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sábado, 31 de enero de 2015

SAN VALENTÍN CON CORÍN TELLADO

 











Estimados amigos de Bolsi & Pulp:
 
Como todos saben, el próximo mes se celebra San Valentín. Cada 14 de febrero los enamorados tienen su día especial.
 
Y me di cuenta de dos cosas:
 
1-      En Bolsi & Pulp hay muy poco material de la gran escritora de novelas de amor Corín Tellado (Q.E.P.D).
 
2-      En nuestro blog no tenemos NINGUNA novela disponible de dicha escritora y tampoco NINGUNA novela disponible del género romántico.
 
Así que he tomado una importante decisión, pienso que es una buena idea celebrar el próximo 14 de febrero publicando una novela de Corín Tellado, y también de esa forma, nuestra naciente BIBLIOTECA BOLSI & PULP, sumará un nuevo título que irá engrosando nuestra variada lista de novelas, con una que dicho sea de paso, pertenece a un género que de momento no hemos publicado en el blog.
 
La novela escogida para el día de San Valentín es INQUIETUDES.
 
Así que ya lo saben amigos, este 14 de febrero, celebramos el día de los enamorados junto a Corín Tellado.
 
¡Un abrazo y saludos Bolsilibrescos!
 
Atte: Odiseo… Legendario Guerreo Arcano.
 



lunes, 26 de enero de 2015

LAS COLECCIONES POLICIACAS DE BRUGUERA

 
 
 
  
 
El género policiaco ha sido siempre uno de los más populares, y el mundo del bolsilibro no podía ignorarlo. En consecuencia, todas las editoriales dedicadas a la “novela de a duro” tuvieron sus colecciones centradas en tal temática, siendo Bruguera, posiblemente, la más destacada de ellas.
 

La serie más longeva de bolsilibros policiales, si mis datos son correctos, fue “Servicio Secreto”, pues fue publicada sin interrupciones desde 1950 hasta 1985, es decir, durante nada menos que treinta y cinco años, totalizando alrededor de 1800 títulos, más o menos. Puesto que permaneció en los quioscos durante algo más de una generación, se convirtió en una serie muy popular, sólo superada en ventas por las novelas del Oeste y las románticas. Por razones obvias, no conozco las obras de todos los autores que publicaron en dicha serie, pero sí las de muchos de ellos, entre los que cabe destacar a Clark Carrados, Silver Kane, Keith Luger y Curtis Garland. George H. White, conocido por su exitosa “La Saga de los Aznar”, publicada por Valenciana en su colección “Luchadortes del espacio”, también colaboró con cierta asiduidad en “SS”. En cuanto al maestro Carrigan, si no me equivoco empezaría a colaborar en esta serie en los 70.
 

El número de títulos publicados por “SS” era tan alto, que  Bruguera decidió sacar al mercado “Selecciones del Servicio Secreto”, que se publicaría entre 1962 y 1967. Esta serie estaba dedicada a la reedición de aquellas novelas de “SS” que más éxito habían cosechado.
 

Vista la popularidad alcanzada por “SS”, y en feroz competencia con Toray, Rollan y Valenciana, Bruguera amplió su oferta de bolsilibros policiacos con “Punto Rojo”, que estaría en los quioscos desde 1962 hasta 1986, editándose unos 1300 títulos aproximadamente. La tónica era la misma de “SS”, pues en esta serie se publicaron novelas policiacas y de espionaje, como en la colección hermana. Evidentemente, “Punto Rojo” se inscribía en la política editorial característica de Bruguera, que pretendía monopolizar la publicación de bolsilibros, objetivo que a la larga alcanzaría. Debido a ello, durante los años 60 la firma barcelonesa inundó el mercado de colecciones dedicadas a las temáticas más populares, en clara competencia con otras editoriales del ramo. Entre 1964 y 1967 lanzaría la serie “Archivo Secreto”, en principio más centrada en el espionaje que en el relato policial al uso. El nombre de esta colección sería recuperado en los 70, cuando Bruguera comenzara a publicar las aventuras de la agente Brigitte “Baby” Monfort, genial creación de Lou Carrigan ya publicada en parte por Rollan. La colección “Alto Secreto” tuvo una vida efímera, pues sólo se publicaría durante 1967.




