POR ANTONIO QUINTANA CARRANDI
Como creo haber mencionado ya anteriormente, Luís García Lecha, bajo sus seudónimos de Clark Carrados y Louis G. Milk, fue el autor más importante de la barcelonesa Editorial Toray, en cuyas colecciones populares publicaría, a juicio de este modesto estudioso de los bolsilibros, sus mejores novelas. Espacio, el mundo futuro, la colección estrella de la casa, gozó durante su primera etapa de un diseño de cubierta atrayente y sugestivo, como puede apreciarse en las imágenes que ilustran este trabajo, todas ellas correspondientes a novelas del gran autor riojano afincado en la Ciudad Condal. Tras haber leído centenares de títulos de Carrados aparecidos a lo largo de las décadas en distintas editoriales, puedo afirmar que sus historias de ciencia ficción más conseguidas aparecieron precisamente en la mítica Espacio. Curiosamente, las más logradas a todos los niveles fueron publicadas antes de 1962; es decir, antes de que el autor protagonista de estas líneas dejase su trabajo como funcionario de prisiones para dedicarse exclusivamente a escribir. Esto se debió, sin duda, a que Carrados escribió esos primeros títulos sin excesiva prisa, durante el tiempo que le dejaba libre su ocupación oficial como carcelero en la Prisión Modelo de Barcelona. Es de suponer que en esa época el riojano se tomaba la tarea de escribir novelas como una afición, un entretenimiento que le permitía obtener unos ingresos extras. En consecuencia, dedicaba más tiempo a la preparación, redacción y corrección de cada original, lo que se traducía en una mayor perfección del texto final resultante. El horario laboral de Carrados durante aquellos años facilitaba el que pudiera compaginar ambas facetas de su vida, la de funcionario del Estado y la de novelista. Por cada veinticuatro horas de trabajo ininterrumpido en la prisión tenía dos días libres, y ése era el tiempo que empleaba para escribir. Puesto que por aquel entonces la literatura no era su principal medio de vida, podía permitirse el lujo de escribir con cierto relajamiento. Por otra parte, las colecciones de Toray, al menos por lo que yo sé, eran de periodicidad quincenal, y en ese par de semanas Carrados, que siempre fue muy rápido escribiendo, podía presentar al editor un mínimo de dos obras. Las novelas de la serie Espacio se presentaban en el formato estándar del bolsilibro, con una extensión aproximada de 126 páginas, lo que permitía que los autores pudieran explayarse un poco más, desarrollando adecuadamente las tramas de sus relatos. Carrados aprovechó esta ventaja al máximo, por lo que la calidad argumental y literaria de las novelas que publicó en Toray es muy superior a la de las obras que escribió para otras editoriales.
En 1962, consciente de su éxito como autor de bolsilibros, el riojano solicitó y obtuvo la excedencia para dedicarse por entero a su labor de creación literaria. Se trasladó con su familia a una nueva casa, lejos de la cárcel Modelo, e inició una brillante carrera profesional que le convertiría en uno de los grandes de la literatura española de aventuras. Los sesenta fueron años de intenso trabajo para Luís García Lecha, que hubo de aumentar su producción para sacar adelante a su familia. En consecuencia, se pasaba las horas pegado a la máquina, tecleando sin parar, alumbrando nuevos y fabulosos relatos que eran leídos con avidez por cientos de miles de personas a una y otra orilla del Atlántico. Ningún género se le resistía, y así publicó centenares de novelas del Oeste, policiales y bélicas. Con todo, fue en la ciencia ficción donde más destacó este novelista excepcional, siendo el responsable de un elevado porcentaje de los títulos que aparecieron en Espacio, el mundo futuro y también en otras colecciones que Toray dedicó en su día a esa temática. Posteriormente, sería también el autor más prolífico de la exitosa colección La conquista del espacio, de Editorial Bruguera. Llegados a este punto, es preciso mencionar que, si bien su colaboración con Bruguera fue notable en todos los géneros, las obras de ciencia ficción que escribió para ese gigante editorial fueron ligeramente inferiores a las de Toray. Esto se debió a varios factores. En primer lugar, los bolsilibros de la serie LCDE, que en principio tuvieron una extensión idéntica a la de Espacio, muy pronto vieron reducida ésta a sólo 96 páginas, con lo cual los autores disponían de menos espacio para desarrollar sus historias, lo que provocó una pequeña pero perceptible merma de calidad en los textos. La peculiar política editorial seguida por la Santa Empresa tampoco ayudó mucho a Carrados. En Toray nuestro autor había gozado de libertad para desarrollar series como la que dedicó a Kabé, su extraordinario y simpático robot