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domingo, 26 de agosto de 2012

HAMMER FILM: LA CASA DE TERROR


POR ANTONIO QUINTANA CARRANDI


La FILMOTECA DEL TERROR, que Odiseo ha tenido a bien dedicar al cine de terror, me viene de perlas para rendir un sincero y sentido homenaje a una de las productoras cinematográficas más míticas de la historia del cine, que prácticamente monopolizaría el género fantástico, en su vertiente terrorífica, entre las décadas de los cincuenta y setenta del siglo pasado: la Hammer Films, popularmente conocida en Gran Bretaña como “La Casa del Terror”.

Los Estudios Hammer fueron fundados por Enrique Carreras (1880-1950) y William Hinds (1887-1957). El primero era un empresario catalán, emigrado a Inglaterra en busca de fama y fortuna, y el segundo un hombre de negocios, de notable éxito, cuya verdadera pasión era el teatro, en el que invirtió grandes sumas de dinero. Los caminos de estos dos emprendedores de la vieja escuela se cruzaron en el barrio londinense de Hammersmith, donde Carreras, que ya era propietario de una importante cadena de cines, tenía su centro de operaciones. Hombres de personalidades muy dispares, compartían sin embargo ambiciones y sueños similares, lo que cimentó una sólida amistad que les llevaría a asociarse para fundar, en 1932, “Exclusive Films”, compañía distribuidora especializada en modestas producciones de género, el tipo de películas del que se nutrían las salas de Carreras. El negocio les fue tan bien que optaron por ampliarlo, decidiéndose a producir sus propios films. Y así, en 1935, fundaron “Hammer Productions”, que tendría una vida efímera, ya que el estallido de la II Guerra Mundial dio al traste con los ambiciosos planes del eficaz tándem de empresarios. “Hammer Productions” sólo pudo financiar cuatro modestos títulos en su corta existencia,, el más interesante de los cuales es, a mi juicio, EL MISTERIO DEL MARY CELESTE (THE MYSTERY OF MARY CELESTE, Denison Clift, 1935), protagonizada por el gran Bela Lugosi.

En 1947 “Hammer Productions” se fusionó con “Exclusive Films”, dando origen así a la “Hammer Films Productions Ltd”. Para entonces el negocio estaba ya, al menos en parte, en manos de James Carreras y Anthony Hinds, hijos de los fundadores. En 1948, tras ser licenciado del ejército, se uniría a ellos Michael Carreras, hijo de James, completando así el triunvirato que no sólo iba a conseguir revitalizar la empresa familiar, sino que sería el artífice del gran éxito de la “Hammer” a nivel internacional.

Estos tres genios de la industria del espectáculo, conscientes de la gravísima situación económica por la que pasaba una Inglaterra completamente arruinada por la guerra, apostaron desde un principio por producir un cine comercial, de bajo presupuesto pero de cuidada calidad artística. Su plan de producción estaba calculado al detalle, sin dejar nada a la improvisación. La idea era rodar cinco películas al año, con un presupuesto máximo para cada una de ellas de no más de veinte mil libras. El tiempo dedicado al rodaje y la post-producción de cada cinta no excedería de seis semanas. Como es natural, los films estarían pensados para el público británico, aunque no se descartaba la posibilidad de exportarlos. El objetivo era fidelizar a los espectadores y conseguir que cada cinta cubriese costes, dando además un beneficio de al menos veinticinco mil libras. Huelga decir que ambas metas se alcanzaron holgadamente, convirtiéndose los Estudios “Hammer” en una de las compañías más rentables de la industria cinematográfica británica.

Dado lo modesto de sus niveles de producción, la “Hammer” no podía permitirse contratar a grandes estrellas de la pantalla, por lo que recurrió a la “cantera” teatral y radiofónica, abriendo así las puertas del cine a un plantel de actores no demasiado conocidos, pero sí de probada profesionalidad. Sus primeras producciones fueron adaptaciones de popularísimos seriales radiofónicos de la legendaria BBC. Estas películas devinieron en clamorosos éxitos que acrecentaron muchísimo el prestigio de los Estudios. Gracias a ello, “Hammer” pudo contratar a destacadas figuras del cine de Serie B hollywoodense, como Dan Duryea, Lizabeth Scott y César Romero, que protagonizarían algunos de los films más populares de la casa. Aparte de esto, la compañía comenzó a colaborar en algunos proyectos con los Estudios estadounidenses “RKO Radio Pictures” y “Lippert Release”, lo que facilitó la distribución de los films “Hammer” en USA.


