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viernes, 29 de mayo de 2009

LOS DESCENDIENTES DEL ARCA



POR ANTONIO QUINTANA

He aquí una de las novelas más logradas de la etapa bolsilibresca de Torres Quesada. La acción se sitúa en un planeta cuyo nombre no se menciona, si es que tiene alguno. Este mundo está habitado por humanos, divididos en cuatro etnias bien diferenciadas: Uropes, Afras, Satis y Mercas. Los Uropes y los Mercas ocupan uno de los continentes del planeta, los Satis otro, y los Afras un puñado de islas. El protagonista de nuestra historia es Tadeo Sierra, Tad para los amigos, un joven Urope que vive con su tío Jacob. Los Uropes llevan una vida nómada. Aunque tienen algunas aldeas y cultivan un poco la tierra, más por necesidad que por otra cosa, no gustan de vivir en comunidad. Prefieren vagabundear en pequeños grupos, generalmente unidos por lazos de parentesco. Comercian un poco con los Afras y los Satis, y combaten a muerte contra los peligrosos Mercas, horrorosos mutantes que habitan las heladas tierras del norte, descendiendo periódicamente hacia el sur. Son antropófagos, y sus incursiones en territorio Urope tienen como principal objetivo el aprovisionamiento de carne humana. Al contrario que los Uropes, que se dispersan por el continente en pequeños grupos aislados unos de otros, los Mercas están unidos bajo la férula de un jefe único, Dronovan. Bien armados y pertrechados, y cada vez más numerosos, los Mercas representan una seria amenaza para el pueblo Urope. Pero éstos, habituados desde generaciones a su nomadismo e independencia, son reacios a unirse para hacer frente juntos al enemigo común. Prefieren seguir como hasta entonces, combatiendo a los Mercas cuando se tercie y comerciando esporádicamente con los Satis.
El joven Tad, aunque respeta las costumbres y creencias de su pueblo, sospecha que éste acabará sucumbiendo ante los Mercas si no se une. Un día, su tío Jacob y él encuentran a una hermosa muchacha, casi una niña, Ana Valle, cuya familia ha sido exterminada por los mutantes. Con todo, la joven ha conseguido matar a algunos de los monstruos y apoderarse de sus armas y su vehículo blindado, lo que deja no poco perplejos a los dos hombres. Ambos jóvenes se enamoran y, con el tiempo, se emparejan. Ana está convencida, al igual que Tad, de la necesidad de unificar al pueblo Urope en previsión de un ataque masivo de los Mercas, pero tío Jacob no lo aprueba. Pero un día, tío Jacob se presenta ante los dos jóvenes en compañía de un amigo suyo, Samuel Pino, único Urope que ha viajado a las tierras de los Mercas y ha regresado para contarlo. Pino había logrado introducirse en las ciudades de los mutantes confeccionándose una máscara que imitaba casi a la perfección los rasgos deformes de esos seres. Lo que allí descubrió le llenó de terror. Los Mercas poseían granjas en las que criaban a humanos como ganado para devorar su carne. Eran más fuertes que nunca, tenían miles de vehículos blindados, cientos de miles de armas y toneladas de munición. Se habían reproducido como moscas y estaban preparándose para lanzar una gran ofensiva cuyo objetivo no podía ser otro que adueñarse de las tierras de los Uropes. Pino, al igual que Ana y Tad, ha comprendido que los Uropes deben unirse y crear un ejército disciplinado. Jacob también acaba aceptando esta realidad. Pero todos son conscientes de lo difícil que será convencer al resto de los Uropes.
A pesar de todo, nuestros héroes consiguen sembrar la duda y el miedo entre las distintas comunidades Uropes, logrando que renuncien en parte a su anárquica forma de vida y se avengan a crear una milicia para combatir al odiado enemigo del norte. Pero necesitan más armas y, sobre todo, vehículos blindados, y ese material sólo puede serles suministrado por los ricos Satis. Los Afras poco pueden aportar en material de guerra, pero son valientes y nunca han dudado cuando de combatir a los Mercas se trataba, de modo que Tad y los demás están seguros de que los orgullosos guerreros de piel oscura se aliarán con los Uropes.
Al principio, las cosas parecen ir bien para nuestros amigos. Los Afras están dispuestos a luchar codo con codo junto a ellos, y los Satis acceden a proporcionarles el material bélico que necesitan. El ejército regular Urope ya es una realidad, y los primeros enfrentamientos contra los mutantes se saldan con la victoria de Tad y su pueblo, aunque a un elevadísimo coste en vidas humanas. Pero la situación se complica cuando Ana comienza a recelar de la actitud y las verdaderas intenciones de los astutos y reservados Satis. La muchacha y Tad discuten sobre el asunto. Al principio, el joven piensa que Ana habla así porque está celosa de una bella Sati con la que él mantiene cierta amistad, pero muy pronto observa indicios que sugieren que ella está en lo cierto. Posteriores indagaciones confirman las sospechas de Ana. Los Satis están haciendo un doble juego, ya que suministran armas a Uropes y Mercas por igual. Lo que pretenden con esto es un misterio, pero nuestros protagonistas no están dispuestos a dejarse manipular como títeres, y en un desenlace lleno de acción, emoción y dramatismo, logran conjurar el peligro Merca al tiempo que frustran los oscuros planes de los Satis.
