USA/1952
TÍTULO ORIGINAL: HIGH NOON
DIRECIÓN: Fred Zinnemann
GUIÓN: Carl Foreman
FOTOGRAFÍA: Floyd Crosby
MÚSICA: Dimitri Tiomkin
PRODUCCIÓN: Stanley Kramer Productions
TÍTULO ORIGINAL: HIGH NOON
DIRECIÓN: Fred Zinnemann
GUIÓN: Carl Foreman
FOTOGRAFÍA: Floyd Crosby
MÚSICA: Dimitri Tiomkin
PRODUCCIÓN: Stanley Kramer Productions
REPARTO: Gary Cooper (Will Kane); Grace Kelly (Amy Kane); Thomas Mitchell (Jonas Henderson); Otto Kruger (juez); Lloyd Bridges (Harvey); Katy Jurado (Helen Ramírez); Howland Chamberlain (conserje del hotel); Lon Chaney jr, (Howe); Lucien Prival (Joe); John Doucette (Trumbull); James Millican (Herb Baker); Henry Harry Morgan (Sam Fuller); Ian MacDonald (Frank Miller); R. J. Wilke (Jim Pierce); Sheb Wooley (Ben Miller); Lee Van Cleef (Colby); Ted Stanhope (telegrafista).
SINOPSIS
Will Kane, Marshall de Hadleyville, contrae matrimonio
con Amy y proyecta trasladarse a la ciudad para abrir un negocio. Apenas acaba
de casarse llega la noticia de que Frank Miller, un forajido al que Will detuvo
y que estaba en prisión, ha sido indultado. Miller juró vengarse de Kane y
llegará a Hadleyville en el tren del mediodía. Su hermano Ben y dos pistoleros
aguardan su llegada con impaciencia. Kane ha cesado en el cargo y valora la
posibilidad de marcharse, influenciado por sus vecinos y sobre todo por su
esposa. Pero su sentido de la responsabilidad es más fuerte, de modo que decide
quedarse y hacer frente a Miller y su banda. Recaba la ayuda de los habitantes
de Hadleyville para formar un pelotón con que enfrentarse a los forajidos, pero
sus vecinos le hacen el vacío más absoluto, y hasta las autoridades de la
ciudad hacen gala de una cobardía total.
Una parábola del maccarthismo
Considerada por el
público adicto al cine del Oeste, pero de limitados conocimientos históricos,
como un Western estimable y poco más, SOLO
ANTE EL PELIGRO es, en realidad,
el más duro alegato cinematográfico contra el maccarthismo y la Caza de
Brujas emprendida en Hollywood a finales de los 40 y principios de los 50.
Bajo su tópico argumento subyace una ácida denuncia de las prácticas
inquisitoriales del siniestro Comité de
Actividades Antiamericanas, y también del comportamiento de una ciudadanía
que oscilaba entre la complicidad más abyecta con dicho comité y la cobardía
más ruin.
Los problemas que
marcaron el rodaje de esta película de Zinneman
estuvieron relacionados con su guionista. Carl
Foreman (23/7/1914—26/6/1984) era
uno de los mejores escritores de Hollywood, que había obtenido su primera
nominación al Oscar por el espléndido
guión de EL ÍDOLO DE BARRO (CHAMPION, Mark Robson, 1949), crudo retrato de un ambicioso púgil que lo
sacrifica todo, hasta la vida, por alcanzar la cima. Foreman, que estaba en el punto de mira de McCarthy y sus adláteres desde hacía tiempo, escribió el guión de SOLO ANTE
EL PELIGRO mientras era investigado por el ominoso comité, que poco después
le obligaría a comparecer ante su presencia. En su declaración Foreman reconoció haber pertenecido al
Partido Comunista en su juventud, si bien dejó claro que pronto pidió la baja
al desilusionarse con esa ideología. No obstante, se negó en redondo a dar
nombres de antiguos compañeros del partido, razón por la que fue etiquetado
como testigo hostil, lo que
significaba en la práctica que sería incluido en las tristemente célebres listas negras de la industria del cine.
Por otra parte, se puso en marcha una despiadada operación de acoso y derribo
contra su persona, a la que se sumaría increíblemente el productor de la
película, Stanley Kramer, que
demostró muy poca decencia con quien le había servido éxitos como la mencionada
EL ÍDOLO DE BARRO, CYRANO DE BERGERAC (ídem, Michael Gordon, 1950) u HOMBRES (THE MEN, Fred Zinneman,
1950). No está clara la actitud de Kramer,
tenido por un hombre liberal en el mundo del cine, pero es posible que en su
comportamiento influyera el estado de psicosis colectiva anti-comunista
imperante en aquel tiempo y el temor a ser incluido en las listas negras si defendía al guionista. Sea como fuere, Kramer intentó expulsar a Foreman de la producción de SOLO ANTE EL PELIGRO, lo que le
enfrentaría con Gary Cooper y Fred Zinneman, protagonista y director
del film respectivamente. Fue Cooper,
un hombre considerado de derechas y
defensor de los principios y valores tradicionales del americanismo, quien más
indignado y combativo se mostró con Kramer.
