LECTORES DE BOLSI & PULP:

CONTACTOS:

¡HOLA AMIGOS! ESTAN EN BOLSI & PULP, SITIO IMPERDIBLE PARA AMANTES DEL PULP

¡HOLA AMIGOS! ESTAN EN BOLSI & PULP, SITIO IMPERDIBLE PARA AMANTES DEL PULP
PINCHEN EN LA IMAGEN SUPERIOR Y DISFRUTEN DE NUESTRA VARIADA BOLSITECA

LO MÁS VISTO EN EL BLOG DURANTE ESTA SEMANA ES...

lunes, 27 de febrero de 2012

CHILE: DOS AÑOS DESPUÉS DEL TERREMOTO





Hoy día 27 de febrero del 2012 se cumplen dos años del apocalíptico terremoto que asoló tierras chilenas.

El horrible terremoto ya es historia y Chile nuevamente ha salido adelante demostrando una vez más su enorme fuerza. Lentamente el país se ha sobrepuesto y aunque muchos siguen con dolor, para la mayoría se trata de una mala pesadilla.

En Bolsi & Pulp se publicaron tres excelentes reseñas llamadas DEMASIADO DURO PARA MORIR, que contienen fotos y videos sobre todo lo sucedido durante y después del terremoto de 8.8 grados Richter. Los interesados pueden verlas pinchando acá.

Y para quienes quieren olvidar lo amargo del asunto y sonreír un poco, les dejo unos divertidos videos sobre Víctor Díaz alias “el zafrada”, que es el pequeño que aparece en la tercera parte de DEMASIADO DURO PARA MORIR, y que tiene problemas para pronunciar algunas palabras.

En el primer video podrán ver al mismísimo Hitler que recibe una video llamada del zafrada y en los otros dos videos, pueden disfrutar de un par de melodías, acompañadas de palabras del pequeño Víctor.

Espero que los disfruten.

Atte: ODISEO… Legendario Guerrero Arcano.




miércoles, 22 de febrero de 2012

RELATOS DEL DOCTOR BLOOD-5



Llegan a Bolsi & Pulp dos nuevos relatos del Doctor Blood. Si no conocen al Doctor Blood, pueden hacerlo pinchando acá.

En esta ocasión les presentamos los cuentos titulados BUSQUEDA y DEMONIO, que corresponden a los números 13 y 15 respectivamente.

Más información del Doctor Blood, viendo su blog pinchando acá.

¡Disfruten de los cuentos!


SINOPSIS BUSQUEDA. Relato número 13:

La vida del humano es una búsqueda continua. El problema es que a veces dicho proceso toma más tiempo que el que cualquiera pudiera imaginar. Con ustedes, Búsqueda.




SINOPSIS DEMONIO. Relato número 15:

Dejemos un rato libre a la imaginación: ¿qué pasaría si el demonio llegara a Santiago de Chile, hoy día? Con ustedes, Demonio.

martes, 14 de febrero de 2012

CARLOS DE SANTANDER, MAESTRO DE LA NOVELA ROMÁNTICA


En Bolsi & Pulp y con motivo del día de San Valentín, nuestro columnista Antonio Quintana, ha querido recordar a un destacado escritor de la novela romántica: Carlos de Santander.


POR ANTONIO QUINTANA CARRANDI


Las novelas de amor fueron, junto con las del Oeste, las más populares de la literatura bolsilibresca. La reina indiscutible del género “rosa” en España e Hispanoamérica fue, sin ninguna duda, Corín Tellado, que a lo largo de su dilatadísima carrera publicaría más de cuatro mil (4.000) títulos. Aunque la novela “rosa” existía desde mucho tiempo atrás, su eclosión como fenómeno literario de masas se produjo durante la penosa postguerra, que se prolongaría durante quince terribles años debido, entre otras cosas, al estallido de la II Guerra Mundial unos meses después de finalizar nuestra incivil Guerra Civil. En esa época de cartillas de racionamiento, miseria y penurias sin cuento, la literatura popular, los bolsilibros, ofrecieron al español de a pie un mundo de fantasía en el que poder evadirse de la tristísima realidad cotidiana. Gracias a las modalidades de intercambio y alquiler, los bolsilibros estaban al alcance de cualquiera, por exiguas que fuesen sus posibilidades económicas. Y los de mayor aceptación fueron, como he dicho, los del Oeste y los de Amor.

