USA/1952
TÍTULO ORIGINAL: DEADLINE
USA
DIRECCIÓN: Richard
Brooks
GUIÓN: Richard
Brooks
FOTOGRAFÍA: Milton
Krasner
MÚSICA: Cyril
Mockridge y Sol Kaplan
PRODUCCIÓN: Sol
C. Siegel para 20th Century-Fox
REPARTO: Humphrey Bogart (Ed Hutchinson); Ethel Barrymore (Margaret Garrison); Kim Hunter (Nora Hutchinson); Martin
Gabel (Thomas Rienzi); Ed Begley (Frank
Allen); Paul Stewart (Harry
Thompson); Joseph De Santis (Herman
Schmidt); Joyce Mackenzie (Katharine
Garrison-Geary); Fay Barker (Alice
Garrison-Courtney); Audrey Christie
(Wilebrandt); Jim Bakus (Cleary).
SINOPSIS
“The
Day”, el único diario independiente de la ciudad, está a punto
de ser absorbido por una gran cadena, lo que significará su desaparición como voz crítica en el panorama
periodístico. Su director, Ed
Hutchinson, decide que su periódico será fiel hasta el final a su política informativa, caracterizada por su búsqueda incansable de la verdad caiga quien
caiga. Hutchinson pretende lanzar una
última edición espectacular, ofreciendo a los lectores información veraz y contrastada sobre los manejos de
Thomas Rienzi, jefe del Sindicato del Crimen
local, que ha sido investigado infructuosamente por el Senado en dos ocasiones. La aparición de una chica muerta,
asesinato cometido por orden de
Rienzi, es aprovechada por Hutchinson para llevar a cabo una pormenorizada investigación de las actividades del mafioso,
lo que empuja a éste a poner a
Hutchinson y su periódico en el punto
de mira. Por otra parte, la viuda del dueño de “The Day” intenta adquirir el diario para preservar su
integridad, cosa que molesta mucho a sus
dos reaccionarias hijas, que pretenden venderlo a una gran cadena no sólo para obtener dinero, sino
para destruir un periódico progresista por
el que no sienten ningún respeto. Hutchinson y la señora Garrison darán la última batalla de “The Day”, demostrando un coraje
y una decisión extraordinarios,
haciendo frente a fuerzas muy superiores a ellos en todo, menos en el aspecto moral.
Una prensa libre, igual que
una vida libre, siempre es arriesgada.
Ed Hutchinson (Humphrey Bogart)
El actor más importante y representativo del cine negro fue Humphrey Bogart, de eso no cabe la menor duda. Durante los años 30,
y sobre todo tras su genial encarnación del cruel pistolero Duke Mantee en EL BOSQUE
PETRIFICADO (THE PETRIFIED FOREST,
Archie
Mayo, 1936)— film en el que intervino a instancias de Bette Davis, que había quedado visiblemente impresionada por su
actuación en el mismo rol en los escenarios teatrales— apareció en infinidad de títulos, casi siempre como el
gangster destinado a terminar sus días acribillado a balazos, ya fuera por Edward G. Robinson en BALAS O VOTOS (BULLETS OR BALLOTS, William
Keighley, 1936), por Joel McCrea en CALLE SIN SALIDA (DEAD END,
William Wyler, 1937) o por James Cagney en LOS VIOLENTOS AÑOS VEINTE (THE
ROARING TWENTIES, Raoul Walsh, 1939). Curtido en mil
lances cinematográficos, Bogart, uno
de los poquísimos actores al que no le preocupaba morir en pantalla, alcanzó el
protagonismo en parte gracias a este detalle. George Raft iba a protagonizar EL
ÚLTIMO REFUGIÓ (HIGH SIERRA, Raoul Walsh, 1941), pero como se negaba
a morir al final de la cinta fue sustituido por Bogart. El film de Walsh
está considerado como la obra con la que el cine
negro alcanzó su mayoría de edad, y el protagonismo de Bogart fue decisivo en el éxito de la película. Ese mismo año
rodaría EL HALCÓN MALTÉS (THE MALTESE FALCON, John Huston, 1941), nueva versión de la novela de Samuel Dashiel Hammet, que ya había sido adaptada con acierto una década
atrás en EL HALCÓN (THE MALTESE FALCON, Roy Del Ruth, 1931). Estos dos geniales títulos elevaron a Bogart al estatus de estrella,
convirtiéndole en el intérprete idóneo para encarnar en pantalla a los más
característicos anti-héroes del cine
negro. Durante los casi veinte años siguientes, Boggie interpretaría una
dilatada gama de personajes fascinantes en films adscritos a tal movimiento
cinematográfico, por lo que puede considerársele sin exagerar como el actor
fetiche del genuino noir americano.
Estrenada en mayo de 1952, EL CUARTO PODER se inscribía en el subgénero periodístico, un tema
muy tratado por el cine en general, con especial presencia en el noir por razones obvias. Inspirado en
parte en la desaparición del diario neoyorkino New York World, el film narra la muerte de un periódico progresista
e independiente, The Day, que
sucumbía ante las presiones de una poderosa cadena de diarios y ante los
turbios manejos de las hijas de su fundador. Durante sus últimas 24 horas de
existencia, The Day, regido con
firmeza por su director, Ed Hutchinson,
un periodista de la vieja escuela, libraba una agónica batalla periodística
contra un poderoso mafioso local, Thomas
Rienzi.
