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miércoles, 23 de junio de 2010

SIEMPRE BABY


Dedicado a todos los fans de Brigitte Baby Montfort y de su creador, Lou Carrigan.

Por Antonio Quintana Carrandi


Es un hecho que durante la época de esplendor de las llamadas novelas de a duro o bolsilibros, los personajes femeninos que aparecían en las mismas tenían un rol marcadamente secundario. El único género en el que la mujer era protagonista absoluta fue, obviamente, el romántico. En todos los demás ejerció, salvo en contadísimas ocasiones, el papel de comparsa, reposo del guerrero o premio para el esforzado héroe de turno. Pero a mediados de los años sesenta esto cambió radicalmente, gracias a un joven novelista español que creó, prácticamente de la nada, la más fabulosa heroína de acción jamás soñada, y el personaje femenino mejor perfilado de la literatura de evasión.

A principios de la década de los sesenta, el productor cinematográfico Albert Cubby Broccolli y su socio Harry Saltzman, adquirieron los derechos para el cine de las novelas protagonizadas por James Bond, agente secreto 007, surgido de la fértil imaginación del comandante Ian Fleming, un antiguo miembro de los servicios de Inteligencia británicos reconvertido en escritor de gran éxito. Las adaptaciones cinematográficas del personaje comenzaron con la estupenda 007 CONTRA EL DOCTOR NO, y se prolongaron, con diversos altibajos, hasta la actualidad. Gracias a esta franquicia, el género de espionaje, que siempre había gozado del favor del público, alcanzó unas cotas de popularidad inimaginables, lo que animó a las empresas editoriales a lanzar colecciones de novelas de dicha temática. El mercado de los bolsilibros no podía ser ajeno en modo alguno a esta moda, y así surgieron como hongos series de novelas de a duro dedicadas a narrar las aventuras de un puñado de esforzados agentes secretos en perpetua lucha contra los enemigos del denominado Mundo Libre. Huelga decir que los protagonistas de dichas aventuras eran siempre hombres, a veces distinguidos caballeros de modales exquisitos incluso a la hora de matar, como el propio 007; y otras, machotes desgarbados con el cerebro en el gatillo de su pistola, cual clones del celebérrimo detective Mike Hammer creado por Mickey Spillane. Pero en 1965 nació el que sería, sin ningún género de dudas, el personaje más original de la literatura de espionaje: Brigitte Baby Montfort, una especialísima agente de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA), cuyas aventuras fueron, en ocasiones, incluso más espectaculares que las de su colega Bond.

Brigitte Montfort fue creada en parte por la Editora Monterrey de Rio de Janeiro, como explica Lou Carrigan en su weblog; pero la Baby que todos conocemos y amamos surgió de la fecunda mente del novelista barcelonés. La heroína de acción que empezó como el proyecto de un editor interesado en crear un James Bond femenino, terminó convirtiéndose en la creación más íntima y personal de uno de los más grandes novelistas que ha dado la literatura en lengua castellana.

Las aventuras de esta extraordinaria mujer fueron un éxito desde el principio. El hecho de que una despampanante belleza protagonizara una serie de relatos de espionaje atrajo a numerosos lectores, que seguían con avidez las peligrosas aventuras que Carrigan ideaba para ella. En España Baby se convirtió en un personaje de culto para los aficionados a la llamada literatura de quiosco. Pero en América fue un auténtico bombazo editorial, que hizo de Lou Carrigan el novelista más admirado en numerosos países de habla hispana. Hoy, cuarenta y cinco años después de su primera aparición, Baby sigue siendo recordada como el personaje más popular de la moderna literatura de aventuras, y sus seguidores somos legión a ambos lados del Atlántico.


¿A qué se debió el extraordinario éxito de este personaje? ¿Cómo se explica la pervivencia, a través de las décadas y de las generaciones, de esta heroína de novelas populares? Responder a estos interrogantes es más fácil de lo que parece. La inmensa fama de Baby como personaje legendario de la literatura de evasión puede explicarse con sólo dos palabras: Lou Carrigan.

