POR ANTONIO QUINTANA CARRANDI
Estamos en el planeta Modz. Pier Shenn, ciudadano terrícola, acaba de ser juzgado acusado de espiar para la Tierra. La pena impuesta por el tribunal es de quince años de bionización, lo que significa que el cerebro de Shenn será trasplantado a un cuerpo robótico. Mientras dure su condena, el reo, transformado en un hombre biónico, trabajará para el gobierno de Modz. Cumplida su pena, su cerebro será devuelto a su cuerpo, que habrá sido conservado en animación suspendida durante todos esos años.
Pier es presa de la desesperación. Él nunca ha sido un espía de la Tierra, la acusación es falsa y quienes le juzgaron han cometido una terrible injusticia. Pero en Modz, planeta regido con mano de hierro por el tirano Thrimoy Ktarm, las injusticias son el pan de cada día. Sin embargo, un leve destello de esperanza ilumina el futuro del joven terrestre. Cuando el siniestro doctor Unixos se dispone a bionizarlo, la hermosa ayudante del galeno, aprovechando una momentánea distracción de éste, susurra unas palabras al oído del desdichado. Cuando llegue a la prisión en la que cumplirá su condena, debe buscar a un hombre llamado Ulz. Shenn comprende que la bella mujer forma parte de algún movimiento opositor a la tiranía del Supremo Protector de Modz, ridículo título del sátrapa que rige los destinos de ese mundo. Nuestro protagonista decide seguir la sugerencia de la mujer. Después de todo, una vez convertido en un robot con cerebro humano ya no tendrá nada que perder.
Convertido ya en biónico, Pier es trasladado a la factoría-prisión en la que deberá pasar los próximos quince años de su vida. Nuestro desdichado protagonista se integra poco a poco en la que será su rutina diaria durante su larga condena. La factoría cuenta con unos altos hornos en los que se funde el mineral que servirá para la elaboración del Himet o hipermetal, una materia extraordinariamente resistente y ligera, ideal para la fabricación de todo tipo de blindajes. Ktarm necesita enormes cantidades de Himet para construir toda clase de máquinas de guerra, con las que emprender la conquista del resto del sistema planetario al que pertenece Modz. Todo esto se lo cuenta a Pier otro condenado con el que ha entablado amistad, y que resulta ser una mujer llamada Nelphia.
Un día, uno de los capataces ordena a Shenn que le acompañe a lo alto de una de las chimeneas, para reparar un foco averiado. Una vez allí, y mientras finge examinar la avería, el capataz se presenta como Kropp Ulz, y pone al terrestre al tanto de los planes existentes para derrocar al dictador. Shenn le pregunta cuando actuarán, y Ulz le responde que cuando él reciba la señal desde la Tierra. Anonadado, Pier comprende que Ulz, por las razones que sean, también cree que él es un agente del la Inteligencia terrestre. Nuestro héroe explica a Kropp que jamás ha tenido relación con el Servicio Secreto de la Tierra, pero que, aclarado este punto, se compromete a ayudar a los conspiradores en lo que buenamente pueda. El capataz afirma que el día de la rebelión general está cercano. Pero llegado el momento, tendrán que actuar muy deprisa, ya que Ktarm, según sospechan los líderes rebeldes, dispone en su residencia de un dispositivo de control remoto con el que podría destruir con un solo gesto los cuerpos hibernados de los miles de condenados a la bionización.
Mas la revuelta estalla mucho antes de lo previsto, cuando los compañeros de infortunio de Shenn y Nelphia, hartos de sufrir bajo el yugo de los feroces capataces, se alzan contra sus opresores con la furia que proporciona la desesperación. Los amotinados cuentan con la ayuda de Oxis, una hermosa prisionera a la que el siniestro director de la factoría ha salvado de la bionización, a cambio de que le otorgue sus favores sexuales. La valerosa muchacha pierde la vida, pero antes proporciona a Shenn y Nelphia un plano de la residencia de Ktarm, de quien también fue concubina, y les indica el lugar donde el director, a quien Pier acaba de matar, tiene oculto un potente aeromóvil. Poco después se une a ellos Ulz, quien les dice que su esposa Varda, la ayudante del doctor Unixos, está capacitada para realizar la operación de trasplante de cerebros a la inversa; es decir, que puede devolverles sus cuerpos, a condición, claro está, de que Ktarm, furioso por la revuelta, de la que sin duda tiene ya noticias, no los haya destruido.
Dispuestos a evitar como sea que el tirano de Modz destruya los cuerpos de los infelices bionizados, y a terminar de una vez por todas con su régimen de terror e infamia, nuestros héroes se dirigen a toda velocidad a la residencia de Ktarm, confiando en poder sorprender al tirano a través de un pasadizo secreto cuya existencia les fue revelada por la desdichada Oxis. En un desenlace lleno de emoción y dramatismo, Shenn y sus amigos lograrán acabar con la vida de Ktarm y recuperar los cuerpos hibernados de los enemigos de su régimen.
Publicada en 1983 con el nº 656 de LCDE, ¿HOMBRE O MÁQUINA? sigue las pautas típicas de las novelas de CF de la última etapa creativa del autor. Una vez más, Lecha nos traslada a un mundo gobernado por un megalómano con la moral de un áspid. El protagonista de la historia es el clásico héroe forzoso lechano, un hombre que ha sido confundido con un espía enemigo y sufre el horroroso destino que espera a todos los que se oponen a la tiranía de turno. Lo más original de la novela es el castigo que se impone en Modz a los disidentes. Eso de que trasplanten el cerebro de uno a un robot y te obliguen a trabajar para ellos durante años o décadas, esperando poder recuperar tu cuerpo algún día, pero sabiendo que en cualquier momento pueden incinerarlo, dejándote convertido en un cyborg para el resto de tu vida es horripilante. Un detalle interesante es que, además del cerebro, al cuerpo robótico se le implantan también los ojos del condenado. Además, aunque un robot no acusa cansancio alguno, pudiendo funcionar durante mucho tiempo ininterrumpidamente, los condenados a la bionización tienen sus horas libres, lo cual resulta lógico, puesto que el cerebro necesita regularmente cierto periodo de descanso, a pesar de ser un órgano que nunca deja de funcionar.
Esta es una de las pocas novelas en las que LGL cometió un error de bulto. Cuando la doctora Varda Mossl, ayudante de Unixos, le dice a Shenn que busque a Ulz al llegar a la prisión, añade que éste es también un bionizado, o sea, un condenado. Pero unas páginas más adelante podemos comprobar que el tal Ulz es, en realidad, uno de los cancerberos de la factoría-prisión. Sabiendo el cuidado que ponía Lecha en sus originales, llama mucho la atención que se le escapara este gazapo. Pero, como se decía al final de CON FALDAS Y A LO LOCO, la genial comedia de Billy Wilder, nadie es perfecto. A pesar de esta pequeña pifia, ¿HOMBRE O MÁQUINA? es una buena novela, otro ejemplo más de la profesionalidad de LGL, el autor más prolífico de la CF española.
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