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sábado, 27 de marzo de 2010

EL JUICIO DE HELEN CROSS






Esta novela, publicada por vez primera en 1974 y reeditada en 1985, en la colección Bisonte Serie Azul de Bruguera, se centra, como su título indica, en el proceso judicial que se sigue contra Helen Cross, valerosa mujer propietaria de un rancho en la ciudad fronteriza de Haynes. Helen está acusada de asesinar a Silas Caffrey, a quien debía cierta suma de dinero, y que pretendía quedarse con la propiedad de la mujer para saldar la deuda. Los testigos presenciales afirman que la señora Cross disparó su rifle contra Caffrey sin mediar provocación, cuando éste se disponía a sacar del bolsillo interior de su chaleco un documento legal que quería mostrarle. El sheriff de la localidad no tiene otro remedio que arrestar a Helen Cross. Se da la circunstancia de que el de la estrella, Neil Murdock, es hijo adoptivo de la mujer, ya que ésta lo recogió y educó cuando sus padres murieron a manos de los indios. A Neil le parte el corazón tener que encarcelar a la mujer que lo crío como a un hijo, pero como sheriff debe cumplir con su deber, por penoso que le resulte. Además, la propia Helen admite que abatió a Caffrey, y que eso la convierte en una asesina, pero insiste también en que lo hizo en defensa propia, ya que creyó que Caffrey iba a sacar un revólver.


Al pobre Neil le ha caído encima una buena papeleta. La primera persona que le reprocha su actitud es Lila Colmes, dueña de la principal cantina de la ciudad, amiga de Helen y secretamente enamorada del de la placa. A Neil también le preocupa la reacción de sus hermanos, que se han ausentado del pueblo para vender el poco ganado que tenían, y así tratar de hacer frente a las deudas contraídas. Los hermanos Cross, Barney, Clem, Duke y Ned no van a encajar muy bien eso de que su hermano de adopción tenga a su madre entre rejas. Por no mencionar a su hermana Sally, mujer de armas tomar, al igual que Helen, y tan enérgica, independiente y testaruda como ella. Pero la principal preocupación del joven es descubrir la verdad. Porque, por muy claras que parezcan estar las pruebas en su contra, él sabe que su madre no es una asesina, y que si disparó contra Caffrey fue por un motivo justificado.


El sheriff inicia sus investigaciones, averiguando que Silas Caffrey, a decir de quienes le conocían bien, siempre llevaba un pequeño revólver del 38 en una funda sobaquera. Sin embargo, los testigos, todos personas afines al difunto, aseguraban que iba desarmado esa mañana. Aparte de esto, Neil ha detectado otras contradicciones en las declaraciones de esos testigos, lo que le induce a indagar con más ahínco en esa dirección. Y hay otro detalle curioso en el asunto. Caffrey parecía realmente obsesionado por hacerse con la propiedad del rancho Cross, una hacienda no muy próspera, a pesar de los titánicos esfuerzos de Helen y sus retoños por sacarla adelante. ¿Por qué un tipo como ese mostraba tanto interés por adueñarse de un rancho de tan escaso valor? Poco a poco, las pistas que va descubriendo le conducen hacia Stilaw, siniestro socio de Caffrey, que acaba de convertirse en el dueño absoluto del negocio que tenían en común. Stilaw también demuestra interés por el Cross Ranch, y esto acaba de convencer a Neil de que su madre es víctima de una conspiración. Por si fuera poco, apenas inicia sus investigaciones, el sheriff es blanco de una serie de atentados contra su vida. Con la ayuda de Lila Colmes, de sus hermanos y hermana, que acaban de llegar a Haynes, y de algunos vecinos que aprecian sinceramente a Helen Cross, Neil Murdock conseguirá al fin descubrir la verdad, exonerando a su madre de toda culpa.


Jugando lo justo con los tópicos, Luis García Lecha nos ofrece en EL JUICIO DE HELEN CROSS uno de sus westerns más logrados. Una novela del Oeste clásica, sin truculencias ni exageraciones, caracterizada, como todas las del autor, por la sobriedad descriptiva y la claridad expositiva de sus escenas de acción. Una obra que todo aficionado al género debería leer.

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