En efecto, tengo para mí que si Baby hubiese sido escrita por otro autor, jamás habría alcanzado la fama que goza actualmente. Otro novelista cualquiera se habría limitado, posiblemente, a satisfacer las exigencias del editor sin complicarse la vida en exceso, limitándose a parir un trasunto de 007 con faldas; habría pergeñado, sin duda, un buen número de aventuras espectaculares pero repetitivas, calcadas unas de otras; seguramente su Baby habría acabado semejando una criatura andrógina, casi hombruna, para hacer creíble su superioridad física sobre sus letales enemigos masculinos; o peor aún, una muchachita demasiado dulce y políticamente correcta, al estilo de Los Ángeles de Charlie, cuyas aventuras habrían tenido que ser forzosamente sobrias, cuando no insulsas. Una Baby así podría haber tenido cierto éxito al principio, pero jamás habría alcanzado la fama y longevidad de la extraordinaria creación del maestro Carrigan.

El novelista barcelonés dotó a su heroína de una acusada personalidad, que la situaba a años luz de Bond y sus imitadores, incluida la también muy popular en los tebeos de los años sesenta Modesty Blaise. 007 y sus clones eran básicamente algo así como funcionarios del espionaje, gente que cumplía las misiones encomendadas por sus superiores sin cuestionarse jamás la moralidad de las mismas. Carrigan, por el contrario, proporcionó a Brigitte una conciencia crítica y un gran sentido de la ética, no sólo profesional, que hicieron de ella el personaje más complejo y a la vez honesto y realista de la literatura bolsilibresca. Baby no es una burócrata al servicio de la CIA. Los principios y valores que respeta son tan elevados que, en ocasiones, no sólo se cuestiona algunas de las misiones que se le encomiendan, sino que incluso llega a rechazarlas… o a cumplirlas guiándose por su particularísimo criterio, aunque no siempre la CIA salga beneficiada con el resultado obtenido. Sus jefes, que la conocen muy bien, tienen especial cuidado a la hora de encomendarle trabajos, procurando que éstos sean dignos de la mejor espía del mundo y que, en lo posible, la naturaleza de los mismos no esté en abierta confrontación con su exquisita integridad humana. De todas formas, serán numerosas las ocasiones en que los jefazos de la Agencia no pongan a la divina espía al tanto de todos los pormenores de las misiones que le encargan, llegando incluso a tratar de engañarla en alguna ocasión, lo que provocará que en un momento determinado Baby abandone temporalmente la organización, harta de bregar con tanta porquería.

Y esto de la porquería nos lleva a otro detalle original de la obra carriganiana. Mientras que en el grueso de la producción de espionaje de la literatura popular predomina el esquema de buenos y malos, situando siempre a la CIA y otros servicios de Inteligencia aliados entre los primeros, Carrigan opta por ofrecer una visión descarnadamente rea-lista del inframundo del espionaje, en el que nada es lo que parece y la traición, el crimen y la infamia son herramientas empleadas por todos los bandos en liza, sin distinción de ideologías. La CIA descrita por el maestro Lou, aunque exaltada en algunas novelas por su patriotismo y su defensa de los valores de la democracia norteamericana, es un fiel reflejo de la CIA real, siempre enfangada (como cualquier otro servicio secreto) en operaciones casi criminales, destinadas a la obtención de una ventaja política o militar para EE.UU. Éste es el lado oscuro de la Agencia, el que más aborrece Brigitte y el que se esfuerza en combatir con toda su alma. Su posición de preeminencia en la CIA le permitirá deshacer algunos de los entuertos urdidos por ésta, lo que causará no pocos dolores de cabeza a sus superiores, que valoran muchísimo a la agente NY-7117 y sus capacidades, pero que, por otro lado, desearían que se mostrase algo más sumisa ante las directrices emanadas de la Central en Langley. Pero ella es una mujer de gran carácter, que tiene una idea muy clara del bien y del mal, y jamás acepta plegarse a los deseos de la CIA si éstos pueden causar algún daño a personas inocentes, aunque EE.UU. salga beneficiado por ello.

