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lunes, 10 de agosto de 2015

OBJETIVO: EL HOMBRE

 
 
 
Siempre he sentido predilección por las historias de robots, y OBJETIVO: EL HOMBRE es una de las mejores que he leído. Publicada en 1963 por Toray, es también una de las obras más logradas del riojano Luis García Lecha a quien, por una vez y sin que sirviera de precedente, se le permitió firmar con su nombre real, en vez de con sus seudónimos habituales de Clark Carrados y Louis G. Milk.
 
La serie Best Sellers del Espacio fue un intento de Toray por ofrecer a sus lectores obras más trabajadas en un formato más digno que el del bolsilibro. Quizás por eso, porque se consideraba que era una colección de más calidad, pudo Lecha firmar, por fin, con su nombre real. Sea como fuere, nos encontramos ante una obra típica de su autor, escrita en un estilo claramente bolsilibresco. Sin embargo, posee virtudes que la sitúan muy por encima del bolsilibro de ciencia-ficción, tal y como se concebía éste en los años sesenta.
 
La acción se sitúa en el siglo XXII. La humanidad ha sido exterminada por una plaga procedente del espacio, una extraña enfermedad que sólo afectó al género humano, respetando al resto de los seres vivos, animales y plantas. El planeta está habitado por robots androides, que han sobrevivido a sus amos humanos, creando una curiosa sociedad robótica cuyo objetivo principal parece ser el de construir más y más robots. RK-7, un robot biólogo, cree que su existencia y la de sus congéneres carece de sentido, porque no tienen amos humanos a los que servir. Durante años, y con autorización de JF-1, el líder de esta sociedad robótica, ha trabajado en un ambicioso proyecto. RK-7 pretende, nada más y nada menos, que crear un hombre. Y lo consigue, replica un cuerpo humano perfectamente conformado, un ser que vive y respira... pero sólo como si fuera un vegetal. Su mente es el vacío, y RK-7 ha de admitir, desolado, que jamás podrá replicar el cerebro humano; que, aunque es posible crear prácticamente de la nada el cuerpo, no se puede crear en un laboratorio ese halito misterioso de la vida humana que llamamos alma.
 
Pero RK-7 es un robot con mucha determinación. Ha descubierto que, poco antes de que la plaga exterminara la vida humana, una nave espacial partió hacia un lejano planeta, transportando a un puñado de hombres y mujeres. Así pues, nuestro robot está casi seguro de que en ese planeta pueden existir humanos, descendientes de aquellos exiliados, y planea una expedición para ir en su busca. Su intención es reparar una vieja nave espacial y emprender vieja a las estrellas para encontrar al hombre, constructor de los primeros robots y amo y señor de éstos. Pero JF-1 y BO-12, cabezas dirigentes del mundo robótico, tienen otros planes. Consideran que los robots son superiores al hombre, que no pudo evitar su propio exterminio, y están dispuestos a hacer lo que sea para mantener el actual status quo. El proyecto de RK-7 es saboteado constantemente, mientras que la programación de los robots que salen de fábrica es alterada para que se opongan a la vuelta del hombre a la Tierra. Consciente de lo que está pasando, RK-7 manipula la programación de varios robots que están siendo construidos, de forma que éstos, al escuchar una palabra clave, obedezcan sus órdenes sin vacilar. Poco después, y con la ayuda de LIA-4, un hermoso robot de apariencia femenina, RK-7 comienza a alistar su nave. Pero antes de que pueda concluir su labor, estalla un enfrentamiento entre los robots partidarios de buscar al hombre y los que piensan que el tiempo de éste pasó, y que la Tierra es ahora de las criaturas mecánicas. La guerra civil robótica es tan brutal y despiadada como lo fueron las guerras humanas del pasado, lo que horroriza a RK-7 y LIA-4. La astronave de RK-7 es destruida por el enemigo, y nuestro robot se ve obligado a emplear sus conocimientos en el desarrollo de un arma que permita a su bando ganar la guerra. Pero el espantoso devenir de los acontecimientos, y la destrucción de LIA-4, por la que nuestro mecánico héroe empezaba a sentir algo, le harán tomar una terrible determinación.
 
Lo más interesante de OBJETIVO: EL HOMBRE es su planteamiento humanista, patentizado en la figura del robot protagonista, un androide que, fiel a su programación primaria, piensa que sólo el servir a un ser superior, el hombre, creador y programador de los primeros robots, puede dar sentido a su existencia robótica. RK-7 defiende esta idea con convicción y valentía ante cualquier robot que quiera escucharle, lo que acaba por convertirle en una suerte de peligroso disidente al que es preciso eliminar. Los androides descritos en esta novela han evolucionado bastante, asemejándose cada vez más a los humanos, hasta el punto de replicar muchos de los comportamientos de éstos, incluso los menos recomendables. A pesar de esa evolución, que JF-1 y BO-12 pretenden acelerar mediante nuevos programas más avanzados, la robótica es una sociedad sin perspectivas de futuro, y así lo entienden RK-7 y LIA-4, quienes, aun admitiendo que ellos mismos se comportan cada vez más como humanos, no olvidan en ningún momento que son máquinas, construidas por otras máquinas que, a su vez, han sido construidas por otras creadas por el hombre. Este planteamiento humanista del relato quedará de manifiesto en su impactante final, uno de los mejores de toda la obra de Lecha, y que si bien es consecuente con el desarrollo de la acción, se aleja bastante del típico final feliz, con beso incluido, característico del bolsilibro.
 
OBJETIVO: EL HOMBRE es, aun con sus limitaciones, un excelente botón de muestra de lo que Luis García Lecha podría haber conseguido en el terreno de la ciencia-ficción de más empaque, de haber tenido oportunidad de hacerlo. Una obra de notable calidad tanto argumental como literaria, que todo fan de Clark Carrados debería leer.

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