Cooper, a pesar de su ideología,
tenía muchos amigos que podían ser considerados como de izquierdas, Ernest Hemmingway entre ellos, y las
prácticas del Comité de Actividades Antiamericanas se le
antojaban abominables. Cuando Kramer
abogó por echar a Foreman, Cooper le plantó cara, pleiteando con
él y llegando incluso a amenazar con abandonar el proyecto si el guionista era
expulsado de la película por su negativa a dar nombres de supuestos comunistas
ante el comité. Con el apoyo de Zinneman,
Lloyd Bridges y otros miembros del
reparto y del equipo técnico, Cooper
logró que Foreman siguiese
trabajando en SOLO ANTE EL PELIGRO.
Foreman ya había escrito el guión
cuando planeaba sobre él la amenaza de la citación ante McCarthy y sus esbirros, así que
decidió trasladar a la acción del film el tenso clima político que se respiraba
en USA en aquel momento. De este modo, la sencilla película del Oeste, que Foreman había pergeñado a partir del
relato The Tin Star de John Cunninghan, devendría en la más
notoria parábola del maccarthismo que
ha dado el cine. Con todo, Kramer,
sin duda para contentar a los infames miembros del comité, consiguió que no
apareciese el nombre de Foreman en
los títulos de crédito como ayudante de dirección, aunque no pudo impedir que
apareciese como guionista. El escritor sería nominado a los Oscars por su magnífica labor.
Después de SOLO ANTE EL PELIGRO Foreman fue incapaz de conseguir
trabajo en el cine durante seis años, por lo que decidió emigrar a Europa. En
cierto modo, su forzado exilio de Hollywood fue menos gris y más productivo que
el de otros colegas suyos, pues en Gran Bretaña estableció contacto con J. Lee Thompson y Richard Attenbourough, con quienes emprendió diversos proyectos que
le hicieron rico. Interesado por una exitosa novela de Pierre Boulle, compró personalmente los derechos de la obra que
daría pie a EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI (THE BRIDGE ON THE RIVER KWAI, David
Lean, 1957), colaborando en el guión junto a Boulle, Calder Willingham
y Michael Wilson. Esta película
también seria víctima de los prejuicios y paranoias de la extrema derecha
americana. Hedda Hopper, vocera de
la crítica más reaccionaria, abogó por eliminar
de los créditos los nombres de aquellos despreciables “comunistas”. EL PUENTE SOBRE
EL RÍO KWAI fue estrenada como si sólo Pierre
Boulle fuese responsable de la historia, de forma que el escritor francés
se llevó todo el mérito al obtener el Oscar
al mejor guión. Sólo en fechas muy posteriores se reconocerían las inestimables
aportaciones de Wilson, Cunningham y, sobre todo, Foreman al éxito del film dirigido por Lean.
La industria
cinematográfica británica, no tan poderosa como la norteamericana pero muy
pujante, otorgaría a Carl Foreman el
reconocimiento que en su país de origen se le negaba por absurdos motivos
ideológicos. Guionista y productor, fue nombrado director del Instituto
Británico del Cine (British Film Institute) en 1965. Además de recibir la Orden
del Imperio Britanico, un premio BAFTA,
concedido por la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión,
que galardonaría al mejor director, productor o guionista británico novel, fue designado con su nombre. De esta forma
Gran Bretaña honraba a uno de los más grandes guionistas que han existido, que
sufrió acoso y persecución en su propio país y fue obligado a exiliarse por su
manera de pensar. Una lacra que empañará siempre la imagen de Estados Unidos y
Hollywood.
Mucho más que un western
SOLO ANTE EL PELIGRO funciona como una espléndida cinta del Oeste, pero su
fondo es mucho más complejo y crítico de lo que pudiera parecer a primera
vista. Foreman vertió en el guión
toda la amargura y todo el desasosiego que le provocaban los acontecimientos
desatados por McCarthy and company.
Hasta el más pequeño detalle del film está relacionado, directa o
indirectamente, con lo que estaba ocurriendo en USA en aquel tiempo.
Hadleyville, el pueblecito del Oeste donde transcurre la acción es, en
realidad, una extrapolación de los Estados Unidos de principios de los 50, con
todas sus lacras y defectos bien visibles. Sus habitantes, que en principio
pudieran parecer honestos y sencillos, se revelarán como un hatajo de cobardes
que, ante la inminente llegada de Frank
Miller (memorable trasunto del odioso McCarthy),
se esconden en cantinas, iglesias o en las habitaciones de invitados de sus
propias casas. Cualquier cosa antes que arropar al sheriff Kane y ayudarle a hacer frente a esa banda de forajidos. Como el
grueso de la sociedad estadounidense, que no hizo nada por parar los sucios
manejos inconstitucionales del infame senador por Wisconsin, los
habitantes de Hadleyville recurren a pobres e inconsistentes excusas para no
ayudar a Kane. Foreman también enfiló sus críticas hacia la administración de
justicia y hacia esos jueces que, por miedo, por un equivocado sentido del
patriotismo, o por ambas cosas, dictaron sentencias injustas contra los
perseguidos durante la Caza de Brujas.