Es quizás esta faceta de la personalidad de Baby la que mejor explica su tremendo éxito, sobre todo en los países de Hispanoamérica, considerados por el gigante norteamericano como su particular patio trasero, y que han sufrido a lo largo de su historia reciente las injerencias, no siempre bienintencionadas, de su poderoso vecino del norte. Otro aspecto de nuestra amada espía que resulta francamente atractivo es su absoluta despreocupación por los planteamientos ideológicos. Brigitte es demócrata, pero en su larga experiencia como profesional del espionaje ha aprendido que incluso los gobiernos más democráticos del mundo están dispuestos a cometer cualquier canallada si a cambio pueden obtener algún rédito, ya sea político, militar o económico. Nuestra heroína es consciente de que existen determinadas ideologías políticas nefastas, tales como el nazismo y el comunismo, cara y cruz de la misma moneda criminal. Pero aunque deteste el totalitarismo de la URSS, no dudará en colaborar con algún agente soviético si con ello puede evitar un desastre global.

En la publicidad que Bruguera hizo de la serie, se decía que Baby era una dulce muchachita que prefería una rosa a un cohete nuclear. Y así es, en efecto. Brigitte, como espía, es inteligentísima e implacable; pero como mujer es sencillamente adorable. Carrigan logró equilibrar perfectamente ambas facetas del personaje, la de heroína de acción y la de mujer sensitiva, capaz de hacer cualquier cosa para ayudar a quien lo necesite y lo merezca. La bellísima morena de grandes y profundos ojos azules como el mar es tierna, cariñosa, comprensiva y solícita con los débiles… y fría y despiadada con los criminales de toda laya que infectan este pobre mundo. Puede regalar a un orfanato u hospital infantil dos millones de dólares, con la misma sencillez con la que poco antes le ha metido una bala en la cabeza a un sujeto que pretendía iniciar una campaña de atentados terroristas por todo EE.UU. Es capaz de perdonar la vida a un agente de la MVD soviética que ha luchado noblemente contra ella, y de ejecutar con absoluta frialdad a quien haya traicionado a los EE.UU. por afán de lucro personal. Pero si hay algo que Baby jamás perdona es el asesinato de un Simón, de uno de sus queridos niños, compañeros de la CIA, todos y cada uno de los cuales estarían dispuestos a dejarse arrancar la piel a tiras por ella. En ocasiones, Brigitte aceptará cumplir determinadas misiones sólo para vengar la muerte de algún Simón salvajemente asesinado sin necesidad.

Otra notable faceta de nuestra amada espía carriganiana es, como ya he mencionado anteriormente, su fabulosa inteligencia. Entrenada en las más depuradas técnicas de combate cuerpo a cuerpo, y capaz de emplear cualquier arma de fuego conocida, Baby sólo recurre a la violencia cuando no queda otra opción, característica ésta que la diferencia de la mayoría de los héroes de acción tanto del cine como de la literatura. Si existe un modo no violento de solucionar un problema, ella se decantará por esta opción. Pero si las cosas se complican y es inevitable recurrir a la violencia… Bueno, que Dios se apiade de las almas de quienes se le enfrenten; porque entonces esa maravillosa y angelical criatura se transformará en la más perfecta máquina de matar. Baby es una experta budoka. Carrigan, buen conocedor de las Artes Marciales orientales, no en vano es un gran judoka, describe con maestría los innumerables combates cuerpo a cuerpo que libra la divina espía contra enemigos en apariencia mucho más peligrosos que ella. Estas alucinantes escenas de lucha, vívidamente narradas por nuestro apreciado Lou, tienen un ritmo casi cinematográfico y dejan sin aliento al lector, tal es su realismo.

James Bond 007 estaba arropado, sobre todo en las pri-meras películas de la franquicia, por un puñado de sugestivos personajes secundarios: M, su jefe; la eficaz y bella Moneypenny, secretaria del anterior y eterna enamorada sin esperanza de James; Q, el encargado de material, inventor de todos los cachivaches tecnológicos y de las armas especiales que emplea el héroe con profusión; Félix Leiter, agente de la CIA y buen amigo de BondCarrigan también rodeó a Baby de un buen plantel de personajes secundarios, cuyas personalidades están tan magníficamente trazadas como la de la protagonista, y que contribuyeron a enriquecer notablemente sus aventuras. Mister Cavanagh, jefe del grupo de acción de la CIA y buen amigo de Brigitte desde que ésta le salvase la vida en una arriesgada misión en Buenos Aires; Charles Alan Pitzer, tío Charlie, jefe del sector Nueva York y su inmediato superior; Miky Grogan, director del Morning News, el diario neoyorquino en el que nuestra protagonista presta sus servicios como periodista; y sobre todo, Frank Minello, columnista deportivo del mismo diario, un tipo guapo, un ex boxeador fuerte, simpático, que bebe los vientos por Brigitte y que daría la vida por ella de ser necesario. Lo mismo que Cavanagh, Pitzer y Grogan, dicho sea de paso. Obligado es mencionar también a McGee, el Q particular de Brigitte, creador, entre otras cosas, del bonito y peligrosísimo maletín rojo con florecillas azules que siempre acompaña a nuestra heroína, y que encierra en su interior un arsenal que dejaría boquiabierto al mismísimo 007; McGee ha inventado, además, el fantástico suero llamado Blackcolor, de aplicación subcutánea y que torna negra la piel de quien se lo inyecta, argucia que Brigitte ha utilizado siempre que le ha convenido aparecer como una encantadora (o mortífera) muchacha de raza negra.