En general, fueron “SS” y “Punto Rojo” las series estrellas de Bruguera, en lo que a los bolsilibros policiales se refiere. El éxito de estas dos colecciones fue tan considerable, que cuando el Grupo Zeta se hizo con los activos de Bruguera, tras el colapso de esta editora, Ediciones B, filial de dicho grupo, publico una serie denominada “Punto Rojo”, en la que se reeditaron algunos títulos de las antiguas “SS” y “Punto Rojo”.

 
Otra serie policial muy exitosa, que figura entre mis favoritas, fue “La Huella”, que sería publicada entre 1974 y 1978, si mis datos son correctos. Esta colección iba a estar dedicada en exclusiva a Lou Carrigan, con una periodicidad quincenal, debido a que el maestro Lou tenía mucho trabajo por aquel entonces. Pero los responsables de la empresa editorial, siempre ansiosos por maximizar los beneficios, optaron por publicar esta colección semanalmente. Peor aún: aprovechándose sin duda de la abusiva legislación contemporánea, que favorecía al empresario por encima del trabajador, decidieron abrir “La Huella” a otros autores, buenos profesionales sin duda, pero cuyas obras no podían compararse ni de lejos con las de Carrigan.

 
“Kiai, Héroes de las Artes Marciales”, también fue una serie ideada en principio para Carrigan, que además era un experto judoka. Aunque nacida al amparo de la tremenda popularidad de las películas de kárate provenientes de Hong-Kong,  el argumento de las novelas aparecidas bajo este sello era eminentemente policiaco. El único autor que demostró estar a la altura de Carrigan en este campo fue Clark Carrados, que escribió una serie de relatos excepcionales, protagonizados por un experto en las artes marciales orientales, personaje al que ya he dedicado un trabajo en el blog. Con todo, las mejores obras de esta colección serían las de Carrigan, que, al contrario que sus colegas, tenía unos amplios conocimientos del tema, lo que sin duda le daba una considerable ventaja sobre ellos.

 
Bruguera compitió con otras editoriales por el control del mercado bolsilibresco. Al final logró monopolizarlo, pero eso, como era inevitable por otra parte, se tradujo en una considerable merma de la calidad de los textos de las obras publicadas. Mientras hubo de competir con las series publicadas por la competencia, puede decirse que Bruguera “mimó” sus colecciones policiales, en especial “SS” y “Punto Rojo”. Pero cuando se hizo con el control absoluto del mercado, cuando ya no tuvo con quién competir, la editorial ya no prestó tanta atención a los textos. Incluso las ilustraciones de cubierta, que siempre habían sido uno de los puntos fuertes de Bruguera, perdieron calidad cuando la empresa se decantó por las obras de agencia en sustitución de los dibujos originales para cada novela. En cuanto a los textos, basta leer una obra publicada en los 50 o 60, y compararla con otra aparecida en los 80, para constatar la pérdida de calidad. Además de a las causas antes mencionadas, esto se debió también a la reducción de páginas de los bolsilibros, que obligaba a los autores a reducir también al mínimo los pasajes descriptivos, optando en muchas ocasiones por un estilo cuasitelegráfico que no beneficiaba en nada a la novela. Algunos autores, con Carrigan y Carrados a la cabeza, capearon el temporal con profesionalidad y elegancia, adaptándose bastante bien a la nueva situación. Otros, por el contrario, no supieron hacerlo, por lo que sus obras de las últimas etapas de “SS” y “Punto Rojo” se resintieron notablemente.