Dirigida a un público eminentemente femenino, la novela “rosa” fue escrita mayoritariamente por féminas. Hubo, no obstante, muchos escritores que publicaron novela romántica, algunos de ellos firmando como mujeres. Uno de los ejemplos más representativos lo tenemos en Francisco González Ledesma, el famosísimo Silver Kane, que cultivó el género “rosa”, con notable éxito, bajo el seudónimo de Rosa Alcázar. Antonio Vera Ramírez, Lou Carrigan, el mejor autor de bolsilibros que existe, dio a la imprenta un puñado de hermosos romances firmando como Ángelo Antonioni y Ángela Windsor. Pero si hubo un novelista que destacó en el género romántico, dejando una huella indeleble en varias generaciones de lectores, ese fue Carlos de Santander, alter ego literario de Juan Lozano Rico.

Cuando decidí escribir un artículo sobre este autor, se me presentó un peliagudo problema. No conseguí encontrar ningún dato relevante sobre él, aparte de la escueta semblanza biográfica que publicaba Bruguera en las contracubiertas de sus novelas. Tras largas y tediosas horas ante el ordenador, rastreando cualquier pista que encontraba sobre Carlos de Santander, hube de darme por vencido. Juan Lozano Rico sigue siendo, a día de hoy, un enigma, pues en la red no hay prácticamente nada sobre él, aparte de un listado de novelas en la Wikipedia y poco más. Incluso esa relación de títulos es incompleta, ya que sólo abarca los publicados por Bruguera entre 1972 y 1986, la mayoría reediciones, y me consta, porque poseo varios ejemplares de entonces, que dicha editorial publicó obras de este autor desde mediados de los años cuarenta como mínimo. Corín Tellado, cuya primera novela, “Atrevida apuesta”, fue publicada por Bruguera en febrero de 1948, comentó que por aquel entonces el autor romántico que más vendía era de Santander, lo que deja claro, por tanto, que cuando ella empezó, éste era ya un novelista consagrado.

Lozano Rico era radiotelegrafista de la marina mercante. Aparte de eso, poco más se sabe sobre su persona, lo cual resulta frustrante para un estudioso de la literatura popular como quien escribe. Por suerte, conozco bastante bien su obra, pues las suyas fueron las primeras novelas de amor que leí. Y he de admitir que me enganchó su estilo, convirtiéndome en un lector voraz e incondicional de sus romances.

La carrera de Carlos de Santander se desarrolló durante los durísimos años del Nacionalcatolicismo franquista. La omnipresente censura, tanto eclesiástica como política, ejercía una feroz salvaguarda de la “moralidad” pública. Los bolsilibros, literatura de masas, eran especialmente “peligrosos” a ojos de los censores, fueran éstos curas de sotanas fundamentalistas o meapilas de traje cruzado, gafitas de concha y pelo engominado. Y entre los bolsilibros, eran los románticos los que despertaban más suspicacias en aquella legión de tarados y reprimidos sexuales que nutrían las filas de los organismos censores. Puesto que estaban dirigidas principalmente a las mujeres, las novelas “rosa” estuvieron siempre bajo sospecha. Condenadas desde los púlpitos de las iglesias por sacerdotes que no tenían nada mejor que hacer, leídas a escondidas por las mismas beatas que coreaban las diatribas de aquellos párrocos semi-analfabetos, las novelas de amor eran examinadas con lupa no ya por los censores, si no por los mismísimos editores, que no querían tener ningún problema con las autoridades. El menor atisbo de erotismo era motivo suficiente para que la novela no fuese publicada. A veces era la propia editorial la que exigía al autor que cambiara tal o cual pasaje de la obra, para adaptarla a la arcaica y pacata moral española de la época. Así pues, los autores lo tenían muy difícil a la hora de describir ciertas cosas, por lo que no tuvieron más remedio que limitarse a sugerirlas. E incluso esas “sugerencias” tenían que disimularse, para evitar que la censura captara lo que se ocultaba bajo ellas. Cada escritor se las arregló como buenamente pudo. Corín Tellado desarrolló una especie de código, rápidamente asimilado por sus lectoras. Éstas sabían que si en una de sus novelas se mencionaba, por ejemplo, “la entrega”, de lo que se estaba hablando, en realidad, era del acto sexual. Esta habilidad de la autora asturiana le valdría el sobrenombre de “la pornógrafa inocente”. Pero el autor romántico que mejor supo burlar a la censura fue Carlos de Santander.

