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martes, 17 de agosto de 2010

ALTO, GUAPO, MORENO Y GOLFO


El bolsilibro del maestro Carrigan que reseño hoy para los amigos del Bolsi & Pulp es uno de esos personalísimos thrillers a que nos tiene acostumbrados el gran novelista barcelonés, un relato trepidante, en el que la intriga, el suspense, la acción y el humor están garantizados.

El tipo al que hace mención el título es Grant Maynard, camarero del Tobago Club, cierto tugurio neoyorkino de mala muerte. El pobre Grant bebe los vientos por Didi Lorenay, una hembra de bandera que actúa en el club representando un “numerito” en el que siempre acaba ligerita de ropa. El problema es que la tal Didi no le hace ni puñetero caso, lo cual tiene al bueno de Maynard bastante mortificado.

Una noche aparece por el Tobago Club una bella mujer que, tras presentarse como Georgina Calhoun, detective de la policía de Miami, le hace una sorprendente proposición a nuestro protagonista: le ofrece la suma de 80.000 dólares si colabora con ellos en la resolución de cierto asuntillo. Poco después, ya en el coche de la mujer policía, ésta y su compañero, que se presenta como el teniente Tolliver, le muestran una fotografía en la que se ve al bueno de Grant en compañía de otro hombre, con el que guarda un extraordinario parecido. Evidentemente, se trata de un montaje, ya que nuestro héroe jamás ha visto al tipo que está junto a él en esa fotografía. Este hombre, Arthur Green, resulta ser un delincuente al que la policía de Miami abatió a tiros dos semanas atrás. Tres días antes de su enfrentamiento con las fuerzas del orden, el tal Green y la banda que dirigía habían asaltado un furgón blindado, obteniendo un botín de 800.000 dólares y dándose de inmediato a la fuga. Uno de los asaltantes fue detenido dos días más tarde. Al ser interrogado, confesó que los miembros de la banda se habían separado y que no sabía dónde estaban los demás, porque así lo habían acordado por si surgían dificultades. Pero lo que sí sabía era que el jefe, Green, estaría dos días después en el hotel Queensland de Miami, y que tenía en su poder la llave de un compartimiento de equipajes de una terminal de autobuses, donde habría dejado el dinero para repartirlo más adelante, cuando la cosa se hubiera enfriado un poco. La policía, dispuesta a atraparle sin violencias, decidió esperar a Green en la habitación que tenía reservada en el hotel mencionado, pero el hampón, por lo visto, se había citado allí con su amante; ésta vio a los policías entrar en la suite reservada por él y sumó dos y dos. Alertado por su fulana, Green emprendió la huida, pero en el exterior del edificio un par de detectives le dieron el alto, entablándose un tiroteo en el que el delincuente resultó muerto. No se le encontró encima ninguna llave que pudiera ser de un compartimiento de equipajes de una estación de autobuses, así que la policía comprendió que Green se la había entregado a su amante. El problema era que no sabían qué aspecto tenía la prójima. La policía sólo tenía una pista. La fulana del gángster tenía que ser, por fuerza, una de las cuatro mujeres solas que habían estado alojadas en la misma planta del hotel en la que Arthur Green tenía reservada habitación: Rose Avery, de Nueva York; Jessica Newcomb, de Montgomery, Alabama; Norma Delmare, de Artesia, Nuevo Méjico, y Olivia Saint Cyr, de Boston, Massachussets. Los agentes de la ley podrían haberlas interrogado en su momento, pero decidieron no hacerlo por una razón muy sencilla: la fulana de Green sabía que la policía no sabía quién era ella, y no era cosa de ponerla sobre aviso con un interrogatorio al uso. Lo que los policías pretenden es que Maynard, haciéndose pasar por el inexistente hermano de Green, visite a esas cuatro damas, averigüe cuál de ellas era la amiguita del forajido y recupere la llave que, sin duda, éste le entregó poco antes de caer acribillado a tiros por la policía de Miami.
Según Georgina y Tolliver, las cuatro mujeres fueron puestas rápidamente bajo vigilancia, si bien la que les parecía más sospechosa era la de Nueva York, Rose Avery, a la que estaban vigilando precisamente ellos dos. Una noche habían entrado por casualidad en el Tobago Club, y al fijarse en el gran parecido físico existente entre Green y Maynard, la mujer policía le tomó una foto subrepticiamente con una pequeña cámara especial. Dispuestos a resolver el caso sin ayuda de sus colegas de Nueva York, los detectives, con la aprobación de sus superiores del Miami Police Department, decidieron recabar el auxilio de aquel camarero alto, guapo y moreno, que debería hacerse pasar por un falso hermano de Green, miembro también de la banda, para tratar de recuperar el dinero robado y averiguar el paradero de los cómplices del difunto. A cambio de su ayuda, los policías le cederán al simpático camarero la totalidad de la recompensa ofrecida por la recuperación del dinero sustraído.

Aunque con ciertas reticencias, Grant Maynard acaba por aceptar la proposición de los polizontes de Florida. Está convencido de que la despampanante Didi no le mira ni a la cara porque no es más que un triste barman que no tiene donde caerse muerto, pero imagina que, si tuviera “pasta”, aquella diosa del sexo le miraría con mejores ojos. Y 80.000 “pavos” son muchos “pavos”, qué demonios. Así pues, nuestro “camareta” coge “el toro por los cuernos” y se sumerge de lleno en una aventura que, naturalmente, no se desarrollará exactamente como él esperaba, y en la que estará a punto de perder la vida.

Aparecida en abril de 1980, con el nº 1550 de la colección Servicio Secreto, ALTO, GUAPO, MORENO Y GOLFO tiene todos los ingredientes típicos del mejor thriller carriganiano: misterio y suspense sabiamente dosificados, humor chispeante y un tanto irónico, acción espectacular y, sobre todo, una conclusión no por esperada menos sorprendente. Otra pequeña gran joya de la literatura policial que nos regaló el mejor autor del género en lengua española, el inimitable Antonio Vera Ramírez, Lou Carrigan.

2 comentarios:

Juan Castillo dijo...

Las historias de Lou Carrigan siempre enganchan al lector y tienen la virtud de no aburrir nunca.

Saludos.

http://bolsilibrosblog.blogspot.com/

ODISEO dijo...

Toda la razón mi estimado Jaberasa.

Es por ello, que el maestro Lou Carrigan es mi escritor favorito, no sólo de bolsilibros, sino de novelas en general.

Sus escritos no tienen nada que envidiarle a muchos grandes novelistas. Para mi Lou Carrigan es un genio sin igual!!!

Un abrazo y gracias por comentar.