 
Los bolsilibros policiacos suponen un importante segmento de la producción de novelas populares. Hubo muchas colecciones dedicadas a dicha temática, pero las de Bruguera son las más conocidas y recordadas hoy día, sin que ello signifique menosprecio de otras editadas por las empresas rivales. En todo caso, mi reconocimiento y admiración para todos los escritores que publicaron en ellas.


Antonio Quintana Carrandi
Enero de 2015


lunes, 19 de enero de 2015

MUERTE EN LA ESTRATOSFERA

 
 
 
 
 
En los años 50 la Guerra Fría estuvo a punto de entrar en una fase “caliente” en varias ocasiones, debido a la prepotencia y matonismo de la Unión Soviética, que trataba de extender el comunismo por el mundo a cualquier precio. La actitud norteamericana tampoco ayudaba mucho a mantener la paz, pues la política de contención del comunismo inaugurada por Harry Truman fomentaba el enfrentamiento. El espectro de una guerra nuclear planeaba sobre el mundo, y en este ambiente vio la luz “Muerte en la estratosfera”, un bolsilibro de Pascual Enguídanos (George H. White) publicado por Valenciana en su estupenda serie “Luchadores del espacio” con el nº 27 de la misma.  Enguídanos, preocupado como muchos de sus contemporáneos por el cariz de las relaciones entre USA y la URSS, que amenazaban  la paz mundial, pergeñó un relato donde especulaba sobre cómo podría ser una guerra atómica. La novela, cuya acción se desarrollaba en un futuro más bien cercano, quizá en la década de los 60, no tenía muchos elementos de ciencia ficción, pero exponía con descarnada claridad lo que podría llegar a ocurrir si Estados Unidos y Rusia se dejaban arrastrar por la paranoia belicista inspirada por  sus diferencias ideológicas. Puesto que transcurría en el futuro, su inclusión en “Luchadores…” resultaba lógica, aunque no se tratara, en puridad, de un bolsilibro de tema fantástico, sino una oscura premonición del destino que le aguardaba a la humanidad si ambas superpotencias acababan  por enfrentarse militarmente. En este sentido, la novela de Enguídanos funcionaba como un relato ficticio que advertía sobre una terrible posibilidad, y en eso radica su interés.
 
En general, la obra sigue los esquemas narrativos característicos de la primera parte de “La saga de los Aznar”, con batallas aéreas sin cuento y la destrucción atómica esparciéndose por doquier. Enguídanos poseía una gran habilidad para describir la acción bélica, y en “Muerte en la estratosfera” nos ofrece un pormenorizado relato de un conflicto que por aquel entonces representaba una amenaza real. Los problemas personales del protagonista, David Stewart, son accesorios y sólo sirven para dotar a la obra del romance que exigían público y editores. Lo importante es la acción bélica, la descripción de la guerra atómica, y en este punto el novelista valenciano pasó la prueba con nota. Porque a pesar de su carácter de novela concebida como puro entretenimiento, “Muerte en la estratosfera” logra trascender su condición de modesta obra de evasión gracias a la inclusión de una nota preliminar del autor, en la que éste explica sucintamente los motivos que le impulsaron a escribir el relato, a la vez que hace un llamamiento en favor de la paz. Esa sencilla nota le confiere a “Muerte en la estratosfera” un significado mucho más profundo de lo que pudiera dar a entender, en principio, su por otra parte algo tópico argumento, pues en dicha introducción Enguídanos se nos revela como un amante de la paz—el término “pacifista” ya ha sido corrompido en exceso por los seguidores de la “corrección política”—, sinceramente preocupado por el porvenir inmediato de la humanidad. Así, las novela que nos ocupa se destaca como uno de los mejores títulos independientes de su autor, y como un relato característico de aquellos años. No mucho tiempo después, lo descrito por Enguídanos  estuvo a punto de hacerse realidad cuando, en un alarde de insensata chulería, de la que quizá Kruschev no fue tan responsable como pudiera parecer,  pues se hallaba a merced de los personajes más extremistas del Kremlin, la URSS comenzó a construir plataformas de lanzamiento y a estacionar misiles nucleares en Cuba.
 