“De Santander metía mucha braga y quitaba sujetadores”, dijo Tellado de su colega, y no le faltaba razón. Obviamente, no debemos interpretar esta frase de un modo literal. Lo que Corín quería decir era que de Santander poseía una maestría especial para presentar determinadas situaciones entre un hombre y una mujer. Situaciones que, no siendo nada inocentes, semejaban serlo gracias a su talento como narrador. Entre los hombres y mujeres que protagonizaban sus novelas latía siempre una acusada atracción sexual, debidamente disimulada con eufemismos relativos al amor, la dicha, la felicidad, etcétera… Este escritor dominaba como nadie el arte de la insinuación, aplicándolo en mayor o menor medida, según fuese el argumento, en todas y cada una de sus obras; las cuales, dicho sea de paso, estaban también cargadas de romanticismo del puro, como mandaban los cánones bolsilibrescos.

La acción de sus novelas transcurría casi siempre en los EE UU, aunque también escribió muchas ambientadas en Inglaterra, España e incluso en Oriente. En ocasiones sus historias, aun siendo básicamente relatos de amor, tenían un componente policiaco o aventurero. Su periodo más interesante se corresponde con las décadas de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, años en los que, a mi juicio, vieron la luz sus mejores trabajos. En los sesenta sus novelas acusan una considerable merma de calidad, explicitada en unos argumentos más endebles y esquemáticos, unos diálogos menos trabajados y una lamentable parquedad descriptiva. ¿A qué se debió esto? Bueno, no puedo afirmar nada categóricamente, pero pienso que fue una consecuencia de su situación laboral. Creo que al dejar su trabajo para dedicarse exclusivamente a escribir, Lozano Rico se encontró con que tenía que aumentar su producción literaria para mantener su anterior nivel de ingresos, lo que se tradujo en una disminución de la calidad de sus textos. Tenga yo razón o no en este punto, lo cierto es que las obras que publicó desde mediados de los sesenta son muy inferiores, en todos los aspectos, a las de las décadas anteriores.

Poco más puedo decir sobre Juan Lozano Rico, Carlos de Santander, habida cuenta de la falta de datos sobre su persona. Si acaso añadir que su nombre merece figurar con letras de oro en la historia de la literatura popular española, pues fue uno de los mejores autores de novela romántica que ha dado nuestro país. Vaya desde Bolsi & Pulp mi más sincero homenaje para este gran profesional de la pluma, hoy injustamente olvidado.

Antonio Quintana.

sábado, 11 de febrero de 2012

HOMBRO CON HOMBRO


POR ANTONIO QUINTANA CARRANDI



Publicada en 1966, con el nº 572 de Hazañas Bélicas, esta novela de Lecha sitúa su acción en la campaña de Nueva Guinea, una de las más duras de la II Guerra Mundial en el Pacífico. El autor inicia el relato con una nota preliminar, en la que nos informa de que el argumento de la novela, si bien ficticio, tiene una base sustancialmente real. Pero ya comentaremos eso después. Ahora vayamos a la historia que relata la novela, que es lo que nos interesa.

