POR ANTONIO QUINTANA CARRANDI
SINOPSIS: El cazador Emil Kapp se adentra en el bosque de Kirsonfeld con la intención de abatir un buen venado y acaba perdiéndose. El tiempo amenaza nieve, la noche se le echa encima y los lobos comienzan a aullar en la oscuridad. A pesar de tener un buen rifle de caza, Kapp se siente inquieto. Es su primera visita al bosque de Kirsonfeld y empieza a temer que fue demasiado imprudente al aventurarse en la espesura solo, desoyendo los consejos de los habitantes del pueblecito de Bawurass. De pronto, divisa una luz entre los árboles, y al poco, llega hasta una casa muy antigua que, sorprendentemente, parece estar habitada. Kapp llama a la puerta con el llamador, que representa una cabeza de lobo, y le abre una mujer viejísima, con todo el aspecto de una bruja de cuento de hadas. El cazador le explica su situación y la anciana, que se ha presentado como Andrea Hoffer, se muestra dispuesta a darle cobijo por esa noche. Tras una modesta pero reconfortante cena, acompañada de un buen vino, la anciana le indica que tiene una habitación lista en el piso superior. Cuando sube, se cruza con una bellísima mujer, ataviada con largos ropajes blancos, sueltos y casi transparentes. Kapp se queda estupefacto ante la hermosa visión, pero está muy cansado y decide irse a dormir. Una vez en el cuarto asignado, y cuando se dispone a acostarse, escucha un horrible alarido. Intrigado, sale de su habitación y entonces contempla una singular escena. La muchacha que viera unos minutos antes, corre ahora escaleras abajo, perseguida por la anciana, que blande en su diestra un látigo enorme. El cazador, aturdido por lo que acaba de presenciar, regresa a su cuarto y cierra la puerta. ¿Qué demonios estaba pasando allí? ¿Acaso había visto visiones?
Emil se acuesta sin tenerlas todas consigo, pero tratando de serenarse y conciliar el sueño. De pronto, llega a sus oídos el rumor de voces de mujer entonando una canción. El sonido procede del exterior, de modo que Kapp se acerca a la ventana y atisba a través de ella. La Luna llena brilla en el cielo como un disco de plata, iluminando una sorprendente escena. Un grupo de mujeres jóvenes cantaban y bailaban desnudas, con las manos unidas, formando un círculo. Una de ellas era la bella rubia que se había cruzado con él en la escalera poco antes. De repente, se abrió la puerta de la casa y un hombre fue empujado al exterior, al tiempo que se escuchaba una voz cascada diciendo: “¡Ahí tenéis vuestra comida!”.
El grupo de hermosas mujeres comenzó a aullar, siendo coreadas por los lobos, cuyos siniestros ojillos rojos se adivinaban en las tinieblas de la noche. Las seis féminas se arrojaron como fieras sobre el desdichado. Un instante después, la dulce chica rubia, que tan buena impresión le había causado, alzó la cabeza y miró hacia la ventana de Emil Kapp, y éste se estremeció de horror. Había sangre en la boca, cara y cuello de la muchacha; sangre que sólo podía pertenecer a aquel pobre desgraciado. Kapp continuó mirando, como hipnotizado. Andrea Hoffer, látigo en mano, apareció un rato después, azuzando a aquellas fieras con cuerpo de mujer. Cuando las salvajes féminas hubieron desaparecido, una docena de lobos surgió de entre las tinieblas, abalanzándose sobre los despojos de la víctima de tan horrendo ritual. Emil Kapp ya no pudo soportarlo más y se desmayó. Al despertar, se encontró tendido en el lecho del cuarto, y a su lado, una bellísima mujer que se presenta como Ilse. El magnetismo sexual que desprende Ilse es tal que, olvidándose por un instante de las horribles escenas que ha presenciado, Emil cae bajo el hechizo de los encantos de la enigmática muchacha. Pero apenas unos segundos más tarde, la bellísima criatura que tiene junto a sí se transforma en un monstruoso cánido, cuyos afilados colmillos se clavan sin misericordia en su carne.
Algún tiempo después, Dieter Wanderer acude a un hospital en el que está ingresado su amigo Emil Kapp, que parece haber sufrido un extraño accidente y ha requerido insistentemente su presencia. En el centro hospitalario se encuentra con un policía, el comisario Fahnenburg. Según el representante de la Ley, Kapp fue hallado en las cercanías del pueblecito de Bawurass medio muerto, desangrado y sin conocimiento. Fue atendido por el médico del pueblo, y al volver en sí, relató una historia increíble sobre una casa en el bosque, habitada por mujeres-lobas. Wanderer no puede creer lo que está escuchando, pero, poco después, el doctor que atiende a su amigo le confirma que las heridas de éste fueron producidas por mordeduras de algún tipo de cánido. Los médicos autorizan a Dieter y al policía a entrar en la habitación de Emil, quien insiste en que la historia que ha contado es la pura verdad. Más aún; está convencido de que, al haber sido mordido por una de esas criaturas que ha descrito, él también se ha convertido en hombre-lobo.
Como es natural, ni Wanderer ni el comisario Fahnenburg creen nada de lo que cuenta Kapp. Pero mientras ambos hombres cambian impresiones en el pasillo, una enfermera, siguiendo órdenes del médico, se dispone a inyectarle un sedante a Kapp. Pero cuando la mujer se vuelve hacia la cama donde yace el paciente, un lobo descomunal se arroja sobre ella rugiendo ferozmente, destrozándole la garganta de una poderosa dentellada. A pesar de todo, la enfermera ha podido lanzar un chillido de terror, que alerta a Wanderer y al policía. Con su arma reglamentaria amartillada, el comisario Fahnenburg abre la puerta de la habitación, descubriendo aquella visión de pesadilla en el centro de la estancia. El asombro del policía es tal, que ni siquiera atina a usar su pistola. Entonces el monstruoso lobo, pasando sobre la cama, se lanza hacia la ventana, destrozando los cristales y precipitándose al vacío, ya que se hallan en la sexta planta del hospital. Cuando el oficial de policía se asoma a la ventana y mira hacia abajo, sólo ve el cuerpo sin vida de un hombre, destrozado contra el asfalto.