El protagonista pilota un aparato VTO, un caza de despegue vertical descrito con detalle por el autor. Aquí quizá se le fue algo la mano, porque describe este tipo de avión como una combinación de reactor dotado de hélice. En teoría, la hélice se emplea para el despegue vertical, aunque también sirve para propulsar el aparato cuando no se desea utilizar el motor a reacción. En un momento de la acción, Enguídanos nos cuenta que el aeroplano del protagonista se desplazaba a 1.000 k/h impulsado por su hélice, lo que no parece posible. Durante la Segunda Guerra Mundial se diseñaron cazas muy veloces, pero se descubrió que los motores de pistón, los que llevaban los aparatos de hélice, no resultaban eficaces en velocidades superiores a los 730 k/m. Los aparatos de hélice más veloces fueron el “Lockheed P-38 Lightning”, que alcanzaba 666 km/h, el “North American P-51 Mustang”, con 703 km/h, el “Republic P-47 Thunderbolt”, que desarrollaba 700 km/h,  y el “Vought F4U Corsair” con 718 km/h por parte estadounidense. Los británicos desarrollaron el fantástico “De Havilland Mosquito”, que llegaba hasta los 668 km/h, el “Hawker Typhoon”, con 663 km/h, y el “Supermarine Spitfire PR Mk XI”, de 655 km/h. Después de la guerra los ingleses aún desarrolaron un caza de hélice, el “Hawker Tempest Mk II”, capaz de llegar a los 708 km/h. Los rusos lanzaron el “Lavochkin La-5”, caza-bombardero que llegaba hasta los 648 km/h,  el “Mikoyan-Gurevich MiG-3” de 640 km/h y el “Yakolev Yak-1”, con 600 km/H. La industria aeronáutica italiana puso en liza el “Macchi MC. 205V Veltro”, un caza que llegaba a los 642 km/h.  Alemania puso en combate el “Messerschmitt BF-109”, con 621 km/h y el fabuloso “Focke Wulf FW 190”, capaz de volar a 640 km/h. Fueron los alemanes los primeros en desarrollar reactores eficaces y también en emplearlos en combate, con tres modelos que se convirtieron en una auténtica pesadilla para los pilotos aliados. El “Messerschmitt Me 163 Komet” volaba a nada menos que 955 km/h, y el bombardero de reconocimiento “Arado Ar 234 BLITZ” a 780 km/h en su versión cuatrimotor. El más eficaz de todos fue el “Messerschmitt 262A-2”, con 780 km/h de velocidad máxima, cuyo diseño sería estudiado posteriormente por los americanos, que emplearían la configuración de sus alas en el estupendo “North American F-86F Sabre”. Los británicos construyeron el “Gloster Meteor”, un caza monoplaza a reacción cuya alta velocidad, 962 km/h, lo hacía ideal para “cazar” las bombas volantes que los nazis lanzaron sobre Inglaterra en los últimos meses del conflicto.
 
En cuanto a los aviones VTO descritos por Enguídanos, obviando el asunto de las hélices, parecen basarse en los experimentos previos realizados por diversas compañías aeronáuticas para desarrollar un caza de despegue vertical, susceptible de ser empleado tanto por la marina de guerra como por el ejército del aire. Cuando Enguídanos escribió “Muerte…” este tipo de aeronaves estaban en fase de estudio, pero muy pronto se convertirían en una realidad merced a los esfuerzos combinados de las compañias “Aerospace” británica y la “McDonnell Douglas” estadounidense, que en 1969 alumbraron el “Harrier GR. 1”, el primer avión de despegue vertical operativo del mundo.
 
