POR ANTONIO QUINTANA CARRANDI
El mes pasado Antonio Vera Ramírez, Lou Carrigan, cumplió ochenta años. Uno
de los mejores autores de bolsilibros que han existido a alcanzado una edad
avanzada, pero su espíritu, como el de todo escritor, sigue siendo joven. Desde
aquel ya lejano 1959, Carrigan se ha
dedicado en cuerpo y alma a la vocación de escribir, que él convirtió en una
profesión que ha desempeñado con dignidad y buen hacer literario. Centró su
carrera en las novelas de aventuras, ofreciendo a varias generaciones de
lectores miles de horas de sano entretenimiento. Siempre he sido un entusiasta
de los bolsilibros. Algunos de los recuerdos más entrañables de mi infancia y
juventud están unidos a las novelas de quiosco, muchas de ellas firmadas por Lou Carrigan. En las largas, frías y
ventosas noches de invierno, o durante los calores del verano, al aire libre,
esos sencillos pero emocionantes relatos me acompañaron. Desde el primer
momento Lou fue uno de mis autores
favoritos, hasta el punto de que empecé a coleccionar, casi compulsivamente,
todas las obras suyas que caían en mis
manos. Y aunque al crecer fui ampliando mis horizontes lectores, nunca dejé de
leer y coleccionar bolsilibros, aquellas modestas novelas que pergeñaron para
nosotros un puñado de profesionales entre los que Carrigan ocupa un lugar destacado. Lejos estaba yo de sospechar
que, tan sólo a la vuelta de unos años, cuando las nuevas tecnologías acortarán
las distancias entre las personas, llegaría a entablar contacto y amistad con
este extraordinario autor. Hoy le cuento entre mis mejores amigos, y desde esta
web quiero aprovechar, con algo de retraso quizá, pero sinceramente, para
desearle un muy feliz cumpleaños.
En el momento en
que escribo esto el Maestro Carrigan
se encuentra de vacaciones en Begur, como cada año desde hace ya bastante
tiempo. Amante del mar, como sabe cualquier fan suyo, recala en esa bella
población costera para pasar una temporada de descanso. Pero tengo por seguro
que Carrigan, aun estando de
vacaciones, dedicará algún tiempo a escribir. Porque el escritor no se jubila
nunca, jamás deja de trabajar, aunque ralentice algo el ritmo. Creo que para Carrigan, además de la profesión con la
que se ha ganado la vida y ha mantenido a los suyos, escribir es también algo
recreativo, y eso se nota en gran parte de su dilatada obra. Sus obras, sobre
todo las policiales y las del Oeste, siguen teniendo una fuerza de la que quizá
carecen las de otros autores. Eso sólo puede explicarse por el esmero y el
cariño que Lou ponía en sus
originales. Aunque sólo fuera por eso, que no es el caso, su nombre profesional
merecería figurar con letras de oro en la historia de la novelística española
de aventuras.
Lou Carrigan tiene ya ochenta años. Ojalá sigá entre nosotros
durante muchos más, como siempre, escribiendo, pero también iluminando nuestras
vidas con su profunda sabiduría.
¡Felicidades, Lou!
Antonio Quintana
Agosto de 2014
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