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lunes, 12 de enero de 2015

SOLO ANTE EL PELIGRO

 
 
 
 
 
USA/1952
TÍTULO ORIGINAL: HIGH NOON
DIRECIÓN: Fred Zinnemann
GUIÓN: Carl Foreman
FOTOGRAFÍA: Floyd Crosby
MÚSICA: Dimitri Tiomkin
PRODUCCIÓN: Stanley Kramer Productions


REPARTO: Gary Cooper (Will Kane); Grace Kelly (Amy Kane); Thomas Mitchell (Jonas Henderson); Otto Kruger (juez); Lloyd Bridges (Harvey); Katy Jurado (Helen Ramírez); Howland Chamberlain (conserje del hotel); Lon Chaney jr, (Howe); Lucien Prival (Joe); John Doucette (Trumbull); James Millican (Herb Baker); Henry Harry Morgan (Sam Fuller); Ian MacDonald (Frank Miller); R. J. Wilke (Jim Pierce); Sheb Wooley (Ben Miller); Lee Van Cleef (Colby); Ted Stanhope (telegrafista).
 
 
SINOPSIS
 
Will Kane, Marshall de Hadleyville, contrae matrimonio con Amy y proyecta trasladarse a la ciudad para abrir un negocio. Apenas acaba de casarse llega la noticia de que Frank Miller, un forajido al que Will detuvo y que estaba en prisión, ha sido indultado. Miller juró vengarse de Kane y llegará a Hadleyville en el tren del mediodía. Su hermano Ben y dos pistoleros aguardan su llegada con impaciencia. Kane ha cesado en el cargo y valora la posibilidad de marcharse, influenciado por sus vecinos y sobre todo por su esposa. Pero su sentido de la responsabilidad es más fuerte, de modo que decide quedarse y hacer frente a Miller y su banda. Recaba la ayuda de los habitantes de Hadleyville para formar un pelotón con que enfrentarse a los forajidos, pero sus vecinos le hacen el vacío más absoluto, y hasta las autoridades de la ciudad hacen gala de una cobardía total.
 
 

Una parábola del maccarthismo

 

Considerada por el público adicto al cine del Oeste, pero de limitados conocimientos históricos, como un Western estimable y poco más, SOLO ANTE EL PELIGRO es, en realidad, el más duro alegato cinematográfico contra el maccarthismo y la Caza de Brujas emprendida en Hollywood a finales de los 40 y principios de los 50. Bajo su tópico argumento subyace una ácida denuncia de las prácticas inquisitoriales del siniestro Comité de Actividades Antiamericanas, y también del comportamiento de una ciudadanía que oscilaba entre la complicidad más abyecta con dicho comité y la cobardía más ruin.
 
 
Los problemas que marcaron el rodaje de esta película de Zinneman estuvieron relacionados con su guionista. Carl Foreman (23/7/1914—26/6/1984) era uno de los mejores escritores de Hollywood, que había obtenido su primera nominación al Oscar por el espléndido guión de EL ÍDOLO DE BARRO (CHAMPION, Mark Robson, 1949), crudo retrato de un ambicioso púgil que lo sacrifica todo, hasta la vida, por alcanzar la cima. Foreman, que estaba en el punto de mira de McCarthy y sus adláteres desde hacía tiempo, escribió el guión de SOLO ANTE EL PELIGRO mientras era investigado por el ominoso comité, que poco después le obligaría a comparecer ante su presencia. En su declaración Foreman reconoció haber pertenecido al Partido Comunista en su juventud, si bien dejó claro que pronto pidió la baja al desilusionarse con esa ideología. No obstante, se negó en redondo a dar nombres de antiguos compañeros del partido, razón por la que fue etiquetado como testigo hostil, lo que significaba en la práctica que sería incluido en las tristemente célebres listas negras de la industria del cine. Por otra parte, se puso en marcha una despiadada operación de acoso y derribo contra su persona, a la que se sumaría increíblemente el productor de la película, Stanley Kramer, que demostró muy poca decencia con quien le había servido éxitos como la mencionada EL ÍDOLO DE BARRO, CYRANO DE BERGERAC (ídem, Michael Gordon, 1950) u HOMBRES (THE MEN, Fred Zinneman, 1950). No está clara la actitud de Kramer, tenido por un hombre liberal en el mundo del cine, pero es posible que en su comportamiento influyera el estado de psicosis colectiva anti-comunista imperante en aquel tiempo y el temor a ser incluido en las listas negras si defendía al guionista. Sea como fuere, Kramer intentó expulsar a Foreman de la producción de SOLO ANTE EL PELIGRO, lo que le enfrentaría con Gary Cooper y Fred Zinneman, protagonista y director del film respectivamente. Fue Cooper, un hombre considerado de derechas y defensor de los principios y valores tradicionales del americanismo, quien más indignado y combativo se mostró con Kramer. Cooper, a pesar de su ideología, tenía muchos amigos que podían ser considerados como de izquierdas, Ernest Hemmingway entre ellos, y las prácticas del Comité de Actividades Antiamericanas se le antojaban abominables. Cuando Kramer abogó por echar a Foreman, Cooper le plantó cara, pleiteando con él y llegando incluso a amenazar con abandonar el proyecto si el guionista era expulsado de la película por su negativa a dar nombres de supuestos comunistas ante el comité. Con el apoyo de Zinneman, Lloyd Bridges y otros miembros del reparto y del equipo técnico, Cooper logró que Foreman siguiese trabajando en SOLO ANTE EL PELIGRO.
 