Por otra parte, en su novela Enguídanos presenta una coalición Rusochina que se consideraba lógica en el momento en que el valenciano escribió su relato. No obstante, la amistad y colaboración entre la URSS y la China roja se rompió a mediados de los 60, cuando Kruschev descubrió la clase de tarado que era Mao, quien contemplaba la posibilidad de una guerra atómica con una frialdad inquietante, por lo que el “premier” soviético decidió no seguir apoyando a los chinos en su intento de desarrollar un arma nuclear. Por desgracia ya era demasiado tarde, pues los chinos consiguieron detonar su primera bomba atómica en 1964, en parte gracias a lo que habían aprendido de los técnicos rusos.
 
Dejando a un lado estas apreciaciones, la novela de Enguídanos es realmente magnífica y ofrece una visión sombría, por lo realista, del horror que desencadenaría un conflicto nuclear. Aunque se sugiere una “victoria” de Occidente, el tono final del relato es más bien pesimista, remitiéndonos a aquel adagio que dice: “En una guerra nadie vence jamás”. Palabras que, como parece darnos a entender el autor, adquieren un significado mucho más siniestro cuando se trata de una guerra atómica.


Antonio Quintana
Enero de 2015

lunes, 12 de enero de 2015

SOLO ANTE EL PELIGRO

 
 
 
 
 
USA/1952
TÍTULO ORIGINAL: HIGH NOON
DIRECIÓN: Fred Zinnemann
GUIÓN: Carl Foreman
FOTOGRAFÍA: Floyd Crosby
MÚSICA: Dimitri Tiomkin
PRODUCCIÓN: Stanley Kramer Productions


REPARTO: Gary Cooper (Will Kane); Grace Kelly (Amy Kane); Thomas Mitchell (Jonas Henderson); Otto Kruger (juez); Lloyd Bridges (Harvey); Katy Jurado (Helen Ramírez); Howland Chamberlain (conserje del hotel); Lon Chaney jr, (Howe); Lucien Prival (Joe); John Doucette (Trumbull); James Millican (Herb Baker); Henry Harry Morgan (Sam Fuller); Ian MacDonald (Frank Miller); R. J. Wilke (Jim Pierce); Sheb Wooley (Ben Miller); Lee Van Cleef (Colby); Ted Stanhope (telegrafista).
 
 
SINOPSIS
 
Will Kane, Marshall de Hadleyville, contrae matrimonio con Amy y proyecta trasladarse a la ciudad para abrir un negocio. Apenas acaba de casarse llega la noticia de que Frank Miller, un forajido al que Will detuvo y que estaba en prisión, ha sido indultado. Miller juró vengarse de Kane y llegará a Hadleyville en el tren del mediodía. Su hermano Ben y dos pistoleros aguardan su llegada con impaciencia. Kane ha cesado en el cargo y valora la posibilidad de marcharse, influenciado por sus vecinos y sobre todo por su esposa. Pero su sentido de la responsabilidad es más fuerte, de modo que decide quedarse y hacer frente a Miller y su banda. Recaba la ayuda de los habitantes de Hadleyville para formar un pelotón con que enfrentarse a los forajidos, pero sus vecinos le hacen el vacío más absoluto, y hasta las autoridades de la ciudad hacen gala de una cobardía total.
 
 

Una parábola del maccarthismo

 

Considerada por el público adicto al cine del Oeste, pero de limitados conocimientos históricos, como un Western estimable y poco más, SOLO ANTE EL PELIGRO es, en realidad, el más duro alegato cinematográfico contra el maccarthismo y la Caza de Brujas emprendida en Hollywood a finales de los 40 y principios de los 50. Bajo su tópico argumento subyace una ácida denuncia de las prácticas inquisitoriales del siniestro Comité de Actividades Antiamericanas, y también del comportamiento de una ciudadanía que oscilaba entre la complicidad más abyecta con dicho comité y la cobardía más ruin.
 
