Uno de los géneros más populares de la literatura
bolsilibresca fue el romántico. Como en el blog apenas hay nada sobre este
tema, aparte una entrada sobre Corín Tellado y mi artículo sobre las novelas de
amor de Carrigan, he creído conveniente traer a estas páginas una obra de
Carlos de Santander (Juan Lozano Rico), autor al que también dediqué un trabajo hace tiempo.
“El alma se muere” fue publicada con el nº 16 de la
colección “Arcadia”, de Ediciones B, serie en la que se reeditaron algunos
viejos éxitos de Bruguera en el campo romántico. Se trata, sin duda, de una
obra escrita a finales de los años 50 o principios de los 60 del pasado siglo,
antes de que Carlos de Santander dejara su trabajo como radiotelegrafista de la
marina mercante española para dedicarse por completo a escribir. ¿Qué por qué
digo esto? Pues porque se trata de una novela predecible, tópica si se quiere,
pero muy bien escrita, prueba evidente de que el autor dedicó tiempo y ganas a
su redacción y corrección. Cuando Carlos de Santander comenzó a dedicarse en
exclusiva a escribir, en vista de su gran éxito entre los lectores de habla
hispana, se enfrentó a la misma situación que Luís García Lecha (Clark
Carrados, Louis G. Milk, Glenn Parrish, Casey Mendoza): para mantener su nivel
de ingresos, se vio obligado a aumentar su producción literaria y a dedicar
menos tiempo a sus originales, con lo que éstos perdieron algo de calidad. En
consecuencia, las novelas de su última etapa profesional son mucho más
esquemáticas, con profusión de diálogos casi telegráficos, pasajes descriptivos
reducidos a su mínima expresión y un empleo abusivo del punto y aparte.
“El alma se muere”, en cambio, pertenece a su mejor
época como escritor, y eso se nota tanto en la cuidadosa forma en que está
escrita, como en el planteamiento de las situaciones y personajes. El argumento
puede definirse casi como folletinesco, pero ¿no era eso normal en los
bolsilibros de amor? Por sus páginas seguimos las vicisitudes de Gene Afton, una muchacha humilde y trabajadora
que ha de hacer frente a la pobreza, a la enfermedad de su madre y a un hermano
egoísta y renegado. Por si no tuviera bastantes desgracias en su vida, la joven
es despedida de su trabajo. Abatida, la muchacha no sabe qué hacer, porque con
su hermano no puede contar y ella siente que ya no da más de sí. Ni siquiera
sabe cómo va a pagar a Arthur Speading, el médico que atiende a su madre, uno
de los mejores de Nueva York… y también uno de los más caros. Speading, por su
parte, es un médico con mayúsculas, que hace honor al juramento hipocrático, y
no un mercachifle de la medicina como hay tantos. Aunque sugiere a Gene que
recurra a un doctor más barato, al final opta por seguir atendiendo a la señora
Afton, en parte por celo profesional y en parte porque siente lástima por la
joven. Entre ambos prenderá la llama del amor. Pero Gene todavía deberá
afrontar pruebas durísimas, antes de alcanzar la felicidad.
Carlos de Santander juega lo justo con los clichés del
género, optando por la sensibilidad más exquisita a la hora de plantear la
historia, y renunciando a otros recursos más efectistas, más “rosas” si se
quiere, pero que habrían restado autenticidad y frescura al argumento. Gracias
a ello “El alma se muere” deviene en un relato ameno y conmovedor, sin duda uno
de los mejores de Carlos de Santander, un autor romántico a recuperar.
Antonio Quintana
Abril 2015
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