humaniforme, brillantemente iniciada con Memorias de una máquina, nº 65 de Espacio, el mundo futuro. Pudo, además, presentar algunas historias dividas en dos partes, como hizo con El trovador de la galaxia y su continuación, Andrómeda ataca, números 95 y 96 de la serie, respectivamente. Así mismo, eran frecuentes en sus obras de Toray las referencias a hechos, personas o lugares que habían aparecido en otras novelas suyas. El mejor ejemplo lo tenemos en el penal plutoniano en el que transcurre la acción de La fortaleza negra, nº 119 de Espacio, que sería mencionado en muchos relatos posteriores. Bruguera, al contrario que Toray y Valenciana, no sentía predilección por las series, y parece que tampoco les gustaba que un mismo personaje protagonizara varias novelas, así que Carrados hubo de plegarse a los caprichos de los editores, con lo cual sus obras de LCDE, con ser buenas, no resultan tan interesantes como las de Espacio, por citar sólo la colección más popular del principal rival de la antigua editora El Gato Negro. Esta política de Bruguera resulta más chocante si se considera que, a mediados de los años sesenta, ésta empresa encargó a Carrados que novelizara las aventuras de los personajes de la muy popular serie televisiva Bonanza; y años más tarde, no le pusieron ninguna pega cuando creó el personaje de Budd Baxter para la famosa colección ¡Kiai! Héroes de las artes marciales. Si consideramos que, aun a trancas y barrancas, el gaditano Ángel Torres Quesada (A. Thorkent) consiguió publicar en LCDE su celebérrima saga El Orden Estelar—si bien de forma un tanto dispersa y sin orden cronológico alguno— resulta sorprendente que Carrados no intentara, al menos, hacer algo similar. Si Thorkent logró colar en la colección docenas de aventuras protagonizadas por Alice Cooper y Adán Villagrán, no hay razón para suponer que Carrados no hubiese podido publicar algunas aventuras de Kabé, por ejemplo.
Sea como fuere, el riojano se adaptó perfectamente al estilo y prácticas de Bruguera, colaborando en LCDE desde los inicios de la colección —con ¿Hombre o robot?, nº 2 de la misma — hasta su desaparición a mediados de los años ochenta. Salvo unos pocos títulos de Toray que Bruguera se avino a reeditar, la mayor parte de las novelas de Lecha publicadas en LCDE fueron obras inéditas. El autor colaboraría también en LCDE EXTRA — colección de bolsilibros de ciencia ficción con el doble de páginas que las novelas normales —, en Héroes del espacio, de Editorial Ceres (filial de Bruguera) y en la abortada Los basureros del espacio, en la que sólo llegaría a publicar un título. En los once años que van de 1975 a 1986, la Editorial Andina publicaría en su serie Galaxia 2001 una recopilación de novelas de Carrados anteriormente aparecidas en las colecciones de Toray. Por último, cabe reseñar la casi testimonial participación de nuestro autor en la colección Puerta a lo desconocido, de Editorial Ferma, en la que vería la luz tan sólo una novela suya.
Clark Carrados publicó más de 650 novelas de ciencia ficción, lo que hace de él, como ya se ha dicho, el autor español más prolífico del género. La calidad de sus textos fue siempre muy superior a la media comúnmente aceptada en la industria del bolsilibro, pero a la hora de comparar sus dos etapas como autor de relatos futuristas —la de Toray y la de Bruguera — no me queda más remedio que admitir que la primera de ellas fue mucho más fructífera en todos los aspectos, sin que ello signifique que sus novelas de Bruguera sean muy inferiores. Al contrario, la mayoría eran excelentes; pero las de Toray, y de manera especial las anteriores a 1962, son más redondas, por así decirlo. De todas formas, huelga decir que ésta es una opinión personal mía. Quien sienta curiosidad por comprobar si estoy en lo cierto o me equivoco, que se lea cuantas obras de ciencia ficción de Clark Carrados pueda encontrar. No sé si después de leer unas docenas de títulos de este pequeño gran novelista compartirá o no mi opinión. Lo único que sé es que disfrutará con su lectura por lo menos tanto como disfruté yo.
2 comentarios:
Otro de mis novelistas preferidos, sobre todo en ciencia ficción, aunque también destacaba mucho en la colección Kiai! con un personaje muy peculiar.
Tengo bastantes novelas suyas, aunque estoy viendo por las fotos de portada, que aún tengo que conseguir esas.... jejeje.
pues sí, y dicho personaje era budd baxter. Nuestro columnista Antonio Quintana tiempo atras realizó un completisimo articulo sobre dicho personaje en la serie ¡KIAI! y puedes verlo en el siguiente link:
http://encontretuslibros.blogspot.com/2010/09/lgl-serie-de-budd-baxter.html
¡un abrazo amigo y gracias por comentar!
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