 
Los problemas que marcaron el rodaje de esta película de Zinneman estuvieron relacionados con su guionista. Carl Foreman (23/7/1914—26/6/1984) era uno de los mejores escritores de Hollywood, que había obtenido su primera nominación al Oscar por el espléndido guión de EL ÍDOLO DE BARRO (CHAMPION, Mark Robson, 1949), crudo retrato de un ambicioso púgil que lo sacrifica todo, hasta la vida, por alcanzar la cima. Foreman, que estaba en el punto de mira de McCarthy y sus adláteres desde hacía tiempo, escribió el guión de SOLO ANTE EL PELIGRO mientras era investigado por el ominoso comité, que poco después le obligaría a comparecer ante su presencia. En su declaración Foreman reconoció haber pertenecido al Partido Comunista en su juventud, si bien dejó claro que pronto pidió la baja al desilusionarse con esa ideología. No obstante, se negó en redondo a dar nombres de antiguos compañeros del partido, razón por la que fue etiquetado como testigo hostil, lo que significaba en la práctica que sería incluido en las tristemente célebres listas negras de la industria del cine. Por otra parte, se puso en marcha una despiadada operación de acoso y derribo contra su persona, a la que se sumaría increíblemente el productor de la película, Stanley Kramer, que demostró muy poca decencia con quien le había servido éxitos como la mencionada EL ÍDOLO DE BARRO, CYRANO DE BERGERAC (ídem, Michael Gordon, 1950) u HOMBRES (THE MEN, Fred Zinneman, 1950). No está clara la actitud de Kramer, tenido por un hombre liberal en el mundo del cine, pero es posible que en su comportamiento influyera el estado de psicosis colectiva anti-comunista imperante en aquel tiempo y el temor a ser incluido en las listas negras si defendía al guionista. Sea como fuere, Kramer intentó expulsar a Foreman de la producción de SOLO ANTE EL PELIGRO, lo que le enfrentaría con Gary Cooper y Fred Zinneman, protagonista y director del film respectivamente. Fue Cooper, un hombre considerado de derechas y defensor de los principios y valores tradicionales del americanismo, quien más indignado y combativo se mostró con Kramer. Cooper, a pesar de su ideología, tenía muchos amigos que podían ser considerados como de izquierdas, Ernest Hemmingway entre ellos, y las prácticas del Comité de Actividades Antiamericanas se le antojaban abominables. Cuando Kramer abogó por echar a Foreman, Cooper le plantó cara, pleiteando con él y llegando incluso a amenazar con abandonar el proyecto si el guionista era expulsado de la película por su negativa a dar nombres de supuestos comunistas ante el comité. Con el apoyo de Zinneman, Lloyd Bridges y otros miembros del reparto y del equipo técnico, Cooper logró que Foreman siguiese trabajando en SOLO ANTE EL PELIGRO.
 
Foreman ya había escrito el guión  cuando planeaba sobre él la amenaza de la citación ante McCarthy y sus esbirros, así que decidió trasladar a la acción del film el tenso clima político que se respiraba en USA en aquel momento. De este modo, la sencilla película del Oeste, que Foreman había pergeñado a partir del relato The Tin Star de John Cunninghan, devendría en la más notoria parábola del maccarthismo que ha dado el cine. Con todo, Kramer, sin duda para contentar a los infames miembros del comité, consiguió que no apareciese el nombre de Foreman en los títulos de crédito como ayudante de dirección, aunque no pudo impedir que apareciese como guionista. El escritor sería nominado a los Oscars por su magnífica labor.
 
Después de SOLO ANTE EL PELIGRO Foreman fue incapaz de conseguir trabajo en el cine durante seis años, por lo que decidió emigrar a Europa. En cierto modo, su forzado exilio de Hollywood fue menos gris y más productivo que el de otros colegas suyos, pues en Gran Bretaña estableció contacto con J. Lee Thompson y Richard Attenbourough, con quienes emprendió diversos proyectos que le hicieron rico. Interesado por una exitosa novela de Pierre Boulle, compró personalmente los derechos de la obra que daría pie a EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI (THE BRIDGE ON THE RIVER KWAI, David Lean, 1957), colaborando en el guión junto a Boulle, Calder Willingham y Michael Wilson. Esta película también seria víctima de los prejuicios y paranoias de la extrema derecha americana. Hedda Hopper, vocera de la crítica más reaccionaria, abogó por eliminar de los créditos los nombres de aquellos despreciables “comunistas”. EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI fue estrenada como si sólo Pierre Boulle fuese responsable de la historia, de forma que el escritor francés se llevó todo el mérito al obtener el Oscar al mejor guión. Sólo en fechas muy posteriores se reconocerían las inestimables aportaciones de Wilson, Cunningham y, sobre todo, Foreman al éxito del film dirigido por Lean.
 