A lo largo de su intensa actividad profesional por los cinco continentes, Brigitte ha hecho un montón de buenos amigos que también están dispuestos a hacer lo que sea por ella, entre los que destacan John Pearson, fabuloso espía británico conocido como Fantasma; Monsieur Nez, uno de los grandes jefes del servicio secreto francés; y Wilhelm Von Steinheil, un veterano agente de la Abwehr germana, héroe de la II Guerra Mundial, un espía legendario cuyo nombre en clave era Alexandria. Todos estos hombres, y muchos otros que Brigitte conocerá a lo largo de los años, irán conformando la que podríamos llamar la gran familia Baby, un grupo de personas que colaborarán con ella en docenas de aventuras, y que a pesar de su condición de secundarios no son en absoluto simples personajes de soporte, sino eficaces contrapuntos de la protagonista, dotados de entidad propia. Porque ése es otro de los grandes aciertos de Carrigan: el de dotar a los personajes secundarios de una personalidad bien definida, que los hace muy creíbles para el lector.

Brigitte es una criatura tan adorable que son muchos los hombres que se enamoran perdidamente de ella, empezando, claro está, por el simpaticote y algo bruto Minello. Sin embargo, dada la extraordinaria personalidad de la fabulosa espía, el hombre capaz de adueñarse de su corazón tenía que ser, forzosamente, un individuo fuera de serie. Pearson habría hecho muy buena pareja con Baby, no sólo en labores de espionaje, y otro tanto podría decirse del mítico Alexandria, a pesar de ser bastante mayor que ella. Pero no; el hombre al que Brigitte entregaría su corazón y su vida entera tenía que ser tan especial como ella. Y así, en 1969, en la aventura titulada Operación *Estrellas*, el maestro Carrigan nos presentó al que, a partir de entonces, sería el único y gran amor de la divina agente de la CIA: el norteamericano Clark Coleman, secretísimo agente de la C.I.A. conocido y temido en el mundo del espionaje con el nombre de Número Uno, el mejor espía masculino de todos los tiempos, un tipo frío como el hielo que está considerado como la única persona que podría derrotar a la legendaria Baby. Con la inclusión de este personaje, Carrigan consiguió aumentar aún más si cabe el interés de las aventuras de su heroína. Si por separado Baby y Número Uno eran imbatibles, juntos son prácticamente invencibles. El amor de Número Uno hará que Brigitte se replantee muchas cosas, especialmente cuando, tras dimitir de la C.I.A. al ser objeto por parte de ésta de una sucia jugada, y más que harto de los oscuros manejos del mundo del espionaje, Número Uno adopta el nombre de Angelo Tomasini y se retira a Villa Tartaruga, su quinta en la isla de Malta, y hará todo cuanto esté en sus manos para convencer a Brigitte de que abandone el sucio y peligroso mundo de los espías y se quede con él. En un momento concreto parecerá que ella está dispuesta a complacerle, y de hecho nada la haría más feliz que poder dejarlo todo y dedicarse al hombre al que ama. Pero en este desgraciado mundo las fuerzas del mal no descansan, y serán numerosas las ocasiones en que la agente Baby deba regresar a la acción para abortar algún plan criminal que amenaza la paz mundial. Y en esos momentos, Número Uno estará a su lado, del mismo modo que ella le secundará cuando sea él quien tenga que embarcarse en alguna aventura peligrosa.