Aunque parece increíble, Wanderer y Fahnenburg no tienen más remedio que aceptar el hecho que han presenciado, y unos días después discuten el asunto en el apartamento del primero. El forense ha encontrado pelos de lobo en las heridas de la enfermera muerta, y esto, sumado a lo que ambos hombres presenciaron, parece confirmar el fantástico relato del desdichado Emil Kapp. Mientras conversan sobre el asunto, llaman a la puerta y Dieter acude a abrir. El visitante es una hermosa joven, que se presenta como Ulrika Metzen, periodista al servicio de la revista Tag un Frau. El policía, discreto, se retira y Dieter queda a solas con la muchacha, que va directa al grano. A los lectores de su revista les gustaría saber qué hay de cierto en la historia de Emil Kapp y en la extraña leyenda que, al parecer, planea sobre el bosque de Kirsonfeld. En un momento dado, Ulrika le pregunta si piensa ir a ese bosque maldito, para comprobar si lo que le ocurrió a su amigo fue real. Dieter admite que no se le había ocurrido tal posibilidad, y que por tanto no puede darle una respuesta. La mujer se marcha y Wanderer, pintor de cierto éxito, se enfrasca en su trabajo hasta que cae la noche. De pronto, suena el timbre de la puerta. Se trata de una mujer de extraña belleza, ataviada con un abrigo de suntuosas pieles, que se presenta como Ilse Tsorwakopf y afirma estar interesada en sus cuadros. En realidad, se comporta como una mujer caprichosa en busca de una fugaz aventura sexual. Dieter se deja seducir por ella, y cuando despierta, horas más tarde, la mujer ya no está junto a él, pero hay algo que le hiela la sangre en las venas. La roja huella de la pata de un animal, un lobo quizás, impresa en la pared, y al pie, escrita con letras rojas, una siniestra advertencia: ¡NO VAYAS A KIRSONFELD!
Semejante nota es la gota que colma el vaso de la paciencia de Wanderer, que comunica al comisario Fahnenburg su intención de ir a ese lugar en busca de respuestas para lo que le ocurrió a su amigo. Ulrika Metzen se pone en contacto con él por teléfono, para informarle de que Nina Wangehl, la novia de Kapp, ha desaparecido. Ambos jóvenes deciden investigar juntos el asunto y se trasladan al edificio de apartamentos en que vivía Nina. El conserje afirma que la novia de Kapp recibió la visita de una bella dama y se marchó con ella. La descripción de la dama en cuestión casa perfectamente con la de Ilse Tsorwakopf. Y aún hay más cosas. Fahnenburg, que ha hecho que los chicos del laboratorio de la policía examinen la huella de lobo y la nota que aparecieron en la pared del apartamento de Wanderer, asegura a éste que tanto la frase escrita como la huella fueron hechas con sangre de lobo.
Dieter Wanderer y Ulrika Metzen se dirigen hacia el pueblecito de Bawurass, la única localidad próxima al bosque de Kirsonfeld, dispuestos a desvelar el misterio que allí se oculta. La pesadilla no ha hecho más que empezar, porque nuestros protagonistas se verán envueltos en una espiral de crímenes y horrores sin cuento, desatados cien años antes por una siniestra aristócrata.
SELECCIÓN TERROR (Nº 118)
COMENTARIO: Aunque la mayoría de las novelas de terror de Carrados solían ser más bien relatos de intriga, aderezados con algún ligero toque terrorífico, en ocasiones el novelista riojano se dejaba seducir por la mística del terror clásico y nos deleitaba con un espléndido relato gótico. ¡LOBOS! bebe de las fuentes de la gran tradición de los relatos de licantropía, que han formado parte desde siempre del acervo cultural centroeuropeo. Una buena historia de terror, en contra de lo que creen los adictos al deleznable Gore, no es aquella en la que se vierte sangre por hectolitros o se describen monstruosidades imposibles. Una buena historia de terror es la que consigue mantenernos pegados a la pantalla, o a las páginas del libro, desde el principio hasta el final, sin que nada ni nadie pueda distraer nuestra atención del relato que se nos está contando. Con su característica habilidad, Clark Carrados va acumulando tensión página a página, casi párrafo a párrafo, sumergiéndonos lenta pero inexorablemente en la alucinante aventura de Dieter Wanderer y Ulrika Metzen en el endemoniado bosque de Kirsonfeld. La novela no da descanso al lector que, casi con el corazón en un puño y conteniendo el aliento, se ve incapacitado para abandonar la lectura hasta el emocionante, sorprendente y, ¿por qué no decirlo?, aterrador final. ¡LOBOS! es, a juicio de este modesto aficionado, la mejor novela de terror que escribió Clark Carrados, y una de las mejores que se publicaron en la popularísima serie Selección Terror. Una obra que ningún aficionado al género debe dejar de leer.
TÍTULO: ¡LOBOS!
AUTOR: CLARK CARRADOS
COLECCIÓN: SELECCIÓN TERROR (Nº 35)
PORTADA: SALVADOR FABÁ
EDITORIAL: EDICIONES B
EDICIÓN: 1992
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