Foreman ya había escrito el guión  cuando planeaba sobre él la amenaza de la citación ante McCarthy y sus esbirros, así que decidió trasladar a la acción del film el tenso clima político que se respiraba en USA en aquel momento. De este modo, la sencilla película del Oeste, que Foreman había pergeñado a partir del relato The Tin Star de John Cunninghan, devendría en la más notoria parábola del maccarthismo que ha dado el cine. Con todo, Kramer, sin duda para contentar a los infames miembros del comité, consiguió que no apareciese el nombre de Foreman en los títulos de crédito como ayudante de dirección, aunque no pudo impedir que apareciese como guionista. El escritor sería nominado a los Oscars por su magnífica labor.
 
Después de SOLO ANTE EL PELIGRO Foreman fue incapaz de conseguir trabajo en el cine durante seis años, por lo que decidió emigrar a Europa. En cierto modo, su forzado exilio de Hollywood fue menos gris y más productivo que el de otros colegas suyos, pues en Gran Bretaña estableció contacto con J. Lee Thompson y Richard Attenbourough, con quienes emprendió diversos proyectos que le hicieron rico. Interesado por una exitosa novela de Pierre Boulle, compró personalmente los derechos de la obra que daría pie a EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI (THE BRIDGE ON THE RIVER KWAI, David Lean, 1957), colaborando en el guión junto a Boulle, Calder Willingham y Michael Wilson. Esta película también seria víctima de los prejuicios y paranoias de la extrema derecha americana. Hedda Hopper, vocera de la crítica más reaccionaria, abogó por eliminar de los créditos los nombres de aquellos despreciables “comunistas”. EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI fue estrenada como si sólo Pierre Boulle fuese responsable de la historia, de forma que el escritor francés se llevó todo el mérito al obtener el Oscar al mejor guión. Sólo en fechas muy posteriores se reconocerían las inestimables aportaciones de Wilson, Cunningham y, sobre todo, Foreman al éxito del film dirigido por Lean.
 
La industria cinematográfica británica, no tan poderosa como la norteamericana pero muy pujante, otorgaría a Carl Foreman el reconocimiento que en su país de origen se le negaba por absurdos motivos ideológicos. Guionista y productor, fue nombrado director del Instituto Británico del Cine (British Film Institute) en 1965. Además de recibir la Orden del Imperio Britanico,  un premio BAFTA, concedido por la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión, que galardonaría al mejor director, productor o guionista británico novel,  fue designado con su nombre. De esta forma Gran Bretaña honraba a uno de los más grandes guionistas que han existido, que sufrió acoso y persecución en su propio país y fue obligado a exiliarse por su manera de pensar. Una lacra que empañará siempre la imagen de Estados Unidos y Hollywood.
 