Esta excelente novela, publicada en 1981, con el nº 569 de LCDE y cubierta de Luís Almazán, es una de mis preferidas dentro de la vasta producción literaria de Thorkent. El argumento es bastante original. La humanidad, huyendo de una Tierra moribunda, ha localizado un planeta habitable y ha organizado el éxodo hacia el mismo. Cuatro grandes naves generacionales, denominadas Arcas en clara referencia bíblica, son lanzadas al espacio. Europeos, africanos, asiáticos y americanos enfilan las proas de sus naves hacia ese nuevo y prometedor mundo. Las Arcas abandonan la madre Tierra juntas y está previsto que lleguen al planeta de destino al mismo tiempo. Pero los americanos ansían llegar los primeros, con la intención de adueñarse de todo el planeta, y tratan de modificar los propulsores de su nave para aumentar la velocidad. Como consecuencia de esto, se producen serias averías en los motores, y las fugas de radioactividad transforman a los desdichados americanos en mutantes enloquecidos, los Mercas del relato. Convertidos poco menos que en animales sólo ligeramente racionales, los Mercas acaban practicando el canibalismo entre ellos mismos. Ya en el planeta de destino, ocupan las regiones polares del norte y se convierten en enemigos del resto de los humanos, a los que persiguen sañudamente para emplearlos como alimento. Su degeneración es tal, que prefieren la carne humana a cualquier otra, resignándose a alimentarse de animales sólo cuando no pueden capturar a algún Urope o Afra.
Los Afras, de raza negra, son los descendientes de los habitantes del llamado Continente Negro de la Tierra, África. Cuando descendía sobre el planeta, su Arca se hundió en un pantano y perdieron sus bancos de datos y todo el material y los suministros que transportaban. Son, por tanto, y para variar, los más pobres de esta Nueva Tierra. En cuanto a los Uropes, verdaderos protagonistas de la historia, descienden de los europeos; más concretamente de los habitantes de la península ibérica, de ahí sus nombres. Su Arca sufrió graves daños en el aterrizaje y lo perdieron casi todo. Son una raza indómita, anárquica, que considera que todos los males que acabaron con la vida en el otro mundo procedían de la política, de la estructuración del planeta en parcelas denominadas naciones, del establecimiento de leyes e instituciones. En consecuencia, viven en completa libertad, vagabundeando de un lado a otro, sin gobierno o jefes reconocidos, siendo cada uno dueño de su persona y bienes sin tener que dar cuenta a nadie. Una existencia que puede parecer idílica, pero que se verán obligados a cambiar para sobrevivir ante los terribles Mercas.
Por último tenemos a los Satis. Son los únicos que consiguieron aterrizar en el planeta con su Arca intacta y, por tanto, los más avanzados tecnológicamente. Inteligentes y muy corteses en su trato con Afras y Uropes, con los que comercian frecuentemente, son en realidad egoístas y recelosos. No permiten que los otros pueblos visiten su continente, y entre los Uropes corre el rumor de que poseen algunas de aquellas bombas de increíble poder destructor que se mencionan en las historias antiguas, y que muy pronto conseguirán fabricar aeronaves. Como el lector comprueba a medida que avanza el relato, los Satis representan, en realidad, una amenaza incluso peor los Mercas, ya que éstos últimos actúan, sin saberlo, como marionetas manejadas por los asiáticos.

LOS DESCENDIENTES DEL ARCA tiene todos los ingredientes de la mejor novela de a duro: acción a raudales, intriga, misterio y romance. A pesar de sus grandes logros posteriores en la CF de más enjundia, sigo creyendo que la mejor época como escritor de Ángel Torres Quesada fue su etapa de autor de bolsilibros, y la novela que nos ocupa es un magnífico ejemplo de ello. Si podéis encontrarla, no dejéis de leerla. No os defraudará.

1 comentario:

ODISEO dijo...

Estimado Antonio Quintana: Tu artículo sobre LOS DESCENDIENTES DEL ARCA, del maestro A. Thorkent, te ha quedado excelente.

Estas demostrando con creces, que mereces pertenecer a BOLSI & PULP.

¡Un abrazo!