Bajo la intrincada bóveda vegetal de la jungla de Nueva Guinea avanza penosamente una sección de paracaidistas americanos. Han sido lanzados en esa selva de pesadilla con la misión de exterminar a un grupo de tenaces nipones que se sabe opera en ese sector. Pero por un error de los pilotos del Dakota, el lanzamiento se efectuó a bastante distancia del lugar acordado en un principio. Como resultado de esto, la sección de paracas que manda el teniente Richard Gwinley se ha perdido, y el oficial no puede evitar sentirse terriblemente aprensivo. Sabe que no sólo han de temer a los fieros soldados del Sol Naciente, mucho mejor adiestrados para la lucha en la jungla que los hijos del Tío Sam, si no también a los nativos, los temibles papúes, que practican el canibalismo desde tiempos inmemoriales. La presencia de los siniestros nativos se hace notar por el insistente, monótono y obsesivo tronar de los tambores, allá, en lo más profundo de la espesura. La situación no es nada halagüeña, ciertamente, y Gwinley intenta mantener alta la moral de sus hombres, mientras trata de orientarse para poder reunirse con el grueso de sus fuerzas.

Los temores de Gwinley acerca de los nativos se confirman cuando uno de sus hombres, que se había quedado atrás, desaparece sin dejar rastro. Al día siguiente encuentran su cabeza ensartada en el extremo superior de un palo hincado en el suelo. El soldado Ned Erie ha servido de cena a los papúes.

No muy lejos de Gwinley y sus hombres anda el grupo de soldados nipones mandado por el capitán Ashiwo Tohai, del 9º Regimiento de Infantería de la 2ª División del Ejército Imperial. Tohai tiene el mismo problema que Gwinley. Está separado del grueso de sus fuerzas y no sabe si podrá reunirse con ellas. El valeroso oficial japonés tenía doce hombres bajo su mando, pero ahora sólo le quedan diez, ya que dos se han esfumado sin dejar rastro. A fin de tranquilizar al resto de sus hombres, Tohai declara que los desparecidos han desertado, pero en realidad sospecha de los papúes y de sus depravadas prácticas de antropofagia. Al capitán nipón, que ha visto a los americanos lanzarse en paracaídas, no le hace ninguna gracia la idea de encontrarse, por así decirlo, entre dos fuegos; de un lado los americanos y de otro los caníbales.

Los siniestros tambores papúes siguen sonando día y noche, ininterrumpidamente. Gwinley y Tohai, hartos de perder hombres a manos de esas alimañas con forma humana que habitan en lo más intrincado de la jungla, acuerdan una tregua. El sargento Wanabe, hombre de confianza de Tohai, ha sido capturado por los indígenas y el oficial nipón quiere ir a rescatarlo, antes de que los salvajes lo devoren. Pero sólo le quedan cuatro hombres, pocos para enfrentarse a cientos de papúes. Tohai propone al oficial yanqui unir sus fuerzas para rescatar a su sargento y protegerse de los constantes ataques de los caníbales. La tregua queda establecida hasta veinticuatro horas después de haber salvado el peligro representado por los antropófagos, y ambos oficiales acuerdan que, si uno de los dos bandos se encontrase con fuerzas propias, dejaría marchar libres a los componentes del otro, a menos que éstos decidieran rendirse voluntariamente.

Así, dispuestos a luchar hombro con hombro contra las fieras bípedas que habitan ese infierno verde, americanos y japoneses llegan hasta la aldea de los papúes. El sargento Wanabe todavía está vivo, aunque los salvajes se disponen a sacrificarlo en ese mismo momento. Pero una sorpresa aguarda a nipones y yanquis. En la aldea se encuentra también una hermosa mujer blanca, a la que los salvajes adoran como si fuese una Diosa, y que parece disponerse a presidir la macabra ceremonia del sacrificio humano. Gwinley, Tohai y sus hombres se lanzan al ataque, sembrando el pánico entre los nativos con sus armas de fuego y sus explosivos. Tohai logra rescatar a su sargento, mientras Gwinley va a por la mujer. Consigue llegar hasta ella y sacarla de allí, pero en la confusión del combate se ven obligados a huir hacia la espesura, alejándose de Tohai y los soldados.