“Hammer Films Productions Ltd” iba viento en popa, de modo que Anthony Hinds convenció a sus socios de la necesidad de contar con unas instalaciones propias y más modernas. El nuevo complejo de los Estudios se creó en Winsord Road, junto al Támesis, en el condado de Berkshire, entre Bray Village y Maidenhead, donde la compañía adquirió un enorme caserón victoriano, conocido como Oakley Court Manor — que había sido utilizado durante la guerra como cuartel general de la Resistencia francesa en suelo inglés—, y los terrenos adyacentes, de treinta y cinco acres de extensión. Éste fue el germen de los legendarios “Bray Studios”, cuya actividad se prolongaría hasta 1968, y cuyo recuerdo perdurará siempre en el corazón de todo cinéfilo, pues en aquella vieja mansión victoriana, y en sus cuatro sets de filmación anexos, se rodaron muchas de las grandes obras maestras de la “Hammer”.

La “Hammer Films” cultivó todos los géneros, desde el cine de piratas hasta el bélico, pasando por el de aventuras, el musical y la comedia. Pero su proyección internacional vendría de la mano del cine fantástico en sus dos vertientes principales: la ciencia ficción y el terror. La cinta que lanzó a la “Hammer” al estrellato mundial fue EL EXPERIMENTO DEL DOCTOR QUATERMASS (THE QUATERMASS EXPERIMENT, Val Guest, 1956), una absorbente historia de ciencia ficción, inspirada en una exitosa serie de la BBC Television. Esta película, un taquillazo en todo el mundo pero especialmente en Gran Bretaña y Estados Unidos, proporcionó grandes beneficios a la productora, lo que animó a ésta a proseguir por aquella senda. QUATERMASS II (ídem, Val Guest, 1957) superó el éxito de su predecesora. Pero ese mismo año “Hammer” produciría el film que consolidaría su posición de preeminencia mundial en el terreno de la fantasía y el terror. LA MALDICIÓN DE FRANKENSTEIN (THE CURSE OF FRANKENSTEIN, Terence Fisher, 1957) significó el espaldarazo definitivo para la compañía. La cinta rompió las taquillas de toda Europa occidental, pero en Estados Unidos fue un auténtico bombazo, pues recaudó más de siete millones de dólares, cifra a la que no se aproximó, ni de lejos, otra gran película británica estrenada ese año en USA: EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI (THE BRIDGE ON THE RIVER KWAI, David Lean, 1957). Si tenemos en cuenta que el film de Fisher costó menos de setecientos mil dólares americanos, promoción publicitaria incluida, podemos hacernos una idea de lo que representó para la “Hammer” tan apoteósico triunfo.

Descubierto el filón, los directivos de “Hammer” decidieron explotarlo al máximo, y, así, potenciaron la especialización de los Estudios en el género fantástico, centrando el grueso de su producción en los films de tema terrorífico. LA MALDICIÓN DE FRANKENSTEIN convirtió en grandes estrellas a Peter Cushing y Christopher Lee, dos fabulosos actores entre los que había una química muy especial, sabiamente aprovechada por los directores adscritos a la compañía, sobre todo por el genial Terence Fisher, que los dirigiría de nuevo en DRÁCULA (HORROR OF DRACULA, 1958), otro memorable exitazo. Cushing y Lee colaborarían, tanto juntos como por separado, en numerosas películas que han devenido en clásicos del cine de terror. Pero sus mejores trabajos en equipo los realizarían a las órdenes de Fisher, quizás el mejor director de la “Hammer”, que firmaría títulos tan extraordinarios como EL PERRO DE BASKERVILLE (THE HOUND OF THE BASKERVILLE, 1959); LA MOMIA (THE MUMMY, 1959) o LA GÓRGONA (THE GORGON, 1964), todos ellos protagonizados por esa irrepetible pareja de intérpretes.