Estos siniestros personajes están representados en el film por el juez que
condenó a Miller a la cárcel, pero
que ante el regreso del pistolero retira la bandera de su sala de vistas y sale
huyendo como alma que lleva el diablo. También es obligado mencionar aquí un
detalle harto significativo: cuando Kane
va a ver a un amigo para pedirle ayuda, éste se esconde tras una puerta
mientras su mujer trata de dar la cara por él. El personaje se llama en el
film… Sam Fuller. Está claro que con
la inclusión de esta secuencia Foreman
pretendía echarle en cara su actitud al director de MANOS PELIGROSAS (PICKUP ON
SOUTH STREET, 1953), pues Fuller,
supuesto amigo del guionista, no quiso tratar con él cuando empezó a ser
asediado por el comité.
Foreman, que declararía haberse sentido identificado con el personaje del Marshall al ser citado ante el comité,
cargó las tintas en la descripción negativa de los parroquianos de Hadleyville,
haciendo que hasta el supuestamente honorable amigo de Kane y presidente de la junta vecinal, interpretado por el gran Thomas Mitchell, se niegue a ayudarle y
le conmine a abandonar la ciudad como una rata. La vergonzosa forma de actuar
de la gente influye incluso en los niños, que juegan a los pistoleros
representando un duelo en el que quien hace de Kane resulta muerto por los que encarnan a Miller y su banda. Así, la imaginaria población de Hadleyville se
convierte en un reflejo de los Estados Unidos de los añós 50, en los que el
grueso de la gente, por miedo y cobardía pero también por puro egoísmo, secundó
por acción o por inacción las prácticas de McCarthy
y otros como él.
El Marshall Kane es retratado como una especie de héroe a la fuerza. Tiene dudas, pero a pesar de ello sigue adelante
solo, mientras todo el pueblo se quita de en medio esperando que lo maten. Tan
sólo dos personas le ofrecen ayuda: un viejo borracho y tuerto y un adolescente
indignado ante la cobarde actitud de toda una ciudad. Estos dos personajes,
débiles físicamente pero dotados de un sentido de la moral infinitamente
superior al de cualquier habitante de Hadleyville, simbolizan a los escasos
estadounidenses que abogaban por hacer frente a la injusticia que simbolizaba McCarthy. Pero Kane, consciente de que no tendrían ninguna oportunidad frente a
los avezados gunmen de Miller, rechaza conmovido el
ofrecimiento de ambos. Al final será su flamante esposa, redimida tanto por su
conciencia como por las palabras de Helen
Ramírez (Katy Jurado), quien ayude a su marido.
La acción del film
se desarrolla en tiempo real, con la abundante inserción de planos de relojes
para hacer más patente la amenaza que representa la llegada del tren. Tampoco
es gratuita la inclusión, en momentos muy señalados del metraje, de algunas
estrofas de la canción que acompaña los sencillos a la par que geniales
créditos iniciales. Parece que tales detalles, que contribuyen a aumentar casi
insoportablemente la tensión del film, fueron incluidos en el relato por Zinnemann, no formando parte del guión
de Foreman.
El mítico final de
SOLO ANTE EL PELIGRO es toda una
declaración de principios por parte del guionista. Tras acabar con Miller y sus hombres, Kane arroja al polvoriento suelo, con
inequívoco gesto de desprecio, la estrella que los cobardes habitantes de
Hadleyville no quisieron arropar con valentía, y tras subir con su esposa a la
carreta que le ha traído el muchacho que poco antes se ofreció para luchar a su
lado, abandona la ciudad. Unos años después, Carl Foreman también abandonaría su Hadleyville particular, los
Estados Unidos, asqueado por la apática actitud de sus compatriotas ante los
turbios manejos de McCarthy y su
cohorte de matones políticos.
SOLO ANTE EL PELIGRO es un gran Western, uno de los mejores títulos del
género. Pero también es un impresionante documento sobre una época de la
historia americana, los 50 y la ominosa Caza
de Brujas, que estuvo a punto de conducir a los Estados Unidos, la primera
democracia de la historia, al totalitarismo. En última instancia, y
curiosamente en parte gracias a los excesos de McCarthy y los suyos, esa amenaza fue conjurada. Pero el arte
cinematográfico sufrió un golpe del que jamás se repondría.
Antonio Quintana
Enero de 2015
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