Si se leen las novelas de Baby por el orden en que fueron apareciendo, y se contrastan sus argumentos con lo que estaba ocurriendo en el mundo en aquellos días, se comprobará que Carrigan no se conformaba con inventar aventuras intrigantes y espectaculares, sino que recurría a la realidad política y social del momento para desarrollar historias íntimamente relacionadas con los acontecimientos mundiales de la época. Así, en las obras de Brigitte encontramos constantes referencias al enquistado conflicto árabe-israelí; a asesinatos políticos como el de los hermanos Kennedy o el de Martin Luther King; a las peligrosas tensiones entre los dos bloques ideológicos; a las intentonas soviéticas por crear nuevas Cubas en América Latina; a la carrera espacial… El hecho de que las aventuras de Baby tocaran tantos y tan variados temas reales fue otro de los factores que contribuyeron a afianzar su popularidad, convirtiéndola en un personaje de culto, hasta el punto de que en Brasil se afirmaba que el tal Lou Carrigan era un intelectual norteamericano, antiguo agente de la CIA, que utilizaba sus amplios conocimientos en materia de espionaje y servicios de inteligencia para ganarse la vida como autor de novelas de aventuras.

Con nada menos que quinientos títulos protagonizados por esta insuperable heroína, el barcelonés Antonio Vera Ramírez, nombre real de Lou Carrigan, ha establecido un récord difícilmente igualable: el del autor que más obras ha dedicado a un mismo personaje. Brigitte ha entrado así en la historia de la literatura de aventuras por partida doble: como el mejor personaje femenino de acción jamás creado por novelista alguno, y como uno de los iconos más longevos de la novelística de aventuras. Si por algo recordarán a Carrigan las futuras generaciones de lectores, será por haber sido el creador de Brigitte Baby Montfort, la agente más extraordinaria de la literatura de espionaje.

La primera novela de Baby apareció en 1965; la última, en 1992. Actualmente, papá Carrigan, como ella le llamaba en la publicidad de las contracubiertas de la edición de Rollán, está editando en formato digital todas sus aventuras, en cuidados volúmenes que incluyen tres títulos cada uno. Una ocasión de oro para que los seguidores de la divina espía se hagan con las novelas que les falten, y también para que los más jóvenes puedan conocer al personaje más popular que ha dado la literatura de aventuras en lengua española durante las últimas décadas. Para los que nos criamos leyendo bolsilibros, Baby es casi real, y muchos de nosotros soñamos, siendo chavales, con compartir sus fabulosas aventuras, acompañándola como Simones. Por eso, el autor de este modesto ensayo no puede evitar preguntarse dónde y qué estará haciendo ahora, mientras leéis este trabajo, nuestra admirada Baby. Veamos, si en 1965 tenía veinticinco añitos, ahora tendrá setenta, aunque aparentará diez menos. Pero no creo que esté en un geriátrico, nada de eso. Estará en Malta, en Villa Tartaruga, junto a su amado Número Uno, que a estas alturas debe de ser un anciano de impresionante estampa, muy en la línea de ese gran actor británico de carácter que fue C. Aubrey Smith. Me los imagino allí, en esa hermosa isla mediterránea, disfrutando de los últimos años de sus vidas y de la paz y la tranquilidad que se merecen, tras llevar una existencia tan agitada y peligrosa. Los veo gozando del mar y del Sol y cada uno de la compañía y el cariño del otro, todavía con algunos años por delante para estar juntos. Este es el final que a mí, personalmente, me gustaría que tuviera la historia de Brigitte Montfort y Número Uno… Y sé de buena tinta que en efecto, así viven, pasando temporadas en Malta y temporadas en Nueva York, disfrutando alternativamente de sus amigos en la ciudad y de su soledad en Villa Tartaruga. Pero tengo que hacer una aclaración: de ninguna manera ellos han abandonado su dedicación al bienestar de la Humanidad, pues juntos dirigen la temida L.O.U (Love Organization Unite), organismo dedicado a la lucha contra el Mal que respaldado por todos los grandes amigos de Brigitte (espías, políticos, magnates, presidentes de muchos países, aventureros nobles, y sobre todo y siempre sus queridos Simones) lucha contra la maldad en todo el mundo, castigando severamente al malo y ayudando y favoreciendo por todos los medios al bueno… Pero sí, también saben disfrutar de su merecido descanso tras décadas de combatir contra las fuerzas de la oscuridad. Y mientras ellos descansan (relativamente, pues Brigitte no sabría permanecer inactiva e impasible mientras el Mal esté en circulación por el mundo) nosotros continuaremos deleitándonos con sus fantásticas aventuras en papel, que nos regaló ese gran profesional de la pluma y buen amigo que es Antonio Vera Ramírez, Lou Carrigan; sin ningún género de dudas, el mejor autor de bolsilibros de la historia.