La industria cinematográfica británica, no tan poderosa como la norteamericana pero muy pujante, otorgaría a Carl Foreman el reconocimiento que en su país de origen se le negaba por absurdos motivos ideológicos. Guionista y productor, fue nombrado director del Instituto Británico del Cine (British Film Institute) en 1965. Además de recibir la Orden del Imperio Britanico,  un premio BAFTA, concedido por la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión, que galardonaría al mejor director, productor o guionista británico novel,  fue designado con su nombre. De esta forma Gran Bretaña honraba a uno de los más grandes guionistas que han existido, que sufrió acoso y persecución en su propio país y fue obligado a exiliarse por su manera de pensar. Una lacra que empañará siempre la imagen de Estados Unidos y Hollywood.
 
Mucho más que un western
 
SOLO ANTE EL PELIGRO funciona como una espléndida cinta del Oeste, pero su fondo es mucho más complejo y crítico de lo que pudiera parecer a primera vista. Foreman vertió en el guión toda la amargura y todo el desasosiego que le provocaban los acontecimientos desatados por McCarthy and company. Hasta el más pequeño detalle del film está relacionado, directa o indirectamente, con lo que estaba ocurriendo en USA en aquel tiempo. Hadleyville, el pueblecito del Oeste donde transcurre la acción es, en realidad, una extrapolación de los Estados Unidos de principios de los 50, con todas sus lacras y defectos bien visibles. Sus habitantes, que en principio pudieran parecer honestos y sencillos, se revelarán como un hatajo de cobardes que, ante la inminente llegada de Frank Miller (memorable trasunto del odioso McCarthy), se esconden en cantinas, iglesias o en las habitaciones de invitados de sus propias casas. Cualquier cosa antes que arropar al sheriff Kane y ayudarle a hacer frente a esa banda de forajidos. Como el grueso de la sociedad estadounidense, que no hizo nada por parar los sucios manejos inconstitucionales del infame senador por Wisconsin,   los habitantes de Hadleyville recurren a pobres e inconsistentes excusas para no ayudar a Kane. Foreman también enfiló sus críticas hacia la administración de justicia y hacia esos jueces que, por miedo, por un equivocado sentido del patriotismo, o por ambas cosas, dictaron sentencias injustas contra los perseguidos durante la Caza de Brujas. Estos siniestros personajes están representados en el film por el juez que condenó a Miller a la cárcel, pero que ante el regreso del pistolero retira la bandera de su sala de vistas y sale huyendo como alma que lleva el diablo. También es obligado mencionar aquí un detalle harto significativo: cuando Kane va a ver a un amigo para pedirle ayuda, éste se esconde tras una puerta mientras su mujer trata de dar la cara por él. El personaje se llama en el film… Sam Fuller. Está claro que con la inclusión de esta secuencia Foreman pretendía echarle en cara su actitud al director de MANOS PELIGROSAS (PICKUP ON SOUTH STREET, 1953), pues Fuller, supuesto amigo del guionista, no quiso tratar con él cuando empezó a ser asediado por el comité.
 
