Esta
novela, publicada por primera vez en la colección “La Huella”, y reeditada años
después en la serie “Servicio Secreto”, es una de las más entretenidas que
escribió Carrigan en su etapa de Bruguera.
El
protagonista de la historia es Ross Mac
Nair, detective privado que bebe los vientos por Emily Evans, una bellísima
vecina suya. Ross, un tipo de malas pulgas y muy “echao palante”, como tantos
héroes carriganianos, no muestra tanta decisión cuando de intentar entablar
relación con Emily se trata. La indecisión de Ross resulta harto cómica en un
hombre como él, pero tiene una explicación: Emily es una prestigiosa abogada, y
Ross tan sólo un “fisgón” de oficio, que ha progresado en lo suyo, como escribe
Carrigan, “a fuerza de ser más pillo que
los pillos”. En consecuencia, se considera un tanto inferior a la muchacha, y
aunque se ha hecho el firme propósito de intimar con ella, lo cierto es que no
acaba de decidirse a actuar.
Pero
un día es la propia Emily la que llama a su puerta, para pasmo de Ross. La
muchacha desea contratar sus servicios profesionales, pidiéndole que investigue
al prometido de una íntima amiga suya, del que sospecha ha tenido algo que ver
con el secuestro y posterior asesinato de sus riquísimos tíos. Obviamente, Mac
Nair acepta el caso, porque se trata de un asunto muy interesante, pero también
porque le permitirá estar en contacto con su
adorable vecinita.
Como
todos los thrillers del maestro barcelonés, LAS COSAS BUENAS DE LA VIDA es un
relato amenísimo, que combina a la perfección la intriga y la acción. Posee
también una muy agradable vertiente humorística, a cargo sobre todo de un
impertinente lorito, al que Ross ha
enseñado una frase que describe con cierta bastedad el atractivo físico de
Emily Evans.
Antonio Quintana
Agosto de 2016
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