Una vez relativamente a salvo, el teniente interroga a la muchacha. Esther relata a su salvador su terrible odisea. Enfermera de un hospital de vanguardia, situado cerca de la costa, un día cometió la imprudencia de alejarse demasiado del hospital en compañía de otra enfermera. Un grupo de salvajes las capturaron y se las llevaron a lo más profundo de la selva. Esther nunca supo qué había sido de su amiga, aunque sospechaba que había acabado en los estómagos de aquellas bestias de apariencia humana. En cuanto a ella, la vistieron como a una de sus mujeres y la convirtieron en la Diosa Blanca de su tribu, fascinados por la blancura de su piel y por el color dorado de sus cabellos. Al principio, le hicieron presenciar uno de sus macabros banquetes y ella, incapaz de soportar tan horripilante espectáculo, había perdido el conocimiento. Los salvajes necesitaban la presencia de su Diosa Blanca en cada sacrificio, de modo que decidieron drogarla para impedir que se les desmayase en cada nuevo festejo. Y así llevaba la pobre muchacha varios meses.

Tras estas revelaciones y un breve descanso, Gwinley y la muchacha emprenden la marcha a través de la espesura, en busca de Tohai y los demás. Pero los papúes, enfurecidos por lo que consideran el rapto de su Diosa, se desperdigan por la jungla en su busca, dispuestos a recuperarla al precio que sea. Tras un enfrentamiento con un par de papúes que están a punto de sorprenderlos, el teniente y Esther logran hallar a Tohai y al resto de los soldados nipones y americanos. Pero ahora los salvajes son más peligrosos que nunca, y el reducido grupo de militares deberá recurrir a todo su valor y a toda su astucia para escapar de los centenares de caníbales enloquecidos que los buscan.

HOMBRO CON HOMBRO es una historia repleta de acción y aventura. Con su maestría habitual, Carrados logra transmitirnos la tensión nerviosa que se abate sobre unos hombres obligados a desenvolverse en un entorno natural hostil, en el que el peor enemigo no es ningún animal irracional, sino otros seres humanos que practican la execrable lacra de la antropofagia. La novela guarda cierto paralelismo con FORT BRAVO, aquel excelente western dirigido por John Sturges en 1953 y protagonizado por William Holden y Jonh Forsythe. En dicha película, un grupo de soldados yanquis y otro de confederados, enemigos en la Guerra de Secesión, deben unir sus fuerzas para hacer frente al ataque de los temibles apaches mescaleros. ¿Se inspiró Lecha en ese western a la hora de pergeñar el argumento de esta obrita? No lo sé, aunque es muy posible, ya que FORT BRAVO fue un film de gran éxito en España.

Y, efectivamente, lo que cuenta Carrados en esta novela tiene una base real. Tanto el ejército nipón como el americano perdieron muchos hombres a manos de los repugnantes papúes, lo que sin duda contribuyó a hacer de la campaña de Nueva Guinea una de las más feroces de la guerra en el Pacífico.

De esta novela, además del estupendo argumento, cabe destacar la calidad de la cubierta. Por desgracia, Toray no solía publicar en los créditos interiores el nombre del autor de la portada, y ésta viene sin firmar. Una lástima, porque la ilustración es realmente notable.


lunes, 6 de febrero de 2012

VIDEOS DE CURTIS GARLAND



Estimados amigos de Bolsi & Pulp, les traigo algo sensacional:

Dos videos que contienen el fragmento de una entrevista al gran Juan Gallardo Muñoz... ¿No saben quién es Juan Gallardo Muñoz? ¡Pues Curtis Garland amigos! En dicha entrevista, explica como el actor George Sanders le animó a que comenzará su carrera literaria.

Los videos son fragmentos del programa "La hora del lector".
¡Disfruten de los videos y saludos Bolsilibrescos!

Atte: ODISEO... Legendario Guerrero Arcano.