7 comentarios:

Juan Castillo dijo...

Unas historias excelentes con unas portadas sugerentes, contribuyeron al tremendo éxito de ésta colección

jaberasa

http://bolsilibrosblog.blogspot.com/

Leox dijo...

Leyendo estos articulos , me dan ganas de postular a un fondo del libro y publicar una revista con datos bolsilibrescos
felicitaciones , por el profesionalismo en cada articulo y esperemos que dios nos acampañe en pubicación en papel

Charles Gramlich dijo...

Great covers.

ODISEO dijo...

Jaberasa: Totalmente de acuerdo. Y no hay que olvidar que las mejores portadas de la serie, estaban a cargo del genial señor Benicio de Brasil.

Leofumopio: Como decía el líder de la banda THE CLASH: “todo vale y hazlo tú mismo”. Y como creador de nuestro amado blog Bolsi & Pulp, lo debes saber mejor que nadie compadre. Así que adelante, que Odiseo seguirá apoyándote en esta cruzada bolsilibresca. Y obviamente que felicitaciones al genial amigo Quintana, cuyos artículos son cada vez mejores.

Charles Gramlich: Toda la razón amigo, las portadas son muy buenas. Thank You!!

¡Un abrazo a todos y gracias por comentar!

Atentamente: Odiseo...Legendario Guerrero Arcano.

Zerch dijo...

Increible, empecé a leer esto por el género fantástico pero esto si me dejó con la boca abierta, tanto por el personaje como por el profundo conocimiento de Antonio Quintana (o investigación que hizo del tema), lo que me hace preguntarme: ¿por qué no han creado, una película de Brigite Baby Montfort? Será una cruda realidad para el agente 007? bueno en la página de Lou carrigan dice la respuesta...
Pero sin duda sería genial hacerla!!!

Anónimo dijo...

Estimado amigo Zerch:

Mi conocimiento sobre las aventuras de Baby proviene, básicamente, de las muchas novelas de esta colección que tengo la suerte de poseer, y por la fascinaciónque siempre ha ejercido sobre mi Lou Carrigan, un autor excepcional que nada tiene que envidiar a ciertos novelistas anglosajones mejor considerados por la crítica pero que, en realidad, lo que escriben son novelas "de a duro" de tropecientas páginas, enlas que cargan excesivamente las tintas en los aspectos violentos y eróticos en detrimento de la calidad literaria. Las obras de Lou son relatos de evasión, sin trampas ni pretensiones, y en eso radica su éxito.
Baby es un claro ejemplo de lo que un autor de bolsilibros podía hacer si amaba realmente su profesión y quería ofrecer a sus lectores lo mejor. Otros autores (no citaré nombres por respeto) sólo seinteresaban por acabar la novela cuanto antes para cobrar. pero Lou siempre trabajó sus obras a conciencia, de ahí la perfección de sus por otra parte extraordinarios relatos.
Si te gusta lo fantástico, te recomiendo encarecidamente las novelas de Baby, que puedes adquirir a un precio excepcional a través de Lulú. Te aseguro que muchas de ellas harían enrojecer de envidia al mismísimo Ian Fleming.
Antonio Quintana.

Stanislaws dijo...

Parabéns pelo Blog

Estou montando uma coleção das capas (portadas) dos bolsilivros de Lou Carrigan que envolvem a espiä Brigitte Montfort e sua mãe a espiä Giselle Montfort das edições lançadas no Brasil pela Editora Monterrey de 1965 ate 2000.

As ilustrações das capas de Benício perfazem junto com o texto de Lou uma obra magnifica estes bolsilivros.



Sds Stanislaws

http://blibiomania.blogspot.com/