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domingo, 8 de febrero de 2009

PROBLEMAS RESUELTOS A TIROS

POR ANTONIO QUINTANA

La diligencia que se dirige a Elm Creek se detiene a mitad de trayecto para recoger a un vecino del lugar, Hary Felton, quien informa al conductor y los viajeros de la presencia por esos lugares del peligroso forajido Hollister y su banda. Como no hay sitio en el carruaje, el joven tendrá que viajar en la baca, junto a los equipajes. Y efectivamente, poco después aparecen unos jinetes que se lanzan en persecución de la diligencia, que transporta 60.000 dólares en efectivo para el banco de Elm Creek. La intervención de Felton es decisiva a la hora de defenderse del acoso de los bandidos. La diligencia transporta también cierta cantidad de explosivos para una mina, y el joven recurre a ellos para detener a los forajidos, que pierden dos hombres en el fallido asalto.

Cuando el carruaje llega al pueblo, Tolliver, el banquero del lugar, descubre que la caja del dinero ha sido forzada de un disparo. Felton ha desaparecido sin dejar rastro, de modo que sólo él pudo haberlo hecho, pero lo curioso es que sólo se llevó unos pocos miles de dólares. Tolliver monta en cólera, pero el conductor y el vigilante de la diligencia comprenden por qué actuó así el muchacho.

Uno de los hombres más ricos del pueblo es Carmody, propietario del único almacén general del lugar, con cuya esposa, Daisy, mantuvo Felton ciertas relaciones en el pasado. El joven acude al establecimiento de Carmody para comprar tabaco, y al poco entra una muchacha, que quiere comprar provisiones al fiado, ya que no dispone de dinero en ese momento. Carmody se niega a atenderla mientras no le pague lo que le debe, y nuestro héroe, compadeciéndose de la humilde chica, ordena al comerciante que la atienda debidamente, ya que está dispuesto a pagar él las compras de la muchacha. A Carmody no le hace ninguna gracia esto, pero no le queda otro remedio que ceder. La joven, Megan Durcell, parece remisa a aceptar, pero al final lo hace, impulsada por la necesidad. Vive con su madre, solas las dos, en un rancho semiabandonado y sin apenas recursos para mantenerse, por lo que la inesperada ayuda de Felton llega en el momento oportuno.
Cuando se dispone a abandonar el local, Felton se encuentra con un individuo con el que tuvo algún que otro roce en el pasado, un duro pistolero llamado Gaines. El joven se pregunta qué demonios puede estar haciendo ese asesino profesional en Elm Creek. Pero entonces aparece el sheriff, quien ordena a Felton que le acompañe. Al preguntarle éste si está detenido, el de la placa se limita a contestar que eso dependerá de lo que le digan después. Hary se queda muy sorprendido cuando el de la estrella le guía hasta el despacho del banquero. Mientras el policía aguarda en la calle, ambos hombres tienen un duro cambio de impresiones. Tolliver acusa a Felton de haberle robado, pero éste se limita a responder que sólo cogió lo que le pertenecía. Tolliver le debía cuatro mil dólares, deuda que se había negado a abonar escudándose en ciertos tecnicismos legales, de modo que, en cuanto tuvo ocasión, Felton recuperó su dinero por las bravas…con el consiguiente interés, naturalmente. Pero la sorpresa del muchacho es grande cuando el banquero le dice que no es ese el motivo por el que pidió al sheriff que le llevara a su presencia. Tolliver quiere encargar a nuestro héroe cierto trabajito. Al parecer, el banquero tiene problemas con Carmody y quiere averiguar si éste está metido en asuntos ilegales. Felton no siente especial simpatía por Tolliver, pero reconoce que, a su modo, el financiero es básicamente honrado, de modo que decide ayudarle, a cambio de una sustanciosa paga y de la posibilidad de recuperar su antiguo rancho, que ahora es propiedad del banco.
Que Carmody no es trigo limpio queda claro enseguida. Apenas terminada su entrevista con Tolliver, y cuando se dispone a abandonar el despacho de éste, alguien dispara contra Felton. Éste logra abatir muerto al pistolero, pero este ataque confirma que nuestro protagonista se ha metido en un asunto muy peligroso. Más tarde, cuando Felton vuelve a encontrarse con Megan Durcell, ésta le comenta la clase de individuo que es Carmody. El almacenero está empeñado en comprar el rancho Durcell como sea, pero la muchacha y su madre siempre se han negado a vender. Felton también descubre algo que le deja perplejo. Su antiguo rancho, que es bastante mejor que el de los Durcell, está a la venta, pero Carmody nunca se ha interesado por él. ¿Qué hay en el rancho Durcell para que el almacenero tenga tanto interés por hacerse con él, desdeñando otra propiedad en mejor estado?
En el curso de sus investigaciones, Hary Felton tiene que desembarazarse de varios pistoleros que intentan matarle, y en una de esas escaramuzas resulta muerta la madre de Megan. Ahora el joven, que se ha enamorado de la muchacha, tiene un motivo mucho más personal para desear limpiar Elm Creek de indeseables. En un nuevo encuentro con Tolliver, éste le cuenta que Carmody viene ingresando en su banco grandes sumas de dinero, que no parecen proceder de la caja de su negocio, ya que los ingresos del almacén los mete en el banco siempre los sábados a mediodía. Tras revisar las fechas de los ingresos extraordinarios de Carmody y cotejarlas con las fechas de los asaltos a diligencias, ambos hombres llegan a la conclusión de que el almacenero está compinchado con Hollister y su banda. Un simple cálculo matemático revela que las cantidades ingresadas por Carmody se corresponden con el 20% de lo robado por los forajidos cada vez. Para Tolliver y Felton la cosa está más que clara, pero para acabar con esa lucrativa trama criminal, primero deben reunir pruebas suficientes para enjuiciar a Carmody y encontrar el escondite de la banda de Hollister. Además, Felton deberá enfrentarse a Gaines, con el que tiene alguna cuenta pasada que ajustar.

Como puede apreciarse, PROBLEMAS RESUELTOS A TIROS es un western de lo más corriente. El esquema de la novela es idéntico al de cientos de bolsilibros y docenas de películas y telefilmes. Esa es una de las principales características del género Oeste: la repetición constante de situaciones, personajes y argumentos. Sin embargo, eso era lo que buscaban los lectores adictos al género, que aborrecían la originalidad. Acción a raudales, chicas hermosas, grandes espacios abiertos y una mínima dosis de intriga para mantener la atención del lector fueron las herramientas que Lecha, y la mayoría de sus colegas, emplearon a la hora de pergeñar sus modestos pero efectivos westerns. PROBLEMAS RESUELTOS A TIROS, sin ser nada del otro mundo, es una obra amena que se lee en un par de horas y que no decepcionará al incondicional de las vaqueradas. Una de las últimas novelas que publicó Carrados en Bruguera, que por aquel entonces, año de 1986, daba ya sus últimos coletazos en el mundo editorial

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para quines no encuentren esta primera edición...

... les recuerdo que el sello B, en col."Bisonte" (núm.64, la reeditó en 2000.

JCuadrado