“Nunca mantuve en secreto mi actividad literaria, todo el mundo lo sabía. No me vanagloriaba, pero estaba orgulloso de ello. También es cierto que no tenía mucha vida social: me pasaba el día dándole a la máquina de escribir. Dejé los estudios (lo único de lo que más tarde he llegado a arrepentirme) y la dinámica de producir dos o tres historias al mes no me dejaba tiempo para los amigos”.
Extracto de una entrevista realizada por J.C Canalda a Lem Ryan.
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