Foreman, que declararía haberse sentido identificado con el personaje del Marshall al ser citado ante el comité, cargó las tintas en la descripción negativa de los parroquianos de Hadleyville, haciendo que hasta el supuestamente honorable amigo de Kane y presidente de la junta vecinal, interpretado por el gran Thomas Mitchell, se niegue a ayudarle y le conmine a abandonar la ciudad como una rata. La vergonzosa forma de actuar de la gente influye incluso en los niños, que juegan a los pistoleros representando un duelo en el que quien hace de Kane resulta muerto por los que encarnan a Miller y su banda. Así, la imaginaria población de Hadleyville se convierte en un reflejo de los Estados Unidos de los añós 50, en los que el grueso de la gente, por miedo y cobardía pero también por puro egoísmo, secundó por acción o por inacción las prácticas de McCarthy y otros como él.
 
El Marshall Kane es retratado como una especie de héroe a la fuerza. Tiene dudas, pero a pesar de ello sigue adelante solo, mientras todo el pueblo se quita de en medio esperando que lo maten. Tan sólo dos personas le ofrecen ayuda: un viejo borracho y tuerto y un adolescente indignado ante la cobarde actitud de toda una ciudad. Estos dos personajes, débiles físicamente pero dotados de un sentido de la moral infinitamente superior al de cualquier habitante de Hadleyville, simbolizan a los escasos estadounidenses que abogaban por hacer frente a la injusticia que simbolizaba McCarthy. Pero Kane, consciente de que no tendrían ninguna oportunidad frente a los avezados gunmen de Miller, rechaza conmovido el ofrecimiento de ambos. Al final será su flamante esposa, redimida tanto por su conciencia como por las palabras de Helen Ramírez (Katy Jurado), quien ayude a su marido.
 
La acción del film se desarrolla en tiempo real, con la abundante inserción de planos de relojes para hacer más patente la amenaza que representa la llegada del tren. Tampoco es gratuita la inclusión, en momentos muy señalados del metraje, de algunas estrofas de la canción que acompaña los sencillos a la par que geniales créditos iniciales. Parece que tales detalles, que contribuyen a aumentar casi insoportablemente la tensión del film, fueron incluidos en el relato por Zinnemann, no formando parte del guión de Foreman.
 
El mítico final de SOLO ANTE EL PELIGRO es toda una declaración de principios por parte del guionista. Tras acabar con Miller y sus hombres, Kane arroja al polvoriento suelo, con inequívoco gesto de desprecio, la estrella que los cobardes habitantes de Hadleyville no quisieron arropar con valentía, y tras subir con su esposa a la carreta que le ha traído el muchacho que poco antes se ofreció para luchar a su lado, abandona la ciudad. Unos años después, Carl Foreman también abandonaría su Hadleyville particular, los Estados Unidos, asqueado por la apática actitud de sus compatriotas ante los turbios manejos de McCarthy y su cohorte de matones políticos.
 
SOLO ANTE EL PELIGRO es un gran Western, uno de los mejores títulos del género. Pero también es un impresionante documento sobre una época de la historia americana, los 50 y la ominosa Caza de Brujas, que estuvo a punto de conducir a los Estados Unidos, la primera democracia de la historia, al totalitarismo. En última instancia, y curiosamente en parte gracias a los excesos de McCarthy y los suyos, esa amenaza fue conjurada. Pero el arte cinematográfico sufrió un golpe del que jamás se repondría.
 
Antonio Quintana
Enero de 2015
 


martes, 6 de enero de 2015

BOLSI & PULP 2015





Estimados amigos de Bolsi & Pulp:

 
¿Disfrutaron de nuestro regalo navideño? Espero que la novela UN HOMBRE BUSCA A OTRO HOMBRE del maestro Lou Carrigan les haya gustado a todos.

Aunque también poco ante de navidad hubo otro regalo, que fue el lanzamiento de nuestra tan esperada BIBLIOTECA BOLSI & PULP, que espero hayan visitado y disfrutado.

Comienza el año 2015 y por tanto un nuevo año en nuestro amado blog. Bolsi & Pulp tiene nuevas sorpresas para el naciente año y por supuesto más bolsilibros.
 

COMIENZA EL 2015...

 

Y BOLSI & PULP DICE: ¡PRESENTE!

 

ATTE: ODISEO… Legendario Guerrero Arcano.