deudor de la estética Thunderbird, posteriormente perfeccionada en UFO, la primera serie de acción real de los Anderson y quizá la mejor de su vasta producción catódica.
El super Swift (PORTADORES DE ILUSIONES)
Único episodio doble de Espacio 1999, PORTADORES DE ILUSIONES narraba la llegada a Alpha de una expedición de rescate procedente de la Tierra. Los expedicionarios, que curiosamente eran todos ellos familiares o amigos de los alfanos, tripulaban un Super Swift, un navío de gran porte dotado con un equipo propulsor que le permitía alcanzar e incluso superar la velocidad de la luz. En realidad, se trataba de un grupo de alienígenas que pretendían destruir Alpha. En cuanto a la nave, era simplemente una ilusión creada por las poderosas mentes de aquellos seres.
Si los Halcones de JUEGOS DE GUERRA se inspiraban en las Águilas, el Super Swift, como su nombre indica, era una versión mejorada del Swift de EL CEREBRO ELECTRÓNICO. Este navío cósmico estaba equipado con una pequeña navecilla auxiliar que, sin embargo, podía alcanzar velocidades tan elevadas como su nave madre. Claro que, como he dicho, todo esto no eran más que ilusiones creadas por los extraterrestres para lograr sus siniestros propósitos. De todos modos, el Super Swift y su nave salvavidas fueron dos de las maquetas más conseguidas de la serie.
El viajero 1 (EL RETORNO DEL VIAJERO)
Esta maqueta rompió con los estándares seguidos hasta entonces a la hora de diseñar vehículos espaciales construidos en la Tierra. Su configuración se asemeja más a la de las viejas sondas Voyager que a la de las Águilas u otros diseños anteriores de Johnson. Nave de grandes dimensiones, pensada para la exploración del espacio profundo situado más allá de la órbita de Plutón, integraba una batería de sensores muy avanzados, y estaba equipada con el revolucionario motor Queller, un impulsor neutrónico con el que podían alcanzarse velocidades fantásticas. Durante las pruebas iniciales del prototipo se descubrió que el motor generaba peligrosísimas radiaciones, capaces de destruir la materia que se encontrara dentro del radio de influencia del campo neutrónico creado. La solución al problema consistió en el empleo de dos motores distintos en la misma nave: el ya citado motor Queller para la propulsión estelar, y un motor cohete convencional, de combustión química, para las maniobras de despegue y aterrizaje. Cuando el Viajero 1 se aproximaba a un planeta y se disponía a aterrizar, el ordenador de a bordo apagaba el poderoso pero destructivo impulsor Queller, procediendo a activar el propulsor cohete convencional.
Aunque diseñado para llevar una tripulación, el Viajero 1 fue lanzado al espacio como una sonda exploradora automática, controlada por una sofisticada computadora. El encuentro de Alpha con esta nave, que iba de regreso hacia la Tierra, estuvo a punto de tener consecuencias terribles para John Koenig y los suyos.
La nave del proyecto Meta (SEPARACIÓN)
Parece una versión anterior de la ya citada nave Delta de EL DOMINIO DEL DRAGÓN. Pudimos verla, si bien casi fugazmente, en el primer episodio de Espacio 1999. Más estilizada que la Delta, esta nave estaba siendo alistada para emprender un viaje exploratorio hacia un planeta recién descubierto, bautizado como Meta. Resultó destruida a consecuencia de las alteraciones gravitacionales provocadas por la Luna, al ser ésta violentamente arrancada de su órbita por una explosión nuclear.
Esta nave no era muy distinta de otros diseños de Johnson. Llaman la atención los paneles que, a modo de alas, lleva en sus costados, seguramente colectores de energía solar. Es una verdadera pena que no pudiéramos ver esta maqueta con más detalle.
El crucero espacial (EL NIÑO DE ALPHA y JUEGOS DE GUERRA)
A falta de una denominación mejor, he decidido definir esta nave como un crucero espacial. Pudimos disfrutar de esta soberbia maqueta en dos ocasiones. En JUEGOS DE GUERRA era la nave nodriza de la escuadra que atacó Alpha. Cuando presumiblemente se disponía a arrasar definitivamente la base lunar, Alan Carter consiguió destruirla con una descarga masiva de los láseres de su Águila. Posteriormente, aparecería en EL NIÑO DE ALPHA como la gran nave en que llegan a la Luna los perseguidores de la pareja de aliens que se han hecho con el control de la base.
Estación espacial (SEPARACIÓN)
Lograda maqueta que representaba una estación orbital de gran tamaño, construida con módulos de sección cilíndrica. Aunque no era muy original, estaba perfectamente realizada y quedaba muy bien en pantalla. Tuvimos ocasión de verla en dos episodios, el piloto y EL DOMINIO DEL DRAGÓN. Su configuración anticipó en varias décadas la de la actual ISS, si bien ésta muestra, lógicamente, un aspecto más sencillo. Resultó destruida al mismo tiempo que la nave Meta.
Como dato curioso cabe mencionar que algunas de estas maquetas, junto con otras procedentes de series anteriores de los Anderson, se utilizaron para recrear el siniestro cementerio de astronaves que vimos en EL DOMINIO DEL DRAGÓN.
Y esto es todo en lo que a maquetas de Espacio 1999 se refiere. Al menos por el momento, pues, como saben los nostálgicos seguidores de esta mítica serie, aún nos quedan muchas que recordar. Pero eso lo dejaremos para una próxima ocasión.
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