Film característico de una época, el rodaje de EL CUARTO PODER provocó sentimientos
encontrados en el magnate de la Fox Darryl
Zanuck. Por una parte apoyaba a Brooks,
que había pergeñado un guión brillante y estaba filmando una cinta que
seguramente obtendría un gran éxito por el tema que trataba. Por otra se sentía
preocupado por el notable contenido ideológico del film, que sin duda
suscitaría la inquina de los inquisidores maccarthistas
en plena efervescencia de la Caza de
Brujas. Una película así podía ser acusada de propaganda comunista, de modo
que es normal que Zanuck no las tuviera
todas consigo durante el proceso de producción. Pero a pesar de todo, Zanuck decidió seguir adelante, y los
cinéfilos debemos honrar su valentía y compromiso en momentos tan delicados. Lo
fácil, lo seguro, habría sido abortar el proyecto, o aligerar su carga
ideológica hasta convertirlo en un film periodístico del montón. Pero el gran
jefe de la Fox, cuyas decisiones no se discutían y que podría haber dado
carpetazo al proyecto de Brooks de
haber querido hacerlo, apretó los dientes y dejo que el director y guionista
hiciese la película que quería hacer. El resultado fue una de las obras más
significactivas del mejor noir de
vertiente periodística, una atemporal obra maestra que no ha podido ser
superada hasta la fecha.
EL CUARTO PODER
se erige en un poderoso alegato en defensa de la verdadera libertad de
prensa, al tiempo que simboliza el involucionismo ideológico en que cayó la
sociedad norteamericana durante la ominosa Caza
de Brujas. Los personajes del film son un símbolo de aquel tiempo. Las
hijas del antiguo dueño del periódico, y
el magnate de la prensa que pretende comprarlo para cerrarlo, representan las
posturas más reaccionarias de una gran parte de la sociedad estadounidense, que
se sometió sin demasiada reticencia a los dictados de MaCarthy y sus secuaces. Hutchinson
y la señora Garrison, por su parte,
personalizan la rectitud y el compromiso moral de los que no se plegaban a los
dictados del poder, tratando de preservar la prensa libre y crítica
representada por The Day frente al
conformismo defendido por la gran cadena que aspira a comprar el viejo diario. Hutchinson emprende una lucha en dos
frentes. Por una parte, apoya con decisión a Margaret en su intento de adquirir The Day para evitar su cierre definitivo; por otra, emplea todos
sus recursos para dar la batalla al Sindicato del Crimen, una lucha épica que
probablemente será la última que libre The
Day, pero que Hutchinson está
decidido a que contribuya a darle la puntilla a la organización de Rienzi. Así, Hutchinson reivindica el verdadero espíritu periodístico,
independiente, crítico y enemigo de las componendas, frente a un tipo de prensa masificada,
caracterizada por su blandura, por su obsesión por contemporizar con los que
detentan el poder por corruptos que sean, y por un notable afán crematístico.
La cinta es un canto a la labor periodística seria y
comprometida. Pródigas son las secuencias en las que Hutchinson, cual adalid de las virtudes que debieran observar todos
los directores de periódico, hace una apasionada defensa de lo que representan
y significan tanto una prensa realmente libre como unos periodistas conscientes
de sus responsabilidades. La libertad de prensa, consagrada en la Constitución
de los Estados Unidos, estaba siendo cuestionada en aquellos momentos por un concepto
equivocado del patriotismo, y Brooks
aprovechó la coyuntura para intentar que sus compatriotas reflexionaran
seriamente sobre el tema, y consideraran qué tipo de país podría llegar a ser
el suyo si aquélla desaparecía. Si en YO
CREO EN TI (CALL NORTHSIDE 777, Henry Hathaway, 1948) un periodista se enfrentaba al sistema para
desvelar uno de sus fallos e inculpar a un inocente, EL CUARTO PODER iba más allá, resaltando la misión ética del
periodismo, y mostrando a éste como uno de los pilares básicos de la
democracia. Resultan comprensibles por tanto, insistamos en ello, las
reticencias que esta película despertó en Zanuck
en coyuntura tan delicada como la que se vivía en USA a comienzos de los 50.
Quizá el momento más emotivo del film sea el del
velatorio del diario moribundo, rodado por Brooks
en un bar, como si del ceremonial de una
iglesia negra se tratase. El tema interpretado por los periodistas es The Day´s Body, acompañado por la música
del himno sobre John Brown, el
conocido abolicionista de Kansas en el siglo XIX. Es la misma música que
marcaría el final del film, acompañando las imágenes del edificio del
periódico, con su nombre reluciendo en la noche de la ciudad corrupta en
caracteres de neón. En cierto modo, la historia del combativo The Day puede asimilarse a la del cine negro,
un movimiento fílmico con escasas posibilidades de subsistir en unos Estados
Unidos subyugados por el maccarthismo.
EL CUARTO PODER, uno de los títulos
más emblemáticos de la última etapa del noir,
sería también uno de las últimas grandes películas dedicadas al periodismo. En
décadas posteriores se rodarían muchos films de ambiente periodístico, pero
ninguno brillaría a la altura del de Brooks,
que destacará siempre como el más apasionado alegato en favor de la libertad de
prensa.
Antonio Quintana
Diciembre de 2014
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