Los
entusiastas de los bolsilibros estamos de luto riguroso. Hace unos días
fallecía Juan Gallardo Muñoz, uno de los autores más
representativos de la literatura de evasión en lengua española. La noticia de
su muerte conmocionó al colectivo de aficionados que, a través de Internet y
las redes sociales, tratamos de recuperar y reivindicar la obra y la memoria de
aquellos “forzados de la pluma” que,
trabajando a destajo y no siempre en las mejores condiciones profesionales,
tanta alegría llevaron a nuestra infancia y juventud con sus modestos pero
siempre emocionantes relatos.
La
primera novela suya que leí fue, con toda seguridad, de ciencia ficción, aunque
a día de hoy no recuerdo su título. Esto tal vez se deba al hecho de que, en lo
que a la CF se refiere, Curtis Garland nunca fue uno de mis
autores preferidos. Sus novelas de esta temática eran entretenidas y a menudo
sorprendentes, pero, por la razón que fuese, no me enganchaban tanto como las
de otros colegas suyos. En mi modesta opinión, Gallardo destacó más en los géneros policiaco y del Oeste. Pero la
temática en la que demostraría ser un verdadero maestro fue, a mi juicio, la
del terror. A principios de los años setenta, Bruguera lanzó su celebérrima serie “Selección Terror”, de la que Gallardo
llegaría a ser el autor estrella, firmando habitualmente como Curtis Garland, y ocasionalmente como Donald Curtis. Todavía conservo la
primera obra de horror suya que cayó en mis manos, “Necrofagia”, nº 35 de “ST”, aparecida en octubre de 1973. Esta
fue, también, la primera novela de terror que leí, por lo que ocupa un lugar
destacado en mi extensa biblioteca de bolsilibros. Se trataba de un relato
absorbente, con una conseguida e inquietante atmósfera gótica, que devoré de un
tirón una fría y lluviosa noche invernal de hace ya demasiados años. La obra me
impresionó tanto que Garland pasó a
ser mi autor de cabecera en ése género, como Lou Carrigan lo era en el policíaco, Mallorquí en el Oeste, y Enguídanos,
Luís García Lecha y Ángel Torres Quesada
en la ciencia ficción. Con el paso del tiempo,
fui atesorando centenares de bolsilibros de todas las temáticas, y no
tardé mucho en adivinar que Curtis
Garland y Donald Curtis eran la
misma persona, de modo que organicé una sección aparte en mi biblioteca para
él, en la que, como es natural, la CF
y el terror ocupaban un lugar destacado. Muchos años más tarde llegaron a mis
manos unos westerns editados por Astri
y firmados por un tal Kent Davis. Me
bastó leer uno de ellos para identificar el estilo inconfundible de Donald Curtis, seudónimo con el que Gallardo firmaba sus novelas del Oeste
publicadas en las colecciones de Bruguera. Gracias a los trabajos del experto y
documentadísimo José Carlos Canalda
Cámara, a quien mando un saludo desde aquí,
supe que Gallardo, al igual
que otros muchos autores de bolsilibros, había firmado buena parte de sus obras
con una colección de alias de lo más
variopinta, lo que me facilitó considerablemente la tarea de buscar novelas
suyas con las que enriquecer mi fondo bolsilibresco. Actualmente, la sección
dedicada a este magnífico autor es la cuarta en importancia, por número de
ejemplares, de mi biblioteca de
bolsilibros. Y eso sin contar las obras suyas que he podido conseguir a través
de la red en formatos digitales, que también son numerosas.
Aparte
su vasta producción bolsilibresca, Juan
Gallardo escribió un buen puñado de obras de las más diversas temáticas,
siendo uno de los pocos autores que logró seguir escribiendo y publicando tras
la desaparición de las editoriales especializadas en bolsilibros. Entre esas
obras destaca YO, CURTIS GARLAND, una breve pero completa
autobiografía, publicada por Editorial
Morsa, que ha devenido en un documento imprescindible para todo aquel que
desee profundizar tanto en la vida de Juan
Gallardo Muñoz, como en la
historia de la novela popular española.
Los
bolsilibros o “novelas de a duro”,
como cariñosamente se las conoció en España durante mucho tiempo, marcaron
profundamente a varias generaciones de lectores de habla castellana en todo el
mundo, mal que les pese a los adalides de la cultura elitista y snob, que tanta
bilis vertieron contra ellos sólo por simple y pura envidia. Aquellos modestos
e industriosos trabajadores de la pluma tan sólo aspiraban a proporcionar a sus
lectores un poco de sano entretenimiento, que les permitiese evadirse, siquiera
durante un par de horas, de una realidad a menudo triste y gris. Lograron su
objetivo con creces, y aunque sólo fuera por eso, merecerían ser recordados con
respeto. Juan Gallardo Muñoz, Curtis Garland—su seudónimo más popular—fue uno de los mejores. Así pues, gracias, Curtis, por la felicidad que trajiste a
mi existencia con tus inolvidables relatos.
2 comentarios:
Hola, Odiseo, soy Lem Ryan. Triste, muy triste noticia la muerte de mi mentor y amigo Juan Gallardo. Tuve conocimiento el mismo día, pero no me fue posible avisaros porque no encontré tu dirección de mail, y no hallé modo de hacerlo tampoco a través de vuestra web. En cualquier caso, veo que no habéis tardado en homenajearle. No esperaba menos. Se nos ha ido uno de los más grandes, por no decir el más grande de todos.
Estimado Lem Ryan:
Gracias por su comentario y por su buena voluntad en querer avisarnos.
Y como ya ha visto usted, tanto mi compañero Quintana como quien le escribe, le hemos hecho sendos artículos para homenajear debidamente al gran Curtis Garland,sin lugar a dudas uno de los más grandes escritores Pulp de la historia.
Un abrazo maestro Ryan y compartimos su dolor.
Atte: Odiseo...Legendario Guerrero Arcano.
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