La “Hammer”, que poseía los derechos de las viejas producciones de terror de la “Universal”, supo adaptar los antiguos arquetipos góticos al gusto de una nueva generación de aficionados al fantástico. Sus películas, rodadas en rutilante color, contenían, para su época, altas dosis de erotismo y violencia. No obstante, estos aspectos estaban tratados con tan exquisito tacto, que el espectador no era plenamente consciente de ellos. Y ésa es, sin duda, una de las mejores virtudes del cine de terror de la “Hammer”: su habilidad para presentar, con un sorprendente buen gusto, las situaciones más sangrientas o escabrosas.

Todos los subgéneros del terror tuvieron cabida en la producción de la “Hammer”. La calidad de sus films siempre estuvo muy por encima de la media comúnmente aceptada en este tipo de cine, y eso a pesar de que se trataba de producciones de bajo presupuesto. Hubo, claro está, alguna que otra película fallida; pero, en general, sus cintas gozaron del favor del público durante casi veinte años. La decadencia de la “Hammer” llegó en los años setenta, y estuvo condicionada, al menos en parte, por un cambio drástico en los gustos de los jóvenes aficionados al género, que comenzaron a decantarse por esa monstruosidad del “Gore” o “terror sangriento”, cuyo máximo exponente sería la infumable LA MATANZA DE TEXAS (THE TEXAS CHAIN SAW MASSACRE, Tobe Hooper, 1974), de infausto recuerdo para cualquier cinéfilo con un mínimo de sensibilidad artística.



“Hammer Films” dignificó el cine fantástico. Reavivó la llama del terror gótico, que a principios de los años cincuenta había sido olvidado por Hollywood —un error que la “Meca del Cine” pagaría caro—, y logró modernizar los esquemas del género sin desvirtuarlos, ofreciendo una dimensión nueva de sus personajes clásicos. La estúpida y execrable moda del “Gore” no ha generado más que engendros abominables, salpicados de ríos de sangre y vísceras, y sólo aptos para ser “disfrutados” por individuos aquejados de graves disfunciones neuronales. La influencia del cine de la “Hammer”, por el contrario, es amplia y reconocida. Sus films, incluso aquellos que en su momento fueron relativos fracasos comerciales, están considerados hoy como obras de culto. La estética de sus películas ha impregnado buena parte del cine fantástico que se ha hecho desde finales de los setenta. El hálito “hammeriano” puede rastrearse incluso en títulos tan celebrados como DRÁCULA (BRAM STOKER´S DRACULA, Francis Ford Coppola, 1992), cuya eficaz puesta en escena es deudora del estilo de Terence Fisher. “La Casa del Terror” significó un antes y un después en lo que a la concepción del cine fantástico se refiere. Por eso todo aquel que se considere un buen aficionado al terror debe ver sus películas, modestas en sus planteamientos y en sus niveles de producción, pero grandiosas en sus logros. Porque, sin la menor duda, el mejor cine de terror de todos los tiempos fue el realizado por la mítica “Hammer Films”.


Antonio Quintana Carrandi
Agosto de 2012

1 comentario:

Ramón Moreno Palau dijo...

yO ERA FAN de las peliculas de la HAMMER,fundamentalmente de las de DRACULA,me parece que CRISTOPHER LEE Y PETER CUSHING merecen estar en la galeria de grandes actores de la historia del cine por su colaboración en las peliculas de la HAMMER,no me imagino un DRACULA mas ajustado al papel que CRISTOPHER LEE ni un doctor van Helsing que no sea PETER CUSHING,de los DRACULA contemporaneos fuera de la HAMMER solo guardo grato recuerdo del olvidado DRACULA de John Badham de 1979,porque el DRACULA del maestro FORD COPPOLA me pareció mas bien un grandguignol,pero claro cualquier cosa que haga el maestro hay que ponerla por las nubes,finalmente resaltar la labor de directores como TERENCE FISHER-el mejor sin duda-pero no me olvido de John hough,john gilling,roy ward baker o Peter sasdy