Mucho más que un western
 
SOLO ANTE EL PELIGRO funciona como una espléndida cinta del Oeste, pero su fondo es mucho más complejo y crítico de lo que pudiera parecer a primera vista. Foreman vertió en el guión toda la amargura y todo el desasosiego que le provocaban los acontecimientos desatados por McCarthy and company. Hasta el más pequeño detalle del film está relacionado, directa o indirectamente, con lo que estaba ocurriendo en USA en aquel tiempo. Hadleyville, el pueblecito del Oeste donde transcurre la acción es, en realidad, una extrapolación de los Estados Unidos de principios de los 50, con todas sus lacras y defectos bien visibles. Sus habitantes, que en principio pudieran parecer honestos y sencillos, se revelarán como un hatajo de cobardes que, ante la inminente llegada de Frank Miller (memorable trasunto del odioso McCarthy), se esconden en cantinas, iglesias o en las habitaciones de invitados de sus propias casas. Cualquier cosa antes que arropar al sheriff Kane y ayudarle a hacer frente a esa banda de forajidos. Como el grueso de la sociedad estadounidense, que no hizo nada por parar los sucios manejos inconstitucionales del infame senador por Wisconsin,   los habitantes de Hadleyville recurren a pobres e inconsistentes excusas para no ayudar a Kane. Foreman también enfiló sus críticas hacia la administración de justicia y hacia esos jueces que, por miedo, por un equivocado sentido del patriotismo, o por ambas cosas, dictaron sentencias injustas contra los perseguidos durante la Caza de Brujas. Estos siniestros personajes están representados en el film por el juez que condenó a Miller a la cárcel, pero que ante el regreso del pistolero retira la bandera de su sala de vistas y sale huyendo como alma que lleva el diablo. También es obligado mencionar aquí un detalle harto significativo: cuando Kane va a ver a un amigo para pedirle ayuda, éste se esconde tras una puerta mientras su mujer trata de dar la cara por él. El personaje se llama en el film… Sam Fuller. Está claro que con la inclusión de esta secuencia Foreman pretendía echarle en cara su actitud al director de MANOS PELIGROSAS (PICKUP ON SOUTH STREET, 1953), pues Fuller, supuesto amigo del guionista, no quiso tratar con él cuando empezó a ser asediado por el comité.
 
Foreman, que declararía haberse sentido identificado con el personaje del Marshall al ser citado ante el comité, cargó las tintas en la descripción negativa de los parroquianos de Hadleyville, haciendo que hasta el supuestamente honorable amigo de Kane y presidente de la junta vecinal, interpretado por el gran Thomas Mitchell, se niegue a ayudarle y le conmine a abandonar la ciudad como una rata. La vergonzosa forma de actuar de la gente influye incluso en los niños, que juegan a los pistoleros representando un duelo en el que quien hace de Kane resulta muerto por los que encarnan a Miller y su banda. Así, la imaginaria población de Hadleyville se convierte en un reflejo de los Estados Unidos de los añós 50, en los que el grueso de la gente, por miedo y cobardía pero también por puro egoísmo, secundó por acción o por inacción las prácticas de McCarthy y otros como él.
 
El Marshall Kane es retratado como una especie de héroe a la fuerza. Tiene dudas, pero a pesar de ello sigue adelante solo, mientras todo el pueblo se quita de en medio esperando que lo maten. Tan sólo dos personas le ofrecen ayuda: un viejo borracho y tuerto y un adolescente indignado ante la cobarde actitud de toda una ciudad. Estos dos personajes, débiles físicamente pero dotados de un sentido de la moral infinitamente superior al de cualquier habitante de Hadleyville, simbolizan a los escasos estadounidenses que abogaban por hacer frente a la injusticia que simbolizaba McCarthy. Pero Kane, consciente de que no tendrían ninguna oportunidad frente a los avezados gunmen de Miller, rechaza conmovido el ofrecimiento de ambos. Al final será su flamante esposa, redimida tanto por su conciencia como por las palabras de Helen Ramírez (Katy Jurado), quien ayude a su marido.
 
La acción del film se desarrolla en tiempo real, con la abundante inserción de planos de relojes para hacer más patente la amenaza que representa la llegada del tren. Tampoco es gratuita la inclusión, en momentos muy señalados del metraje, de algunas estrofas de la canción que acompaña los sencillos a la par que geniales créditos iniciales. Parece que tales detalles, que contribuyen a aumentar casi insoportablemente la tensión del film, fueron incluidos en el relato por Zinnemann, no formando parte del guión de Foreman.
 
El mítico final de SOLO ANTE EL PELIGRO es toda una declaración de principios por parte del guionista. Tras acabar con Miller y sus hombres, Kane arroja al polvoriento suelo, con inequívoco gesto de desprecio, la estrella que los cobardes habitantes de Hadleyville no quisieron arropar con valentía, y tras subir con su esposa a la carreta que le ha traído el muchacho que poco antes se ofreció para luchar a su lado, abandona la ciudad. Unos años después, Carl Foreman también abandonaría su Hadleyville particular, los Estados Unidos, asqueado por la apática actitud de sus compatriotas ante los turbios manejos de McCarthy y su cohorte de matones políticos.
 
SOLO ANTE EL PELIGRO es un gran Western, uno de los mejores títulos del género. Pero también es un impresionante documento sobre una época de la historia americana, los 50 y la ominosa Caza de Brujas, que estuvo a punto de conducir a los Estados Unidos, la primera democracia de la historia, al totalitarismo. En última instancia, y curiosamente en parte gracias a los excesos de McCarthy y los suyos, esa amenaza fue conjurada. Pero el arte cinematográfico sufrió un golpe del que jamás se repondría.
 
Antonio Quintana
Enero de 2015
 


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